Luis Fernando Hernández González.
El gobernador Miguel Ángel Riquelme Solís, con un inicio gubernamental controversial generado por una elección competida y un adeudo público de descomunales magnitudes, hoy en día ha logrado estabilizar la ordenación de su administración y llevar a su gobierno por un sendero de trabajo y compromiso público, que es valorado por propios y extraños, tanto al interior de su estado, como por otros sitios del país, que le muestran estimación a su disciplina y mandato en su aplicación como ejecutivo del estado de Coahuila.
Riquelme es un político que confronta, que da la cara, que busca solución de los problemas y que asume como propio lo que le sucede a sus gobernados. Así lo vemos en la seguridad en el caso de Villa Unión frente al crimen y en sus acuerdos con el Ejército Nacional; en el aspecto económico con cada una de las regiones impulsando y gestionando mayor inversión y empleo, en el rescate de atención a zonas económicas deprimidas como son Monclova y la Región Carbonífera, que se aplica en la primera línea de atención en la salud contra el COVID-19 , en las cinco regiones del estado, como también igual lo vemos en la búsqueda de acuerdos Interestatales con mandatarios de Tamaulipas, Nuevo Loen, Durango y Michoacán, demandando justicia y mayores disposiciones fiscales de la Federación. De esta manera Riquelme adopta una personalidad que brinda actitud, confianza y certidumbre para el rumbo de Coahuila y su población, razón que le da una buena calificación entre los gobernantes del país en las empresas que realizan valuaciones de opinión.
Todo ello, lo traigo a cuenta con un ejemplo del pasado que en este tiempo cobra vigencia el relato del intelectual Narciso Bassols, cuando describe la personalidad del Gral. Lázaro Cárdenas del Rio, hace una gran resumen de la misma , al decirnos que no era un hombre de lectura, no era un hombre de considerable inteligencia, sino más bien un hombre practico, lleno de un gran carisma; pues sobre todo ello gozaba de una sensibilidad a flor de piel, con la que solía interpretar de manera natural el soplar del viento y ubicarse como lo hacen las especies naturales en el monte que perciben el sentido del aire y caminan en el rumbo correcto, en ello sintetizaba su valor y su toma de decisiones.
Comento a ustedes esto amigos lectores como le ha ido a Coahuila en este tiempo con la federación y para describir que con ello, la llegada al poder del Presidente Andrés Manuel López Obrador, encontramos al igual que en el pasado se forja su figura de manera fabulosa aderezada de eventos y sucesos que le alinean una personalidad mítica de luchador social, mas debemos de valorar el uso y temporalidad de ese tipo de comportamientos en una sociedad que día a día se vuelve más dinámica y participativa, que demanda de soluciones y respuestas, prontas, claras y expeditas, alejada por supuesto de engaño y actos que rayan en la insuficiencia, simpleza y en el oportunismo publicitario de actuaciones personales, por no decir populistas, pues un día dicen benditas redes sociales y en otras momentos que las mismas redes son utilizadas para distorsionar la realidad al estar en manos de adversarios al gobierno.
Con esto describimos que la configuración del mito como tal tiene dos caras: una negativa y otra positiva; ya que como contraparte de la mitificación se construyó el antimito: una argumentación tendiente a satanizarlo: era un dictador, un comunista, un esclavo de sus apetitos sexuales, un cacique feudal. Esta ambivalencia se manifiesta en varios niveles: es radical, dice hacer justicia, pero también consolida el sistema de su forma de pensar. El anti mito es, al igual que el mito, una convocatoria a la acción, a la expresión y a la libertad en su conjunto. Es en esencia un intento por eliminar la visión heroica del personaje en cuestión, para reducirlo a su condición humana que conlleva a sus carencias, errores y debilidades que son utilizadas por sus adversarios ideológicos.
Surgen las voces con todo ello, que cuestiona, analizan y califican, el desempeño de acciones y actividades en el ámbito público, lo mismo que en la conducción gubernativa que reflejan el apego y disposición que demanda el liderazgo social de cualquier autoridad, ante un negativo comportamiento de valoración publica que desdeña los discursos vacuos y se aplaude la acción, como hoy en día lo vemos frente a la lucha de la pandemia generada por la contingencia ante de COVID-19, en donde los procedimientos y actuaciones federales se muestran desmesurados y erráticos, mientras que en muchos sitios de la nación, municipios y estados dan muestras claras de su compromiso solidario con la población en atención a loa salud.
Los indicadores de aprecio y consultas evaluativas de desempeño así, lo demuestran conforme a consulta Mitofsky, la disminución hasta el mes de abril marca a la baja en el aprecio al presidente Andrés Manuel López Obrador, frente a esta crisis sanitaria y otros acciones que la población reprueba como son la seguridad, la economía, el gobierno y el distanciamiento social que se muestra negativo por la falta de entendimiento contra distintos sectores como son los empresarios, comunicadores, médicos y políticos, en momentos que debe de prevalecer el entendimiento, el acuerdo y la unidad entre mexicanos.
Por otra parte como en política no existen los espacios vacíos, este aspecto de sensibilidad, actitud, confianza y certidumbre en el gobernar, a carencia de apego federal, lo ganan con simpatía y aprecio los gobernadores de las entidades y los propio alcalde de cada lugar sobre todo aquellos que se muestran voluntariosos y responsables ante las necesidades y demandas de la gente, que valora aprobatoriamente el trabajo como es en el estado de Coahuila y sus alcaldes y alcaldesas.