Apolinar Rodríguez Rocha.
Despareció en 2019 la prisión de “Las Islas Marías”, catalogada por décadas una de las mejores prisiones del mundo, donde los presos compurgaban sus penas en semilibertad.
Tal vez porque había una cárcel más grande, la esclavitud económica y los hipercontroles sobre los ciudadanos por y para el Estado, son cadenas y son injusticia.
Cambiaron las leyes mexicanas, aquellas que protegían la libertad y derechos, ganados con el sufrimiento y la sangre de nuestros héroes y mártires nacionales de la Guerra de Independencia y de la Revolución Mexicana, y nos cargaron de cadenas en favor del gobernante.
Pareciere una pacífica transición de la libertad a la dictadura.
Cuando en la década pasada, las voces y el reproche ciudadano denunciaban los genocidios en México, ahora esas mismas voces los encubren hasta en el discurso.
La injusticia lo es, la practique Juan o la practique Pancho.
La dictadura es injusticia.
Que decepción del activismo social mexicano de la década pasada, si se han enterado que le ladraban a la injusticia por hambre y no por amor, les avientan un hueso, para que se fueran a casa.
Ahora que están saciados y en encargos públicos aplauden la injusticia, la autorizan, firman y hasta la practican. ¿No entienden que están heredando a sus hijos y nietos, cadenas de esclavitud?
¿Durará la falsa paz del esclavismo estatista? La esclavitud es campo fértil a la revolución. Así lo advierte en su prólogo la declaración Americana de Derechos Humanos “Considerando esencial que los derechos humanos sean protegidos por un régimen de Derecho, a fin de que el hombre no se vea compelido al supremo recurso de la rebelión contra la tiranía y la opresión;”
Isaias 42 “Sordos, oíd; ciegos, mirad y ved.” B.L.A.