El político y el científico

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Samuel Cepeda Tovar

El título de este artículo evoca una de las más grandes obras de Max Weber; en donde el ilustre pensador analiza a profundidad al político y al científico. Su obra fue tan magnánima que hasta la fecha en cualquier clase de administración o política al analizar los liderazgos se refieren los estilos de dominación; tradicional, carismática y legal; sin embargo, no es sobre el contenido de este icónico libro sobre lo que deseo analizar; sino sobre dos figuras del actual gobierno en el contexto de la pandemia actual que nos azota de manera calamitosa y sin tregua alguna.

Los dichos corresponden al presidente Andrés Manuel López Obrador y al subsecretario de Salud, Hugo López Gatell. Fue a finales de abril cuando el presidente cometió la pifia de asegurar que “Las medidas de mitigación promovidas por las autoridades de Salud y acatadas en gran medida por la población para enfrentar al Covid-19 han permitido domar la epidemia”; meses después, y aún sin haber alcanzado el pico máximo de contagios, el presidente volvió a exclamar hace unos días que “con apoyo de la gente, pronto podré declarar que domamos la pandemia”; desde luego que los dichos del presidente no han cometido el atrevimiento de asegurar que ya domamos al virus; sin embargo, su optimismo es tal que bien puede enviar un mensaje incorrecto a miles de personas que ansían ya de manera inmediata regresar a la normalidad y otros cientos tantos más que aseguran que el virus no existe; y todo esto con consecuencias fatales.

Sin embargo, los dichos del presidente, y sobre todo su optimismo topan con lo aseverado por el subsecretario de salud, Hugo López Gatell; quien afirma que la pandemia no está domada ni en México ni el mundo. El Dr. Gatell es enfático al asegurar que cuando el presidente hace uso de la palabra domar, se refiere a la “administración del riesgo”; lo cual, significa que no hubo un colapso en los servicios de salud por exceso de pacientes con COVID en el tiempo en que duró la jornada nacional de sana distancia, lo cual, hay que decirlo, es cierto.

El político, el presidente AMLO, lanza mensajes de triunfo basados en optimismo, en buenos deseos, y el científico, el subsecretario, dice que estamos lejos de salir del problema, que la pandemia está en su máximo nivel, y hace uso de cifras, estadísticas, tendencias, que nos hacen aterrizar a una realidad en la que el optimismo no tiene cabida, en el que la normalidad no puede hacer acto de presencia, en la que en esencia contradice al presidente.

Es fácil entender las diferencias entre ambos perfiles; Weber nos dice al final de su tratado, que la ciencia no debe de tomar posturas ideológicas, y me parece que el Dr. Gatell ha hecho esfuerzos por enmarcar el discurso del presidente en un contexto de inferencia en la que los dichos del presidente no son literales, sino que hay que entenderlos en una lógica deductiva que me parece es mejor dejar de lado.

No me parece que el subsecretario, como todo un científico, deba estar explicando lo que el presidente quiso decir. Creo que la ciencia no debe tomar posturas ni intentar explicar dichos de políticos. Aún no sabemos cómo terminará esta pandemia, no tenemos un claro panorama de cuando todo volverá a la “normalidad”; nuestro presidente ha tomado medidas acertadas como la suspensión de clases, pero el desenlace de esta historia recae en las manos de los ciudadanos y su nivel de conciencia.

Mientras llega el fin de esta tormenta, el científico es quien debe decirnos cuándo podemos empezar a irradiar optimismo, mientras que el político debe guardar silencio y actuar con todo lo que tenga en sus manos para erradicar el mal que nos azota.

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