Apolinar Rodríguez Rocha.
Tal parece que de la tercera trasformación pasamos a la devastación de la soberanía. Entregando nuestro derecho a la libre determinación de los pueblos a la soberanía de la comunidad internacional.
Nuestra Constitución en su artículo 39 predica, como voz en el desierto, que la soberanía reside originariamente en el pueblo, tal parece que son palabras vacías, al inicio de este año 2020, nos percatamos que los mexicanos ya no gobiernan México, que las políticas económicas y planeación de la economía nacional son impuestas por el Banco Mundial. Que la cultura mexicana no se respeta, ha sido impuesta por la Organización de las Naciones Unidas, devastando la cultura nacional, por un sin número de prácticas culturales extranjeras, en un malinchismo exacerbado, voraz y rampante, destruyendo la familia tradicional mexicana, los usos y costumbres.
Llegando este malinchismo incluso a sancionar irracionalmente el piropo, sin prestarse a razonar democráticamente una tradición mexicana, que lejos de ser un acoso, se trata más de una creación intelectual digna de calificarse de poema, de elogio, más que un insulto. Claro que no todos, los hay de tal vulgaridad que a cualquiera ofenden. Pero el calificar así en general al “piropo” como un acoso sexual. Es digno de definirse como un exceso legislativo.
Síntoma de este malinchismo lo es la transición de la paz familiar de antaño, de cuyo orden ha devenido a Leyes que fomentan el caos y la anarquía en la familia, por una artificial e inducida lucha por la prevalencia más que de género, de los sexos. En una lucha sin tregua, fomentada por el Estado para destruir la comunicación sexual heterosexual bajo las figuras jurídicas antinaturales, artificiales, genéricas, abstractas y exageradas del acoso, y el hostigamiento sexual, en normas cuya hipótesis jurídica es de tal amplitud en su abstracción que sancionan hasta la propuesta de matrimonio, sancionando toda propuesta por más mínima que sea o insinuación sexual, llegando en Coahuila al caso incluso de encarcelar por simplemente ver a una persona.
Lo que atenta abiertamente contra el derecho a la libertad sexual del ser humano, es similar a la prohibición en la Alemania Nazi a los judíos de comunicarse en privado. Más que una protección a la mujer, es un veto o censura al derecho humano a la comunicación sexual entre géneros, y atentando contra otro derecho humano que lo es el libre desarrollo de la personalidad, la figura jurídica, su hipótesis es tan amplísima que contienen total prohibición, que se convierten en normas castrantes, están limitando en exceso y a extremo, la interacción social de los géneros (hombre y mujer) con una evidente intención de evitar la comunicación y la práctica heterosexual, esto se aprecia de las normas que en escalada cronológicamente han sido impuestas en México, empezando por el incentivo al uso de anticonceptivos. Seguidos de la configuración del Delito de violación entre cónyuges. La Prohibición del señalamiento que el matrimonio es para fines de procreación. Siguiendo el mal llamado divorcio exprés que no es otro que el divorcio sin causa. Para luego el aumento de la edad para contraer matrimonio. El aborto lícito o derecho de la mujer a decidir sobre su cuerpo, etc.
Como se observa no es más que una manipulación intencional y masiva sobre la población a través de las normas programáticas (por la amenaza de sanción penal) orientándolas e incentivándolas al homosexualismo u otras prácticas de satisfacción sexual. De donde en términos de derecho penal del enemigo, según estas normas se degenera a tal grado que denomina enemigo a todo varón o mujer heterosexual que proponga en cualquier tipo de comunicación relaciones sexuales a cualquier miembro del otro género.
Todo lo anterior contraviene los derechos humanos previstos en el artículo 4º Constitucional que dispone “El varón y la mujer son iguales ante la ley. Ésta protegerá la organización y el desarrollo de la familia. Toda persona tiene derecho a decidir de manera libre, responsable e informada, sobre el número y el espaciamiento de sus hijos.”.
Luego, si en México se impide intencionalmente la comunicación sexual entre hombre y mujer, para evitar que lleguen a la copula fértil consentida, y así reducir la procreación, y la explosión demográfica y visto que ello es una condición que el Banco Mundial ha impuesto para que México acceda al Crédito Internacional y a la “ayuda humanitaria”.
Entonces es evidente, se trata de una prohibición Estatal a la comunicación sexual entre varones y mujeres, en las prohibiciones normativas denominadas acoso y hostigamiento sexual, mismas que no son más que manifestaciones de una política pública tendiente a la eliminación de la explosión demográfica, pues si los mexicanos pasan la mayor parte de su vida en el trabajo o en la escuela, es naturalmente en estos lugares donde se desarrolla la interacción sexual, ahora desvirtuada la comunicación sexual por la errónea, amplísima redacción artificial, abstracta, genérica de la norma, en una pésima técnica legislativa, tanto en Leyes, como en reglamentos y protocolos de los poderes Legislativo, Ejecutivo y Judicial.
Esperemos que la prohibición se modere en la evolución normativa y jurisprudencial de las normas que regulan tanto el acoso, como el hostigamiento, pues sin duda son dignas de legislarse y prohibirse, mas las mismas deben legisladas con una moderación prudencial, solo a casos específicos cualificados, necesarios y suficientemente en numerus clausus (número limitado), en normas que deben ser normas excepcionales a la comunicación sexual, no la norma que prohíba en absoluto como lo hacen la redacción actual a la comunicación sexual, que hace ver la comunicación con el sexo contrario como un peligro latente de acusación y sanción al varón.
De cualquier manera el legislador está obligado a moderar la norma de tal forma que no sea una pura y simple política de castración a los mexicanos, al fin y al cabo eliminar las castas y la genealogía de los Nativos Mexicanos, se puede calificar de genocidio, aun cuando sea en obediencia servil, a la orden impuesta por la ONU y los Estados Unidos a México como método de control natal el evitar el matrimonio, el noviazgo, los romances, en una política de reducir la comunicación sexual entre géneros, para reducir las prácticas sexuales reproductivas e incentivar la práctica de relaciones sexuales o prácticas sexuales estériles, para reducir o impedir el nacimiento de más mexicanos.
Así define Wikipedia el Genocidio: “El genocidio es un delito internacional que comprende «cualquiera de los actos perpetrados con la intención de destruir, total o parcialmente, a un grupo nacional, étnico, racial o religioso como tal». Estos actos comprenden la «matanza y lesión grave a la integridad física o mental de los miembros del grupo, sometimiento intencional del grupo a condiciones de existencia que hayan de acarrear su destrucción física, total o parcial, medidas destinadas a impedir nacimientos en el seno del grupo, traslado por la fuerza de niños del grupo a otro grupo».
El término fue acuñado y definido por primera vez por el jurista judeo-polaco Raphael Lemkin, que en 1939 había huido del holocausto y encontrado asilo en Estados Unidos. En su libro El poder del Eje en la Europa ocupada publicado en 1944 definió así el genocidio:
“La puesta en práctica de acciones coordinadas que tienden a la destrucción de los elementos decisivos de la vida de los grupos nacionales, con la finalidad de su aniquilamiento.”
Según el sociólogo e historiador estadounidense Michael Mann, el genocidio es el grado más extremo de violencia intergrupal y el más extremo de todos los actos de limpieza étnica. Para este autor el impacto de los genocidios durante el siglo XX es devastador, tanto por el número de víctimas, que cifra en más de 70 millones de personas, como en la extrema crueldad de las agresiones.
Porque si se va el mexicano, al desaparecer las próximas generaciones, “quien va a sembrar el tomate, la lechuga y el betabel”
Ojo mexicanos o nos desaparece como raza o nación la comunidad internacional.
Feliz 2020. Que Dios bendiga sus generaciones, y que los pies de sus próximas generaciones sigan
pisando suelo mexicano.