Profesor Evaristo Velasco Álvarez.
La vida nos ha postrado sin importar color de la piel, posición económica, posición social, ideología, edad, nacionalidad, profesión ni ninguna otra condición que los humanos nos hemos impuesto por el “AVANCE DEL PROGRESO”. Nos ha puesto de rodillas y a prueba, porque estamos huyendo de un enemigo tan pequeño, pero tan enorme, que preferimos aislarnos de todo y de todos.
Pero esto ha permitido que conozcamos mejor a nuestra familia cercana, a nuestra pareja, a nuestros hi8jos, a nuestros padres; nos ha obligado a desarrollar habilidades para manejarnos con las nuevas herramientas de la comunicación; nos ha enseñado a respetar mucho mejor el espacio de los demás y a exigir que se respete el nuestro; nos está enseñando a convivir de una manera más natural, sin prejuicios.
Hemos aprendido a valorar mejor a nuestros semejantes; a darles el valor correcto conforme al desempeño y la importancia vital de sus conocimientos; hemos aprendido que los vecinos en realidad son personas con las que se puede y debe convivir y crear entre todos un nuevo sistema de convivencia humana; y me atrevo a mencionar que tal vez necesitemos un NUEVO ORDEN MUNDIAL.
Pero uno creado por el pueblo, por los ciudadanos, por los que a diario estamos disfrutando o padeciendo esta vida. Un nuevo orden que nos hermane, que nos unifique, que nos permita convivir en armonía, sin temor a romper la moda, el protocolo de urbanidad, la normatividad social de etiqueta… Un nuevo orden en donde todos los seres vivos de este planeta podamos deambular por las calles sin importar nada más que el respeto y la tolerancia.
Nos ha enseñado además, que como seres humanos necesitamos de todos los demás; que no somos nadie más ni menos que nadie, y que la única condición que nos puede unir es el amarnos unos a otros, como lo dijera el buen maestro jerosolimitano. Entonces nos ha enseñado este encierro a querernos a nosotros mismos como somos, con todos nuestros defectos y con todas nuestras habilidades y pasiones; para poder querer a los demás.
Así que cuando podamos volver a abrazarnos y vernos de cerca y de frente, sin miedo a nada ni a nadie, deberemos estar bien preparados, principalmente con nuestro yo interno. Sólo así podremos hacer ¡Que viva México!