Oliverio Ascascius.
Hay nombres vigorosos y complejos,
y los hay insípidos y comunes.
Los hay repetitivos como disco rayado
que vienen de generación en generación.
Los hay raros e indecibles.
Hay los que no tienen diminutivo
como “Hércules”
o desaparecidos como “Bruto”, (aunque muchos lo sean)
Hay los innombrables, los que no debieran tener nombre
sino un código de barras.
Pero hay nombres singulares, únicos e inmortales
Hay los que saben a cosas, a hierba, a croquetas de minino.
Y hay esos nombres: Alicia, Leticia…
que saben a lluvia, a cascada de rosas,
a luna otoñal de los recuerdos.
Pero solo hay uno -de los que hay pocos-
Ese al que a la madre de Girondo le gustó tanto
que dijo: mi hijo se ha de llamar así… Oliverio