Jesús M. Moreno Mejía.
“Nuestra voluntad no sería voluntad si no fuera libre”.
San Agustín.
“El libre albedrío fue concedido al hombre para que contara méritos para ser bueno, no por necesidad sino por libre voluntad”, expresó Agustín de Hipona en el siglo IV de nuestra era.
Sin embargo, lo anterior no tiene que ver forzosamente con religión sino también con la libertad que todos tenemos de expresar nuestras ideas, sin ninguna otra limitante que evitar las injurias y la calumnia.
Un aforismo similar al de San Agustín, fue dicho por del expresidente Benito Juárez en su época: “La emisión de las ideas de la Prensa debe ser tan libre en el hombre, como es libre en el hombre la facultad de pensar”.
En Coahuila, celebramos el “Día de la Libertad de Expresión” el 7 de junio, y el Gobierno del Estado organiza anualmente el “Premio Estatal de Periodismo”, en reconocimiento a los comunicadores más destacados de la entidad, así como otorgar un galardón a quienes cumplen décadas o lustros en este digno oficio.
En cambio, el 3 de mayo es recordado a nivel mundial el “Día de la Libertad de Prensa”, en tanto que el área metropolitana de la Ciudad de México se conmemora el “Día del Periodista” el 4 de enero, en memoria del literato y periodista, Manuel Caballero, a principios del siglo XX.
Sea el 4 de enero, el 3 de mayo o el 7 de junio, la Libertad de Prensa “es una garantía constitucional, fundamentada en la libertad de expresión, que se encuentra presente en las sociedades políticamente democráticas con libertades plenas”, manifiesta Óscar Delgado Castro, comunicador colombiano, y agrega:
“El libre albedrio es la potestad que cada quien tiene de obrar, según su criterio. Es el derecho de la sociedad a expresarse libremente y sin censura por parte de los estados y sus funcionarios. Porque hay libre albedrio en la religión, en la filosofía y en el Derecho, pero en este último existe el fundamento legal del castigo de los delincuentes, quienes tuvieron la libertad de delinquir y ahora deben aceptar su castigo”.
Sin embargo, sucede que hay delincuentes intelectuales, encubiertos en su poder, que ordenan sacrificar mediante sicarios a periodistas que cumplen con su deber de informar o de opinar, pero no les gusta cuando lo hacen en torno a hechos que a aquellos no les conviene, y lo peor es que dichos crímenes caen en la impunidad en el mayor de los casos, y cuando detienen al perpetrador nunca denuncian quién les ordenó el “trabajo”.
Nombres de periodistas asesinados, y algunos otros desaparecidos sin que saber su paradero, existen de sobra en las últimas décadas de este y el anterior siglo XX (alrededor de 200), por lo que sólo mencionar algunos nombres, ya que la lista sería muy extensa:
Miroslava Breach Velducea, de Chihuahua; Javier Valdez, de Sinaloa; Norma Sarabia, de Tabasco; Nevith Condés, Estado de México; Alicia Díaz González, de Monterrey, N.L. Jonathan Rodríguez, Jalisco; Edgar Alberto Nava, Rogelio Barragán, y Telésforo Santiago Enríquez, de Oaxaca; Omar Iván Camacho, de Sinaloa; Reynaldo López y Santiago Barroso, de Sonora; Jesús Eugenio Ramos Rodríguez, de Tabasco; Rafael Murúa Manríquez, de Baja California Sur; Celestino Rivera Vázquez y Mireya Ulloa, de Veracruz, así como una larga lista de asesinados y desaparecidos.
En la Comarca Lagunera se recuerda el secuestro y asesinato de Eliseo Barrón Hernández, del periódico La Opinión Milenio (2009), y la misteriosa desaparición del director de la revista de denuncia pública “Adelante”, Cuauhtémoc Ornelas Campos, en 1995, quien días antes había recibido amenazantes llamadas anónimas en contra de su integridad física.
En síntesis, la libertad de expresión estará siempre acotada por quienes detentan el poder económico, el político o el criminal, pues el libre albedrío lo mismo sirve para el bien o para el mal, según la voluntad del que lo ejerce; lamentándonos que la impunidad sea la que prevalezca hoy en día y la justicia brille por su ausencia en nuestro país.
¡Hasta la próxima!