Profesor Evaristo Velasco Álvarez
Y comienzan las fiestas decembrinas, la algarabía y el fandango no se hacen esperar, y con gusto nos entregamos a la diversión de todos y a demostrarnos a nosotros mismos que estas fiestas son la descarga pura de las tensiones que llevamos, tras meses de estar trabajando con ganas.
Es el tiempo de hacer un buen BALANCE DE NUESTRAS ACCIONES; de echar a la balanza lo que hicimos bien y lo que hicimos equivocados; de medir nuestras acciones y omisiones con puntualidad, y de reconocer nuestro actuar en una justa medida y señalarnos a nosotros mismos EL BIEN Y EL MAL.
Sabedores de que en breve comenzará un año nuevo y de que lo queremos comenzar después de VACIAR nuestra alma, iniciamos por imponernos una serie de CASTIGOS o propósitos para el año que viene:
a) Que haremos ejercicio de las 6 a las 7 para comenzar el día con energía.
b) Que visitaremos a ¿? Todos los jueves por la tarde,
c) Que procuraremos comer menos y con cuidado en los alimentos,
d) Etcétera.
Y hasta pegamos en el refrigerador y en el espejo del baño nuestros propósitos, para que no se nos olviden, y tal vez la primera semana de enero los cumpliremos… Pero en la segunda ya mejor decidimos que hace mucho frío a esa hora para salir a hacer ejercicio y mejor lo haremos después de comer o buscaremos una mejor hora (que nunca llega).
Luego nos acordamos que la amistad con ¿? No es muy buena porque nos “ofendió” la semana pasada y decidimos ya no visitarla, para “castigarla” con nuestra ausencia, y terminamos yendo a la birria y a los tacos y a las hamburguesas porque es más sabroso y no tenemos que preparar nada… Eso ya está listo para comer rico… La dieta que espere… Y todos nuestros buenos propósitos se esfuman en el aire y dejamos que el medio ambiente y la rutina nos envuelvan.
Y es entonces que nos sentiremos culpables todo el año por no poder guardar y cumplir con nuestros propósitos… Mejor será que busquemos lo que SÍ estemos dispuestos a cumplir y nos hagamos un verdadero propósito de llevar a cabo, con toda la realidad, para ¡Que Viva México!
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