Armando Montalvo Olivo.
Hay enigmas que marcaron el destino a cuatro ex gobernadores coahuilenses. Sólo ellos supieron la verdad, nadie más. Sus conciencias e iras las resguardan. Ignacio Cepeda Dávila, Óscar Flores Tapia, Humberto Moreira Valdés y Jorge Torres López tienen secretos bajo llave y recuerdos vivos que siempre serán noticia.
La banca, la traición y la soledad, palabras que los rondaron antes y después de sus gobiernos. Para algunos son innombrables. Ignacio Cepeda está en la historia de Coahuila por suicidarse el 22 de julio de 1947 en Saltillo, según la versión oficial por un desaire y nulo apoyo que recibía del entonces presidente de la República, Miguel Alemán Valdés.
Raúl López Sánchez, Paz Faz Riza y el nigropetense Ricardo Ainsle Rivera fueron gobernadores interinos durante el gobierno de Cepeda Dávila tras su deceso que estremeció a la entidad.
Otro que vivió una experiencia amarga con el Gobierno Federal fue Flores Tapia, quien tomó posesión como gobernador el 1 de diciembre de 1975. Sus diferencias con el presidente José López Portillo, lo obligaron a renunciar el 11 de agosto de 1981, cuatro meses antes de finalizar su periodo constitucional. Lo relevó Francisco José Madero González en el cargo.
La historia cuenta que Óscar estaba advertido de que si no dejaba el puesto iría a prisión por enriquecimiento ilícito. Sus roces políticos empezaron en la Ciudad de México, cuando decidió a apoyar a Mario Moya Palencia y no a José López Portillo cuando los dos secretarios aspiraban a la Presidencia.
Pasaron 27 años. El 1 de diciembre de 2005, Humberto Moreira llegó a la Gubernatura. Dirigió al estado hasta el día 3 de enero de 2011. Jorge Torres López lo sustituyó como gobernador interino porque Humberto pidió licencia para postularse como presidente nacional de su partido, el PRI.
En el cargo, Moreira Valdés permaneció nueve meses (de marzo a diciembre) al decidir renunciar a la dirigencia del tricolor por los señalamientos de ilegalidades cometidas y el endeudamiento irregular en su Gobierno y que representaba un obstáculo a la campaña del ex presidente Enrique Peña Nieto. Hasta hoy, a Humberto lo han absuelto de las acusaciones que hay en su contra.
A 72 años de su muerte
Unas horas antes de su fallecimiento, Ignacio Cepeda Dávila había llegado por tren a la capital de Coahuila, procedente de la Ciudad de México, donde estuvo durante 10 días en la atención de asuntos oficiales.
En la habitación de una casa situada frente a la Alameda Zaragoza, Ignacio determinó utilizar un arma de fuego para darse un balazo en el lado derecho de su cara. El primero en llegar fue León V. Paredes, porque permanecía en una habitación aledaña revisando una papelería.
Bibliografías del Archivo Municipal revelan que durante la administración de Ignacio había funcionarios que hablaron a sus espaldas y lo hicieron también en el centro del país.
Cepeda Dávila arribó a la Gubernatura el 1 de diciembre de 1945, un año antes de que concluyera el gobierno de Manuel Ávila Camacho; el primer día de diciembre de 1946, rindió protesta Alemán Valdés como Presidente de la República.
Autodidacta, soñó ser
presidente de México
A los 85 años, el gobernador Óscar Flores Tapia dejó de respirar al mediodía del 11 de julio de 1998 en el Hospital Muguerza de Saltillo, víctima de un paro cardiaco que le sobrevino por una insuficiencia respiratoria. Ese día, el Maestro Masón emprendió su viaje final hacia el Oriente para ocupar su sitio en el horizonte donde nace el Sol diariamente.
Flores Tapia perteneció a un pequeño grupo de gobernadores a quienes los medios nacionales les llamaron “Los Cuatro Jinetes del Apocalipsis”. Rubén Figueroa Figueroa, de Guerrero; Enrique Cárdenas González, de Tamaulipas; Bernardo Aguirre Samaniego, de Chihuahua; y Óscar, de Coahuila.
Este cuarteto de políticos pensó largamente que podían disputarle al presidente José López Portillo el poder de elegir a su sucesor. Elaboraron estrategias y análisis políticos a su manera, pero no los condujo a ninguna parte.
Fue intolerante y reflexivo, noble y orgulloso, implacable y sensible, pasional y cerebral, autoritario y de gran corazón, lo mismo peleaba que conciliaba, sabía golpear y también acariciar; pero a pesar de todo, nadie -ni sus más acérrimos adversarios- le podrán escatimar el éxito que tuvo al escalar los más encumbrados niveles del poder desde la más precaria condición social.
Apellido con estigma
Su nombre y apellido estremecen a la ciudad en donde nació cada vez que decide visitarla. Igual sucede cuando acude a otros municipios del norte de Coahuila, como la frontera de Piedras Negras, lugar de donde es originaria su esposa Vanesa Guerrero, con quien ha procreado tres hijos. Vanessa Lucía, Eva Catalina y Humberto.
Humberto Moreira Valdés es motivo de noticia a donde quiera que vaya. Su forma de contestar cuando le preguntan por la política local, estatal y nacional, hace que su mente y corazón alteren su estado de ánimo por el apasionamiento que tiene por el tema.
Renunció a la Gubernatura para irse a dirigir al PRI nacional por poco menos de un año, sigue atento a todo lo que rodea y más a lo que sucede en Coahuila. “Es inquieto desde niño y nunca cambiará”, lo definen sus mismos amigos.
Moreira Valdés saltó a la Gubernatura después de ser alcalde de Saltillo e invitó a una nueva clase para hacer política. Algunos de ellos inexpertos a los que rondó la ambición, egoísmo y la traición, sin importarles hacer quedar mal al amigo que traía intenciones de llegar a lo más alto de los escenarios políticos nacionales.
Uno de sus amigos es el ex tesorero Javier Villarreal Hernández, detenido y declarado en los Estados Unidos. Ahora está libre y nadie sabe de su paradero, luego de estar acusado de lavado de dinero obtenido a través de préstamos fraudulentos, robo y uso dinero público para su enriquecimiento personal.
La deuda en Coahuila, de más de 36 mil millones de pesos, es una herencia que dejó la administración de Humberto, en donde la PGR no ha encontrado elementos que lo vinculen, pero sí hay exfuncionarios de su Gobierno acusados y enfrentan procesos por sustraer dinero de la Tesorería Estatal.
Y es que cuando se compara a los ex gobernadores Moreira Valdés y Flores Tapia hay una gran diferencia, porque Óscar provenía de una familia muy humilde y Moreira Valdés es hijo de dos maestros: Rubén Moreira Cobos (qepd) y Evangelina Valdés. Humberto Moreira estuvo días solamente en un Centro de Detención en España. Salió en libertad por falta de pruebas y regresó a México.
Nombramiento pesadilla
El 30 de noviembre de 2011, el gobernador interino Jorge Torres López agradeció a los coahuilenses los casi 11 meses que estuvo al frente luego de inaugurar la etapa final del mega distribuidor Vial El Sarape, la magna obra de aquel sexenio. A partir de aquí vive una pesadilla, la cual desearía que nunca hubiera empezado.
Y es que luego de ser miembro de una familia empresarial prestigiada en la capital de Coahuila, Jorge pasó a ser uno de los más buscados por la agencia antidrogas (DEA) de los Estados Unidos.
Desde septiembre de 2013, es investigado por realizar transferencias por 2.8 millones de dólares, presuntamente desviados del erario de Coahuila y depositados finalmente en un banco de las Bahamas, donde Estados Unidos le decomisó este dinero. Ahora, sigue preso en ese país.
Aquí en Coahuila, Torres López salió librado de los señalamientos por enriquecimiento en Coahuila, porque la Procuraduría General de Justicia estableció que había recibido una donación de 3 millones de dólares. Asimismo en la investigación realizada por esta dependencia no se incluyen los 2.8 millones de dólares incautados en el vecino país.
(Continuará).