José Guadalupe Robledo Guerrero
El último año del gobierno de José de las Fuentes Rodríguez
A principios de enero de 1987, último año del gobierno de José de las Fuentes Rodríguez (JFR), apareció en Coahuila Marcos Espinoza Flores, empresario saltillense avecindado en Tijuana, como publicista de Eliseo Mendoza Berrueto (EMB).
En ese entonces, Francisco José Madero González, destapó en Torreón a Mendoza Berrueto. Madero González fue el interino de Flores Tapia luego de renunciar al gobierno de Coahuila, y fue quien, en tres meses de interinato gubernamental, “desapareció” 500 millones de pesos, según lo denuncia OFT en su libro “El Señor Gobernador”.
Asimismo, en el comienzo de 1987, Rodrigo Sarmiento Valtier se encontraba peleando con los luishoracistas de la UAC, encabezados por “El Gato” Ortiz Cárdenas, quien acusaba a Sarmiento de pagar las críticas de Vanguardia en contra de él y de su pandilla de ladrones. Al mismo tiempo, José de las Fuentes Rodríguez comenzó a candidatearse como futuro senador de la República.
“El Cabal” Carlos de la Peña Ramos, Alcalde de Saltillo, señaló que su último año no sería “Año de Hidalgo”, pero olvidó que toda su gestión había sido de rapiña, negocios a la sombra del poder, tráfico de influencias y corrupción. Al fin constructor, “El Cabal” favoreció a sus iguales: empresarios de la construcción, “coyotes” de terrenos y latifundistas urbanos.
Para entonces ya mencionaban en estos menesteres a Mario Eulalio Gutiérrez Talamás, Víctor Mohamar y Virgilio y Sergio Verduzco Rosán, los mismos que en las últimas décadas se han apoderado de los contratos de construcción del gobierno del Coahuila y del coyotaje y apropiación de terrenos baldíos que quedan sin testamento.
Preocupado por los enfrentamientos que él mismo había provocado, José de las Fuentes declaró cínicamente: “No permitiré que durante el término de mi gobierno se amarren navajas”.
“La Coneja” Alejandro Gutiérrez Gutiérrez, quien andaba haciendo sus pinitos políticos llevado de la mano de su papá y mamá, diría una de sus primeras “conejadas”: “En el PRI no hay futurismo político”. “La Coneja” quería colarse en el ánimo de Mendoza Berrueto, pues aspiraba a la Alcaldía saltillense, por eso traicionó a su tutor Atanasio González, sempiterno precandidato al gobierno de Coahuila que acostumbraba hacer carnes asadas en todo el territorio coahuilense, cuando estaba próxima la sucesión gubernamental.
Acerca de estas carnes asadas, hay una anécdota de JFR: Antes de su destape como candidato a gobernador, alguien le dijo que Atanasio González andaba haciendo carnes asadas en todas las regiones de Coahuila. “El Diablo” a su manera contestó: “Mientras Atanasio no haga una carne asada en Los Pinos déjelo que gaste su lana en lo que quiera”.
El 2 de enero, el gobernador me invitó a Palacio de Gobierno “para que salude a su amigo el gobernador”. Y pidió algo más: “Invite de mi parte a nuestros amigos: Evaristo Pérez Arreola, Jaime Martínez Veloz y Francisco Navarro Montenegro. Aquí los espero”.
Llegamos a la cita, la sala de espera estaba repleta de grupos que iban a la salutación de año nuevo con el gobernador. El secretario particular de “El Diablo”, Ángel Espinoza, nos pasó a su oficina “Para que estén más cómodos mientras los recibe el señor gobernador”.
Después, De las Fuentes apareció en la puerta de su despacho, y con su tono arrabalero dijo: “Pásenle muchachones, al fin el gobernador no come ni se cansa…”. Alguien le dijo: -Si quiere volvemos más tarde”. Su respuesta fue soez: “No, pásenle, más tarde no puedo porque me voy a culear a una vieja”.
Alguno de mis acompañantes se rio, y no pude evitar contestarle: -Váyase a la chingada, pinche pendejo. Salí de la secretaría particular ante la mirada atónita de Ángel Espinoza y de mis compañeros. Apenas salía del Palacio de Gobierno cuando me alcanzaron mis compañeros, y Evaristo Pérez Arreola me dijo en tono alarmado: “No mames Robledo, así no se le habla al gobernador. Te expusiste a que te madrearan”.
No entendí razones y me defendí: -No tiene por qué hablarnos de esa manera. Él fue quien nos invitó. Me retiré sabiendo que me había metido en problemas con un gobernador pendenciero y vengativo. Me preparé mentalmente.
Un mes después “La Revista” dejó de aparecer, sólo editamos 6 números (del 15 de noviembre de 1986 al 13 de febrero de 1987), Olmedo y yo ya no pudimos seguir con nuestro proyecto, porque habíamos calculado mal nuestras posibilidades.
De quienes presenciaron mi exabrupto con el gobernador, Navarro Montenegro era el que comprendía la situación, pues había vivido una experiencia parecida, y me manifestó su apoyo. Los otros dos, Jaime y Evaristo, eran amigos del gobernador y del candidato.
Meses antes, Navarro Montenegro había tenido una experiencia semejante con JFR. En ese tiempo Navarro declaró que no había recibido el documento del Quinto Informe como lo había asegurado el gobernador. El “Diablo” enfureció con el señalamiento y citó a Navarro en su despacho.
Francisco Navarro, líder del Partido Socialista de los Trabajadores, asistió a la cita, De las Fuentes se encontraba acompañado de algunos de sus colaboradores y señalando los tomos encuadernados de su informe le dijo: “Hágalos rollo y métaselos en donde le quepan”. Navarro contestó: “Los voy a dividir en dos, usted se mete una parte y yo la otra”. El gobernador se le fue encima, Navarro lo empujó y antes de que se liaran a golpes, los separaron.
En ese entonces, Navarro tenía excelentes relaciones con Luis Horacio Salinas, quien sugirió que escribiera en su periódico. A mediados de enero se publicó mi primer artículo en El Diario de Coahuila. Allí exhibí al prepotente subsecretario. En dos artículos resumí la conducta de “Sor Veneno”, mote que tenía por intrigoso y lambiscón con los poderosos, y altanero y prepotente con los débiles. Por eso a Sarmiento todos lo odiaban, y hasta la fecha.
En ese tiempo la grilla por la Alcaldía de Saltillo estaba desatada, y los mencionados eran los mismos de siempre: Abraham Cepeda, Francisco Javier Duarte, Alejandro Gutiérrez, Virgilio Verduzco, Gaspar Valdés, etc. Finalmente, el “dedo” de Arturo Berrueto, primo y principal asesor político de EMB, favoreció a su compadre: Eleazar Galindo Vara.
Por esos días, Armando Fuentes Aguirre acuñó una despectiva frase para dirigirse a la Universidad: UACala. A pesar de ello, “Catón” nunca abandonó la nómina universitaria, cobrando como profesor, consejero editorial, conferencista, asesor, etc.
En ese entonces, los precandidatos a la Presidencia de la República eran: Alfredo del Mazo, Secretario de Minas e Industria Paraestatal; Manuel Bartlett, Secretario de Gobernación; y el más impopular de todos: Carlos Salinas de Gortari, Secretario de Programación y Presupuesto. En Coahuila “El Diablo” y sus principales colaboradores estaban definidos a favor del que creían que sería el elegido: Alfredo del Mazo.
Por otra parte, en el escenario nacional Porfirio Muñoz Ledo y Cuauhtémoc Cárdenas hacían públicas sus críticas sobre los métodos antidemocráticos del PRI, y anunciaban la inminente ruptura priista que daría nacimiento al Partido de la Revolución Democrática (PRD).
Siempre que criticaba a Rodrigo Sarmiento, Armando Castilla Sánchez se regocijaba. Mi relación con el propietario de Vanguardia la conocía Luis Horacio Salinas y Óscar Flores Tapia, pero nunca hablamos de eso. Armando Castilla en una ocasión se refirió a OFT.
Al principio de nuestra relación, le solicité a Castilla Sánchez que nos ayudara a difundir la semana cultural de la Facultad de Enfermería de la UAC, y cuando mencioné los nombres de los conferencistas, entre ellos Flores Tapia, Armando Castilla recordó la corrupción que lo hizo renunciar.
Frente a Catarino Molina, Óscar Medrano y Humberto Soto, señaló al “corrupto ex gobernador que echamos del poder”. Me levanté de mi asiento y me despedí, al tiempo que agradecía su apoyo.
Sensible Castilla preguntó “¿Por qué te vas, tómate un café?”. -Gracias, le dije, tengo otro compromiso. “Te molestó que me refiriera a Flores Tapia”. -No, le contesté, pero usted sabe que tengo una relación amistosa con él, conozco bien su historia, pero me incomodan esos comentarios. Espero que comprenda, discúlpeme.
Armando Castilla me dio la mano y dijo: “Eso habla bien de ti. Quédate para que nos digas qué información resaltamos en Vanguardia para fortalecer a la escuela”. Castilla y yo nunca más hicimos comentarios sobre nuestros amigos. Platicábamos de nuestros análisis políticos.
Así fue como logramos mantener una relación respetuosa, pues por un lado estaba Armando Castilla y Jorge Masso, y por el otro Luis Horacio Salinas y Óscar Flores Tapia. Sabía que esa pugna era por pleitos añejos, políticos y económicos, y no me interesaba. Me situé en mi posición de periodista, atendiendo aquello de “Nunca te involucres en pleitos ajenos” …
(Continuará).
El pleito con “El Gato” y la salida de “El Diablo”…