Luis Fernando Hernández González.
“El buen ciudadano es aquel que no puede tolerar en su patria un poder que pretenda hacerse superior a las leyes.”
Marco Tulio Cicerón.
Los fenómenos controversiales están a la orden del día en una sociedad que por sus mismas cualidades no acaba por madurar, lo vemos como en 2018 generó una balanza en el que los pesos y contrapesos que dan sentido y efectividad a una democracia participativa y de equilibrio en el actuar de los entes públicos no resultaron del todo positivo en favor de los ciudadanos.
Y diga usted si no, en donde el caldo de cultivo propiciado por quien triunfó con amplia solvencia numérica electoral, géneró como plataforma el resentimiento y el odio entre ciudadanos, inoculando a los desposeídos y a todos aquellos que la misma vida les había generado frustraciones fatales en la formación de su personalidad.
Obvio es decirlo que ha todo esto se desplegó una serie de propuestas que buscaron mediante el discurso fácil y poco responsable, plagado de un populismo de bajo perfil, con ello penetró en convencimiento y respaldo de quien sin agotar el mínimo esfuerzo de superación personal, le sirvió como expectativa para la realización de sus esperanzas y sueños por materializar, hoy somos testigos de esta realidad en el que la gobernanza política, tanto interna como externamente, se describen lesionadas en su prestancia social y conductiva de los ciudadanos .
En su libro “Cómo Perder un País” Temelkuran Ece, nos da una idea que puede servir en estos momentos de ejemplo, cuando la autora nos genera una descripción de resistencia contra el fascismo, el populismo, nacionalismos y tentaciones dictatoriales de gobiernos, señalando como fecha el 15 de julio de 2016, en donde ella contempla a través de la ventana de su realidad, el desarrollo del chapucero golpe de Estado que Erdogan sofocará en pocas horas, y que le proporcionará la excusa para activar un engranaje de detenciones y purgas. Motivando como en sociedad apacible, razón por lo cual nos sorprende ¿Cómo llegó Turquía, que aspiraba a ser europea y moderna, a semejante situación?
La descripción editorial de su libro nos describe que es tan claro como terrible: el populismo y el nacionalismo corroyeron el sistema y derivaron en tentación autoritaria. Más nos señala que eso no es exclusivo de Turquía. Lo vemos en Venezuela, Bolivia y en Hungría, y hay señales de alarma en los Estados Unidos de Trump, en la Gran Bretaña del Brexit y en la Europa de la ultraderecha, que también ha llegado a España.
En esta edición que no tiene ningún desperdicio, la autora enfatiza que el mismo puede ser un manual de instrucciones para llevar a un país de la democracia a la dictadura de facto en siete pasos, que la misma autora denuncia a modo de antídoto: crear un movimiento, trastocar la lógica y atentar contra el lenguaje, apostar por la pos verdad, desmantelar los mecanismos judiciales y políticos, diseñar tu propio modelo de ciudadano, dejar que ese ciudadano se ría del horror y construir tu propio país a tu medida. Este es un texto imprescindible, que todos deberíamos leer antes de que sea demasiado tarde.
He aquí algunas expresiones que nos invitan a leer este texto de “Cómo Perder un País”. El mejor libro que he leído sobre la tendencia populista y autoritaria que está rehaciendo nuestro mundo, así lo describe Benjamín Rhodes
Indispensable para cualquiera que quiera entender las fuerzas que están convulsionando nuestro mundo (Patrick Cockburn).
Es por ello indispensable que en el proceso de consolidación de nuestra aún joven democracia mexicana se hace cada vez más necesaria la definición e instrumentación de una política de Estado que oriente la futura construcción de ciudadanía como así, nos lo apunta la autoridad electoral del país. En los últimos 20 años diversas instituciones, organismos autónomos y organizacio-nes de la sociedad civil han impulsado proyectos interesantes que han contribuido a elevar la cultura política y el ejercicio de derechos en nuestra sociedad.
Aclarando que en la medida que tales iniciativas no han partido de diagnósticos comunes y han carecido de una visión integral de los diferentes componentes que inciden en la calidad de la ciudadanía, han terminado por ser esfuerzos sin duda muy pertinentes y muchos de ellos exitosos, pero también en general aislados de corto y mediano plazo. Ante ese contexto, y en el marco de la Estrategia Nacional de Educación Cívica para la Participación Democrática de éste y los próximos años deberemos de reforzar esfuerzos en donde la base de la conciencia no motivacional, sino de una visión más amplia sobre qué tipo de aristas y factores, se debe de construir el México actual y el México del futuro.