Mis Sexenios (26)

0
1514

José Guadalupe Robledo Guerrero.

Más del final del sexenio delasfuentista

José de las Fuentes Rodríguez

Antes de su Cuarto Informe de Gobierno, José de las Fuentes sostenía un idilio con Armando Castilla Sánchez y con todos los que intentaron derribarlo de la gubernatura. Eran tiempos de saqueo, negocios a la sombra del poder, tráfico de influencias, y enriquecimientos explicables. Estaba próximo a reabrirse el Centro Cultural Vanguardia con recursos del erario coahuilense.

El 25 de febrero de 1986 moría uno de los hombres buenos que conocí: don Humberto Hinojosa Domínguez con quien tuve amenas charlas. Un año después, el 26 de junio de 1987, moriría otro notable: don Enrique Martínez y Martínez, con quien comía los viernes en el restaurante El Camionero de la señora Nohemí, donde se servía un excelente puchero.

En el primer semestre de 1986 se anunciaba el cierre de Zincamex, como resultado de la gran corrupción que instauró en esa empresa “El peladito” Jorge Leipen Garay. Zincamex no resistió el saqueo del grupo de Leipen: Franz Zabroki, Mario Valdés Carreón, entre otros semejantes.

Como producto de la cargada hacia Mendoza Berrueto, en mayo de ese año, Jorge Masso Masso, “El renegado priista” como le apodó Luis Horacio Salinas, renunciaba a la dirección estatal del PARM (Partido Auténtico de la Revolución Mexicana) partido palero del PRI, en el que se había refugiado para enfrentar a JFR y conseguir la Alcaldía de Saltillo. Finalmente, Jorge Masso consiguió una diputación federal por el PARM en la misma legislatura que coordinó Mendoza Berrueto. 

Por entonces, el PST (Partido Socialista de los Trabajadores) recibió del líder petrolero Joaquín Hernández Galicia (a) “La Quina”, 30 mil gallinas ponedoras, mismas que nadie sabe a dónde fueron a parar.

Pese a que nadie dudaba que Mendoza Berrueto sería el próximo gobernador de Coahuila, se comenzó a mencionar el nombre de Enrique Martínez y Martínez, como la carta local para la gubernatura. Esto le acarreó el golpeteo periodístico pagado por Rodrigo Sarmiento Valtier, quien había convencido al tesorero estatal Humberto Acosta Orozco, que tenía posibilidades de convertirse en el sucesor de José de las Fuentes.

Eliseo Mendoza Berrueto

Por nuestra parte, en la revista Criterios publicamos las desavenencias políticas entre el Oficial Mayor de la UAC, Xicoténcatl Riojas Guajardo y Jesús Sotomayor Garza, Coordinador de la Unidad Torreón. Según Sotomayor, quien se la estaba jugando con Mendoza Berrueto, el enemigo a vencer era Xicoténcatl por su pertenencia al grupo de Luis Horacio Salinas. Sabíamos que la nota molestaría al grupo luishoracista, pero la publicamos porque se avecinaba un pleito entre los grupos políticos de la “Máxima Casa de Estudios de Coahuila”, que peleaban por el botín.

Para entonces, Arturo Berrueto González, Roberto Orozco Melo y Juan Pablo Rodríguez Galindo se autonombraban “Los amigos de Cheo” Mientras esto sucedía, a mediados de 1986 renunciaría a la Secretaría de Hacienda, Jesús Silva Herzog, que no era más que una lucha por el botín nacional al más alto nivel.

Durante el sexenio de José de las Fuentes hubo una serie de asesinatos, entre los que destaca el homicidio del ex director de la Policía Judicial en el gobierno de Flores Tapia, Mario Guerra Flores. Este homicidio nunca se aclaró ni se difundió, pero mucho se dijo que era un ajuste de cuentas.

A mediados de 1986 se descubrió en una cueva de Múzquiz, Coahuila, el laboratorio más grande de América Latina para la producción de cocaína y heroína. Desde entonces quedó claro que nuestro estado ya no era solo un paso obligado de la droga. Era algo más.

El 26 de julio de 1986 terminó mi ciclo en la revista Criterios, el número 85 fue el último. En esa edición destaca una entrevista que la compañera María Guadalupe Durán Flores le realizó a Casiano Campos Aguilar, titulada: “Casiano Campos: símbolo de Rebeldía”. Don Casiano, como bien lo señala la periodista, vivió su vida congruente con sus ideas socialistas. Continuamente platicaba con él en un restaurante de la calle de Allende que fue demolido para crear la Plaza Tlaxcalteca.

Por sus actividades políticas, en 1920 aprehendieron a Casiano Campos en Monclova junto con su compañero de andanzas revolucionarias, el profesor Federico Berrueto Ramón. Duraron seis meses encarcelados por apoyar como candidato al Gobierno de Coahuila a otro de sus iguales: Aureliano J. Mijares, quien perdió frente al candidato oficial, el general Arnulfo González. Luego Aureliano J. Mijares se fue a China a continuar sus ideales luchando, y allá murió. 

Criterios llegó al final de su corta vida, luego de mis desacuerdos constantes con Luis Horacio Salinas, quien nunca entendió de periodismo. Le molestaba que criticáramos a sus amigos y socios, pero nada podía hacer, hasta que habló con nuestros clientes de publicidad, para que ya no pagaran. Esto fue la gota que derramó el vaso, y decidí cortar por lo sano.

Terminé mi ciclo con Luis Horacio Salinas de una manera civilizada. Mientras Luis Horacio se movía en la oscuridad de la intriga, me entrevisté con él para entregarle los activos de Criterios, y renuncié al siete por ciento de la sociedad en El Diario de Coahuila.

Lo cierto es que el proyecto que Olmedo y yo vislumbrábamos para un nuevo diario en Saltillo, era diametralmente opuesto a lo que es El Diario de Coahuila. Alguna vez que Luis Horacio Salinas me invitó a colaborar en El Diario de Coahuila fue sincero: “Mis medios son para proteger mis negocios y hacerlos prósperos”. Pero no me interesé.

Me dediqué a mi trabajo universitario como Director de los Cursos de Postgrado en la Facultad de Enfermería de la UAC. Desafortunadamente en esos días la UAC atravesaba por una de sus tantas épocas malas. Con “El Gato” y su pandilla, la Universidad se convirtió en apetitoso botín, una gran cantina y un espacioso harén con la anuencia del “borrachín” de Palacio, JFR. Luis Horacio por su parte, estaba saqueando la UAC para fundar su periódico.

Aunque guardé discreción sobre mi separación de Criterios, Armando Castilla Sánchez supo que había terminado mi relación con Luis Horacio y quería platicar conmigo. Me entrevisté con el dueño de Vanguardia, y cuando nos saludábamos a su estilo me dijo: “Entonces tú eres el que se chingó a Villegas, eres bueno para la estrategia militar. Villegas nunca quiso hacerme caso”. No contesté.

Armando Castilla estaba al tanto de mis artículos de El Sol del Norte y de Criterios. Al final de una larga charla, me invitó a sumarme a la plana editorial de Vanguarida. Agradecí su invitación, no era el momento de incorporarme, respetó mi opinión. Me dio su mano de amigo, se despidió, y desde entonces y hasta su muerte mantuve con Armando Castilla Sánchez una respetuosa relación.

Me metí de lleno a mi trabajo, organizamos un ciclo de conferencias en la Facultad de Enfermería a la que asistieron como conferencistas: Óscar Flores Tapia, el sacerdote Antonio Usabiaga Guevara y el comerciante Aldegundo Garza de León. El auditorio de la Facultad se llenó en los cinco días que duró el evento, al que no invitamos al rector.

“El Gato” y su pandilla comenzaron a ver moros con tranchete. Creyeron que estaba aliado con el Coordinador de la Unidad Torreón, Jesús Sotomayor Garza, para iniciar un movimiento en su contra. A los delasfuentistas y a los mendocistas no les había gustado que Flores Tapia reapareciera como conferencista, menos en la UAC, no querían que reviviera su liderazgo. Le temían.

Con estas circunstancias, en octubre Adolfo Olmedo yo decidimos editar “La Revista”, cuyo primer número vio la luz el 15 de noviembre de 1986, día en que José de las Fuentes rendía su Quinto y penúltimo Informe de Gobierno. 

Un mes antes de nacer “La Revista”, “El Gato” Ortiz Cárdenas había dado su Primer Informe de Actividades en medio de severas críticas a la corrupción universitaria. Mientras tanto el pleito de “El Gato” y su pandilla contra Jesús Sotomayor Garza seguía su curso. Sotomayor había cuestionado el porrismo instaurado por Villegas, y ahora desde Rectoría lo acusaban de proteger al porrismo universitario.

En noviembre, Sotomayor renunció a la Coordinación de la Unidad Torreón de la UAC, obligado por una protesta de los propietarios de gasolineras que estaban hartos de los asaltos que le hacían los porros universitarios a sus negocios. “El Gato” le dio vuelo a esos ilícitos, responsabilizando a Sotomayor, quien era apoyado por el subsecretario Rodrigo Sarmiento Valtier, quien ya para entonces estaba enfrentado a Luis Horacio Salinas. Lo cierto, es que Sarmiento soñaba en convertirse en Rector de la UAC, en sustitución de “El Gato” Ortiz Cárdenas. Pleitos de familias.

En “La Revista”, Sarmiento Valtier se convirtió en el blanco favorito, siempre se ponía a modo. Sarmiento controlaba los medios de comunicación, y los usaba para hacer los trabajos sucios de él y de José de las Fuentes. Era patológica su actitud de joder a los demás.

Dos días antes de la navidad de 1986, “El Cabal” Carlos de la Peña Ramos rendía su II Informe como alcalde de Saltillo. Nada tenía que informar, por eso la frase que destacó en su Informe nadie la entendió: “La constancia y el esfuerzo son tareas predominantes”. ¿Qué dijo?

(Continuará).

El último año del gobierno de José de las Fuentes…