José C. Serrano Cuevas.
Diciembre y el año 2019 están por concluir. Atrás van quedando muchas y diversas esperanzas planteadas en algo que se dijo sería un “nuevo régimen”. Las celebraciones de temporada son opciones para fugarse, momentáneamente, de una realidad que no está dispuesta a hacer concesiones, y no las hace, porque no tiene con qué.
Quedan en el archivo de los pendientes asuntos que, algún día, se les catalogó como relevantes: rescate del sistema de salud pública; mejoras sustantivas en la acción educativa; fortalecimiento del ingreso a los trabajadores peor remunerados; cancelación de percepciones onerosas y otros privilegios en el aparato judicial; Impartición de justicia pronta y expedita para las decenas de miles de víctimas del crimen organizado, y un largo etcétera trepado en la incertidumbre.
El jueves 19 de diciembre último, se hizo púbico el informe que emitió Irma Eréndira Sandoval Ballesteros, titular de la Secretaría de la Función Pública (SFP), sobre la investigación a las 21 denuncias en contra de Manuel Bartlett Díaz, director de la Comisión Federal de Electricidad, (CFE), por supuestos contratos entre familiares de éste y la Empresa de Clase Mundial. En un documento de 29 cuartillas la secretaria aseguró que las pesquisas no arrojan conflicto de interés.
Lo asegurado por la hija del político guerrerense Pablo Sandoval Ramírez, quien fue militante de izquierda y dirigente de varios institutos políticos como el Partido Comunista Mexicano (PCM), el Partido Socialista Unificado de México (PSUM) y el Partido de la Revolución Democrática (PRD), quedó ante la mirada crítica en los ámbitos nacional e internacional, como una calca de la parodia que montó Virgilio Andrade Martínez, para exonerar en su momento, a Enrique Peña Nieto y Angélica Rivera Hurtado, por el asunto de la Casa Blanca.
Los curiosos se dedicaron a revisar la historia de vida de la jefa de la SFP: licenciada en Economía por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM); licenciada en Sociología por la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM); maestra en Estudios Latinoamericanos por la UNAM; maestra y doctora en Ciencia Política por la Universidad de California.
En el plano profesional ha sido investigadora de tiempo completo en el Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM; pertenece al Sistema Nacional de Investigadores (SNI); es experta en temas de Fiscalización, Corrupción, Transparencia y Rendición de Cuentas; ha sido consultora para el Banco Mundial (BM) y del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD). Con su talento y dedicación ha labrado un curriculum impresionante, idóneo para profundizar, seriamente, en el caso Bartlett que la sociedad puso en sus manos.
El Jefe de Sandoval Ballesteros, Andrés Manuel López Obrador, presidente de la República, aplaudió sin reconcomio y sin regateo el resultado que favorece a su amigo Manuel Bartlett Díaz, un converso sin paralelo que cayó parado en la tierra prometida del Tlatoani tabasqueño.
Para tratar de entender esta notoria contradicción entre la Irma Eréndira, dueña de una formación acádémica consolidada, y la otra, la que ocupa una posición destacada en la actual administración federal, hubo necesidad de releer algunas líneas que el politólogo venezolano Ludovico Silva, plasmó en su libro Teoría y práctica de la ideología, que circuló por las aulas universitarias entre las décadas 70 y 90 del siglo XX.
“La estructura de la sociedad es comparable a los cimientos que soportan un edificio, y la ideología de la sociedad es comparable, a su vez, al edificio mismo, o mejor dicho, a su fachada. El ideólogo, deslumbrado por la fachada social, se olvida de que son los cimientos los que soportan todo el edificio jurídico y político; declara inexistentes a los cimientos, o en todo caso, invierte las relaciones y dice que es el edificio el que soporta a los cimientos y no los cimientos al edificio…”
“La ideología es un sistema de valores, creencias y representaciones: políticas, jurídicas, morales, religiosas, científicas y artísticas. El autor dice que a lo largo de la historia humana, la política, ha revestido casi siempre un carácter puramente ideológico”.
¿Será que Sandoval Ballesteros, no obstante de contar con cimientos sólidos, propios y los heredados por su progenitor, el también doctor en Ciencia Política por la UNAM, se deslumbró con la fachada de la 4T?