El lechuguilloso (2)

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Rufino Rodríguez Garza.

El área que está conformada por zona arqueológica de El Lechuguilloso estuvo poblada por grupos nómadas, es decir, cazadores-recolectores de la Gran Chichimeca, grupos que fueron terriblemente perseguidos y exterminados a la llegada de los colonizadores europeos que llegaron al norte de México en el Siglo XVI.

Aquí se encuentra un sitio de una riqueza prehistórica inigualable, donde se pueden observar sitios de campamentos de tribus nómadas, ya sea temporales o de paso y que tuvieron un constante flujo de movilidad.

Además de las variadas chimeneas o fogones el lugar fue utilizado para variadas prácticas ceremoniales y de manifestaciones gráfico-rupestres, donde se llevaron a cabo grabados de diversa índole, entre los cuales podemos encontrar: formas humanas, fauna, dibujos geométricos muy complejos, Etc.  Además, se incluyen elementos que recuerdan que eran grandes observadores de la cúpula celeste y conocían de los movimientos de la luna, el sol y de los planetas observables como Venus por ejemplo.

El Lechuguilloso está delimitado al oriente por el arroyo Piedritas, el cerro el Borrado al poniente, al norte por la presa las Esperanzas. Ésta presa que de antiguo retenía el agua de lluvia o de las corrientes del arroyo de Patos (que es lo más parecido a un río en el sureste de Coahuila) y que recientemente le fue levantado cortina y vertedero. El arroyo Piedritas solo conserva el agua por corto tiempo y drena hacia el arroyo Patos, aunado a que éste tiene varios ojos de agua o manantiales por lo que existen siempre tramos con agua.

 Otro aguaje relativamente cercano es Chupaderos que se encuentra como a 2 kilómetros, al nororiente de el Lechuguilloso. Estos aguajes fueron usados por las tribus que dejaron los muchos vestigios en los alrededores del cerro en mención.

A pesar de lo abrupto del terreno y lo agreste de las serranías, los lugares donde se realizaron grabados no fueron elegidos al azar, sino que fueron escogidos el entorno, las rocas, el paisaje en sí para grabar y pintar los mensajes.

En estos ideogramas podemos entrever la ideología o lo «profano» que nos indican conteos, mapas de localización de aguajes, o juegos; pero también observatorios del cielo para guiarse por las estrellas y planetas ó herramientas de cacería donde podemos observar proyectiles, navajas y atlatl’s.

El atlatl nos da idea de lo antiguo del sitio pues se entiende que fueron grupos acerámicos (sin cerámica) los que habitaron el lugar, ya que aunque podían fabricarla no lo hacían por la premura de la constante movilidad la cual era casi permanente.

Éstas manifestaciones pintadas y/o grabadas nos hablan de la relación que existía entre los grupos nómadas que deambulaban en busca del sustento diario, en la óptica de sus creencias y el equilibrio con el medio ambiente.

El Lechuguilloso lo conocí en los años noventa del siglo pasado gracias al buen amigo y vecino del lugar, Candelario Flores Olvera (+), que me llevó, no solo a ese lugar sino a muchos otros del Pelillal y las Esperanzas y lo he recorrido solo y con la compañía de Ventura. Tambien en una ocasión el amigo Ariel Colín, se percató de un juego de luces al amanecer y que interactuaban con varios grabados en las rocas, al pasar los rayos del sol por una grieta o abertura entre las rocas muy probablemente relacionado con los solsticios o los equinoccios, pues la fecha coincidió con el 20 de marzo que es la fecha del cambio de estaciones, de invierno a la primavera y que se conoce como «equinoccio de primavera».

De paso por éstos apartados lugares vienen a mi memoria el compañero Ing. Homero Gómez y recientemente al amigo Laredo y al Ing. Eduardo Quero. Otro inquieto compañero de salidas es el Parrense Ramiro Castro Rodríguez que en más de una ocasión nos ha acompañado a ese sitio y a otros del rumbo.

Me quedó pendiente otra vuelta al sitio para detallar todavía más petrograbados y pinturas que se localizan muy cerca del Lechuguilloso.

La vuelta se ha retrasado por culpa de la pandemia del coronavirus pues el gobierno municipal de Ramos Arizpe ha puesto retenes o filtros en las entradas o acceso a las comunidades ejidales y tienen prohibido que gente salga o que foraneos visiten éstos lugares por aquello del posible contagio. Hasta estas fechas (15 de Mayo del 2020), los afectados solo han sido gente de las ciudades como Monclova, Saltillo o Torreón.

Una buena parte del valle de Chupadero se puede observar desde éste promontorio.

Sabemos que Chupaderos es otra zona de interés histórico pues se pueden localizan pinturas y no pocos lugares con petrograbados donde destacan astas de venados Bura y Cola Blanca, y herramientas como lo son navajas, flechas y atlatl’s.

El Lechuguilloso y su área de influencia es todo un caso en la prehistoria de Coahuila que tiene aún mucho más por contarnos.

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