A 66 años de la inundación de Piedras Negras, Coahuila

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Rigoberto Losoya Reyes.

El calor en Piedras Negras ya se sentía intenso en junio de 1954, era temporada de lluvias. Como primera autoridad municipal se desempeñaba Rolando González González, quien hizo frente a la situación y en coordinación con otras autoridades emprende la logística para evacuar y socorrer a los habitantes del centro de la ciudad que corrían el mayor peligro.

Un día antes, el domingo 27 de junio, empezó a llover con intensidad sobre las cuencas tributarias del río Bravo, la corriente del río Diablo incrementó notablemente su cauce en la parte suroccidental de Estados Unidos y avanzó hacia la frontera con México. Los expertos de los Estados Unidos de Norteamérica, al advertir el peligro tomaron la acertada decisión de prevenir al   licenciado Neftalí Dávila, secretario del gobernador Román Cepeda Flores, que se encontraba en esos días en la ciudad de México. Ninguno de los dos puso en duda la certeza del aviso y tomaron inmediatamente las medidas necesarias.          El gobernador gira instrucciones y se dispone a trasladarse inmediatamente a Piedras Negras.

Se procedió a evacuar las rancherías y las ciudades fronterizas con la colaboración de las autoridades locales y los mismos vecinos. Hubo personas que se negaron a salir de sus fincas a pesar del riesgo inminente, justificándose en no abandonar sus pertenencias. Tanto en la ciudad de Acuña, como en Piedras Negras se buscaron sitios para instalar campamentos con carpas de campaña. Se ubicó un terraplén de una loma ––hoy la colonia 28 de Junio–– y se instaló un transitorio hospital. En la Villa de Fuente mucha gente instaló de igual forma casas de campaña y carpas improvisadas con materiales que encontraron a la mano. En la parroquia de Santa María de Guadalupe, ubicada frente a la plaza principal, el agua llegó hasta los escalones del altar mayor, dañando las bancas de madera. Afortunadamente el Pbro. José Jáuregui y el Pbro. Cristóbal Yáñez salvan los archivos parroquiales y ornamentos subiéndolos al coro. La gente fue avisada con oportunidad, pero no creyeron que el agua llegaría hasta sus casas. No fue hasta que el nivel superó la garita internacional y comenzó a correr el agua por las calles del centro, se comenzó a notar la movilización de la gente.

  Lunes 28 de junio

·         A las tres de la tarde, se efectuó la última evacuación por tren, cuando el nivel ya llegaba a media rueda.  Algunas familias se refugiaron en las partes altas de la ciudad y en el aeropuerto (cuyo hangar sigue en pie) y en la loma de lo que ahora es la Colonia 28 de junio. Algunas familias se llevaron sus enseres de cocina, ropa, cobijas y sus recuerdos personales.

·         Algunas crónicas cuentan que algunas familias se refugiaron en la planta alta del edificio de la aduana, donde pasaron la noche, otras son evacuadas en camionetas, otras a pie van caminando en la calle con el agua hasta la cintura y seguía subiendo rápidamente.

 ·         Cuando las aguas turbulentas del río Bravo se salieron de su curso e inundaron las dos ciudades fronterizas (Piedras Negras e Eagle Pass), la mayor parte de los damnificados estaban a salvo en varios sectores de las partes altas de la ciudad, no obstante, varias personas no recibieron ayuda y se quedaron en sus casas, los daños materiales fueron totales en el centro y las pérdidas humanas fue muy lamentable.

El gobernador Cepeda Flores y muchos de sus colaboradores dirigieron las labores de rescate, auxilio y atención a la gente, acompañados de las autoridades municipales y del comandante de la VI Zona Militar. El apoyo de la tropa fue determinante.

La secretaría particular del gobernador, a las órdenes del licenciado Salvador González Lobo, sirvió de enlace entre el campamento, los diversos comités municipales de apoyo y la secretaría de Gobernación; en este caso con reportes constantes sobre el estado del operativo.

 El martes 29 de junio, el agua inundó todo el sector del centro y colonias adyacentes como la González, Mundo Nuevo, Roma, el sector del Pocito y llegó un poco antes de la casa comercial “Minerva”. Las aguas descienden a partir de las 11 de la mañana y deja un panorama desolador, calles y viviendas llenas de lodo, el panorama llenaba de tristeza a los pobladores, que hasta las lagrimas se dejaron ver. Los servicios públicos se colapsaron. La estructura de hierro del puente urbano internacional tuvo que ser dinamitado para darle fluidez al agua que se había acumulado con desechos de todo tipo al formarse una represa.

El historiador Otto Schober describe el cuadro desolador de la siguiente manera:

Varias toneladas de lodo y cieno con un nauseabundo olor provocado por los cadáveres de personas y animales que se encontraban sepultados en él invadían las viviendas, sus calles, plazas públicas. Los habitantes con la desesperación en los rostros buscaban afanosamente entre las ruinas de sus hogares a sus seres queridos; cientos de personas recorrían las calles entre el lodo y la inmundicia requiriendo la presencia de sus seres queridos. (Schober, Otto).

La reconstrucción después de la tragedia

La mancha urbana apenas llegaba a la colonia Buena Vista, conocida como la ¨Acequia¨, al sur estaban la Colonia Morelos, la Americana, y la Empresa la Consolidada conocida por todos como ¨la Concha¨, al norte la Colonia Mundo Nuevo, la Zaragoza, al poniente la Parrita y el panteón viejo, la Colonia González y la Roma, así como la Colonia Bravo. El Gobierno estatal y municipal inician inmediatamente las jornadas con horarios continuos de trabajo hasta que la situación de emergencia pasó a la etapa de reconstrucción de viviendas y reorganización de la vida colectiva. La ciudad de Piedras Negras fue declarada zona de desastre, no había agua, ni alimentos. La autoridad civil fue acuartelada y se estableció la ley marcial para evitar el pillaje.

·         Los soldados patrullaban las calles al obscurecer, al empezar el toque de queda, no había energía eléctrica y quien era sorprendido, lo llevaban al cuartel donde era interrogado y detenido.  Inmediatamente, el Profr. Fausto Z. Martínez, inicia los trabajos de limpieza en la Escuela secundaria Benito Juárez, el agua estancada en la planta baja se retira con bombas de agua. Aulas y laboratorios presentan un daño mayúsculo. El personal de la Cruz Roja Mexicana de las Delegaciones de Torreón, y la de Monterrey se hacen  presentes  y durante 10 días trabaja intensamente brindando atención médica a los damnificados. 

·         Se estableció un puente aéreo con helicópteros, pues los dos puentes internacionales estaban dañados. Se proporcionaron tiendas de campaña de lona, cobertores, colchones y catres. La comida era repartida en camiones de redilas por sectores, la gente acudía a recibirla, llevando sus recipientes. La empresa Peñoles de Torreón envía una pala mecánica y personal de la Sección 74,  a la ciudad de Piedras Negras,  para colaborar en los trabajos de  desazolve de las calles.

Fuentes Consultadas:

Orozco Melo, Roberto; Hora cero/Lecciones de la naturaleza; El Siglo de Torreón; Lunes 12 de abril 2004; Editorial página web Recuperado de elsiglodetorreon.com.mx. Torreón, Coahuila.

Maldonado R. Jesús; “La Frontera a 44 años de la Inundación”; Periódico Zócalo: Domingo 28 de junio de 1998, Sección C Piedras Negras, Coahuila.

Testimonio de la Enfermera Julia Valero, sobreviviente de la Inundación en 1954

Diócesis de Piedras Negras; www.diocesispn.org/diocesis/vicariafront/dpnegras/

Cruz Roja Mexicana, Delegación Torreón; paginacrmtorreon.tripod.com/…/relevantes

FONDO No. 65 de MET – MEX PEÑOLES. FMMP C21 F65 e21 d01 f04

Periódico ¨La Voz del Norte¨ 12 de febrero de 1955

Foto blanco y negro de personas caminando en la lluvia

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Foto blanco y negro de un grupo de personas en una plaza

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