Amaranta Madrigal.
Tu aliento impregna el trino matinal
matizando de esperanza el alba.
Anidas la belleza en el ocaso
transpirado de perfume
de notas repicadas por el viento
adornado con tus alas
regresando en calma a reposar.
Prosigues el momento, de cumplir la jornada
estrenando vehemente nuevas formas
entrelazadas con respiros de flores frescas
y sus últimos suspiros marchitados.
Sigues presente
en los sones tejidos
con el amor de los amantes
de dormitar callado en capullos de mariposas
y en corales solitarios.
Tu brillo se refleja en la mirada
de infantes de pestañas mojadas
con vaho de inocencia lozana
y manos creadoras de cascadas.
Cada día, rebosas de un rocío
que aún no existe
se alarga hasta el infinito
pasando las montañas.
La mente en un instante,
se adentra en tu insólito terreno
de formas geométricas y claves secretas
en donde se origina el murmullo de las hojas en vaivén.
Compañero de eterno renacer
reconfortas nuestro viaje
alimentas el fuego de la vida
en el sueño de la muerte
tus alas revolotean en las tumbas
de noches más negras que la noche
y en promesa viva, das consuelo a quienes lloran
con caricias y fervientes ruegos
por los siglos de los siglos.
Mi corazón es tu guarida y, sin embargo, yo jamás renaceré…