Apertura total del AGN

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José C. Serrano Cuevas.

La materia de conocimiento de la historia no es el pasado como tal,
sino aquel pasado del que nos ha quedado alguna prueba y evidencia.
R.G. Collingwood.

Carlos Montemayor Aceves, dejó a sus muchos lectores el legado de una reconocida obra narrativa, poética y ensayística. Investigó, por sus tareas como novelista, los movimientos guerrilleros en México y dedicó gran parte de su trabajo crítico a la literatura contemporánea (de su tiempo).
Montemayor escribió la primera novela mexicana sobre la realidad del espionaje político: Los informes secretos. Desde el oscuro corazón del aparato de seguridad nacional, un agente especial informa por escrito a su superior acerca de la vigilancia de que es objeto un personaje enmarañado en “relaciones peligrosas”.

A partir de datos reales, de testimonios personales, de acontecimientos ocurridos en México en 1995 y de una reelaboración de documentos policiacos y militares fidedignos, el escritor parralense logra crear una novela de gran tensión que descubre al lector la perspectiva policiaca y la infiltración política en México durante varias décadas. Una novela basada en archivos oficiales prohibidos y asuntos de seguridad nacional que, pocas veces han llegado a la literatura.

En las páginas 148 y 149, elegidas al azar, puede leerse el reporte que el agente especial rinde a la superioridad: “De acuerdo con lo que usted pidió, he apresurado las transcripciones de las conversaciones del objetivo con el ‘comunista’ arrestado en la manifestación del 1 de mayo de 1952. Le envío una segunda parte. En cuatro días más le entregaré las horas restantes de grabación. La V, le recuerdo, identifica al objetivo y la M al comunista”.
V. ¿Cuándo salió usted de la cárcel, recuerda el día?
M. Sí, como no, fue el 30 de noviembre de 1953.
V. ¿Qué hizo al salir?
M. Nadie nos esperaba. Franqueamos la puerta de salida Manuel Díaz Arzabe, Luis Hernández Ortiz, Hernández Lázaro y yo. Abordamos un taxi de inmediato y durante el trayecto se nos pegó por atrás un carro repleto de policías vestidos de civil, no a una calle o dos, sino muy próximo, oliendo las placas…
Un hecho actual tiene conexión directa con los aportes de Carlos Montemayor: la manifestación, en días recientes, de investigadores de instituciones académicas y de organizaciones de derechos humanos, ex presos políticos y familiares de desaparecidos, frente al Archivo General de la Nación (AGN) para exigir la “apertura total e irrestricta” del expediente de la guerra sucia y de los actos cometidos por el Estado mexicano contra las garantías fundamentales.
En la protesta se presentó un manifiesto en el que se plantea no sólo que se abran más documentos, sino que los que ya tiene el AGN se inserten en políticas de justicia, memoria y verdad.
Los manifestantes han expresado que “estos no son los únicos acervos que prueban la represión y la violencia del Estado. Pronto llegarán otros del Centro de Investigación y Seguridad Nacional (Cisen). Es necesario dar cuenta de los archivos de los reclusorios estatales y de las policías judiciales y locales. Los queremos todos. Falta que la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) entregue los documentos sobre las violaciones a derechos humanos”.
La historiadora Aleida García Aguirre fue la encargada de leer el manifiesto frente a la entrada principal del recinto que alberga al AGN. Es autora del texto La revolución que llegaría. Experiencias de solidaridad y redes de maestros y normalistas en el movimiento campesino y la guerrilla moderna en Chihuahua 1960-1968.
La investigadora explicó que no obstante que ya están abiertos y con acceso al público varios de los archivos de las décadas de los 60 y 70, el acceso es paulatino y con muchas trabas. Además, dijo que se tiene la idea equivocada de que los archivos de la Dirección Federal de Seguridad (DFS) y algunos de la Sedena fueran el ‘universo’ de esa época, dejando de lado otras instancias que también intervinieron en casos de siniestras violaciones a las garantías fundamentales en México.