Posverdad en vez de información falsa

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Iván Nájera Agüero.

La posverdad se ha definido como un contexto cultural e histórico en el que la contrastación empírica y la búsqueda de la objetividad son menos relevantes que la creencia en sí misma y las emociones que genera a la hora de crear corrientes de opinión pública. Esto se basa en falsas ideas, creencias y convicciones no respaldadas por fuentes confiables. De esta manera, el argumento racional ya no es la fuente de la verdad sino el atractivo y el sensacionalismo del contenido publicado. No importa que estos contenidos a menudo sean simplemente engañosos o hasta falsos. En su uso más simple y de manera más extendida, se popularizó denominar “posverdad” a ideas que son tomadas como verdad, aunque sean falsas, por poner el factor emocional por encima de lo verificable. Ejemplo de ello son las noticias falsas propagadas vía Internet con el tema del coronavirus, donde por este tipo de acción se empezó a culpar a las personas de China por la propagación. Siguiendo dicha lógica, muchas personas habrían tomado dichas noticias falsas como si fueran verdaderas y en consecuencia habrían evitado a los ciudadanos de China y todo lo relacionado a ellos como el único factor para que se pudieran enfermar.

Basta una palabra sacada de contexto o una imagen seleccionada o aún peor, manipulada, para que una verdad se convierta en “posverdad”, es decir, en mentira. ¿Se pueden señalar culpables de este nuevo fenómeno? Podríamos decir que, los medios que seleccionan una parte del todo; las redes que divulgan todo lo “divulgable”, a ver si “pega” y aunque no “pegue”, a ver si impacta, que es uno de los elementos de la «posverdad», junto a la emoción, el llanto, las lágrimas, el enfado, la rabia, la justicia en nuestras manos, las decisiones en caliente, la reacción multitudinaria, etc.
Un misionero africano explica este tema: “La posverdad es la manera de presentar la realidad en la que los hechos objetivos pierden valor a favor de las emociones y las creencias de quien las explica y, sobre todo, de quien las leerá. Emocionar al lector, agitar su mundo interior, conseguir que quede impresionado, conmovido, ésta es la clave fantástica, aunque para eso tengamos que retorcer los hechos, esconder algunos detalles significativos, exagerar otros e, incluso, que aparezcan situaciones que se habrían podido dar allí, pero que de hecho no existieron. Ahora lo llaman posverdad. Y ¿por qué no lo llaman manipulación o directamente fraude?”

A la popularización de posverdad se le unió la del concepto alternativa facts, que en español se traducen como “hechos alternativos”. Mentiras, para dejarlo más claro. Pero con un matiz: los hechos alternativos, a diferencia de las mentiras en general, tienen detrás un potente aparato mediático y propagandístico que los respalda y que hará todo lo posible por hacer que esas falsedades, mentiras, invenciones parezcan explicar la realidad o, al menos, que no parezcan mentiras. La posverdad supone un emborronamiento de la frontera entre la verdad y la mentira, y crea una tercera categoría distinta a las dos anteriores. Una en la que un hecho, ficticio o no, es aceptado de antemano por el simple hecho de encajar con nuestra forma de pensar. Por ejemplo, en política, la mayoría de los lectores (de periódicos, de programas audiovisuales, de redes sociales, etc.) siguen a medios que coinciden con su punto de vista. Así, un seguidor de Trump, AMLO, Bolsonaro también seguirán medios favorables a los partidos políticos que pertenecen éstos y por lo tanto consumirá contenidos sesgados que solamente refuercen su postura preexistente y este ejemplo se puede aplicar para personas que están a favor de algún movimiento político, social, de alguna persona de las llamadas líderes de opinión, etc.

En la era de los algoritmos, como en Facebook, este refuerzo cognitivo se hace más evidente: En nuestro muro tenemos contenidos similares a los que les dimos like y cosas compartidas por nuestros amigos. Así, las redes sociales suelen reforzar nuestras propias opiniones a tal grado que muchas veces damos unfollow a los contactos con opiniones distintas a la nuestra.
Para finalizar nos podemos preguntar ¿Y qué es lo que aporta la posverdad? la posibilidad de crear un contexto en el que la verdad y la contrastación y presentación de pruebas se valore de una manera tan pequeña que puedan subsistir todo tipo de injusticias, mentiras e ideas sin pies ni cabeza pero que afectan vidas directamente e indirectamente (familia, amigos, pareja sentimental, etc.) sin que las personas que difunden dicha mentira les importe lo mas mínimo, aun sabiendo el daño que pueden hacer al publicar información con las características que se mencionaron anteriormente.

Para tomar en cuenta
Patricia Vargas Bryan quien estuvo al frente a la asociación civil apartidista, Participación Ciudadana 29, integrada por ciudadanos de ambos sexos, con la misión de construir una sociedad en democracia para el ejercicio de los derechos, rendición de cuentas y transparencia.
Publica en la página oficial de Participación Ciudadana 29, una evaluación completa pero en resumen se puede concluir en general el desempeño del último año del Congreso del Estado de lo siguiente publicado: “El último año la presidencia del Congreso fue encabezado por un diputado del PAN, Marcelo Torres, y por ello los organismos de la sociedad civil esperábamos que esa condición realmente marcara una diferencia en cuanto a las propuestas, votaciones y los resultados en rendición de cuentas de la administración estatal. Nos quedamos esperando”…

Una investigación periodística de un medio de comunicación local consideró que el entonces Presidente de la Junta de Gobierno del Congreso del Estado de Coahuila, el diputado Marcelo Torres, registraba uno de los más impuntuales, ausencias y con un sueldo de aproximadamente de 900 mil pesos al año.