Un día sin mujeres…

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Alfredo Velázquez Valle.

El problema que entraña la violencia contra las mujeres y contra la vida misma es estructural; hay un sistema históricamente dado que está acabando, por medio de múltiples e interconectadas violencias no solo con especies y ecosistemas, sino con el ser humano mismo.

Este sistema mundo se llama neoliberalismo y lleva en su razón la sinrazón de la explotación desmedida (como si los recursos naturales fueran infinitos y no finitos) de todo cuanto sea tenido como medio para engendrar riqueza… devenida en muerte.

En este contexto donde la lucha por revolucionar de raíz y en tiempo record (ya no queda prácticamente mucho margen de ello para actuar), la manera como hasta ahora el neocapitalismo ha impuesto, a través de sus personeros, la manera de reproducir la vida (que no es vida en plenitud), las mujeres trabajadoras –de ahí la conmemoración del “Día de la Mujer”-, han de poner su empeño todo para que dicho orden sea revertido.

Antes que una lucha de sexos, es una lucha de clases en donde lo que entra en juego son dos órdenes diametralmente distintos de entender la vida y de cómo reproducir las condiciones que la hagan digna de ser experimentada como lo que debería ser: plena, libre de explotación, y con responsabilidad para con el medio que la sustenta.

Dos maneras de comprender para hacer habitable este planeta: o capitalismo devenido en barbarie, guerras, ecocidios y, finalmente colapso civilizatorio; o socialismo humanista, cooperación, respeto por la vida y sus múltiples manifestaciones y formas superiores que trasciendan la barbarie de la explotación inhumana por irracional.

La protesta de las mujeres trabajadoras no es contra los hombres trabajadores; entenderlo así es caer en reduccionismos simplistas y maniqueos además de falsos e inútiles. No, la protesta de la mujer trabajadora deberá dirigirse contra un orden estructurado por un sistema económico-político llamado neocapitalismo, que es patriarcal, racista, xenófobo, machista y explotador y que de no ser cuestionado a raíz (de ahí su radicalidad), la vida del planeta azul, que hoy por hoy ya está en grave riesgo, se extinguirá en su totalidad a una velocidad sorprendente y en medio de graves sufrimientos y atrocidades como sucede siempre en los colapsos civilizatorios.

Las mujeres y hombres; los seres humanos todos; los explotados y excluidos, debemos poner el acento en la manera de como habremos de coordinar, organizar, nuestros esfuerzos y nuestras luchas para poner en verdadero jaque mate al sistema criminal capitalista que ya de tiempo atrás debió de haber quedado en la prehistoria, en la memoria difusa de del tiempo superado.

No hay mañana con capitalismo; no hay mañana con violencia contra los seres humanos desposeyéndolos de su humanidad; no hay mañana para el género humano con un sistema-mundo que niega el pan y el techo, la salud y la educación, el esparcimiento y los goces de la cultura; una amenaza latente y muy real sobre nuestras cabezas que excluye al 90% de los seres humanos de todo menos de una muerte miserable y cosificada; que niega a la totalidad de los restantes seres vivos de dignidad, respeto y derechos, así sea los más fundamentales.

Un día sin mujeres debe ser un para siempre sin capitalismo.