Jesús M. Moreno Mejía.
“Nada induce a dudar de lo
bueno, como saber poco.”
Parafraseando a
Francis Bacon.
En fecha reciente, todos los planteles educativos del país (jardines de niños, primarias, secundarias, bachilleratos e inclusive las instituciones de educación superior), acataron de mala gana la disposición oficial de prohibir la venta de alimentos chatarra en el interior y exterior de los mismos, a pesar de ser una buena medida de salud pública.
Bien dice el dicho popular: «Quien malas costumbres ha de tener, tarde o nunca las habrá de perder”, pues el arraigo existente al consumo de bebidas y alimentos procesados, en lugar de frutas, legumbres, tubérculos y semillas comestibles, es una costumbre muy generalizada en México.

Y lo mismo sucede con el gusto de escuchar narco-corridos en ciertos sectores de la población, los cuales magnifican a personajes y acciones de algunos criminales, y si bien no han sido prohibidos explícitamente por las autoridades federales, han pedido no interpretarlos, a fin de no exaltarlos y crear una apología de la violencia.
Sin embargo, bastó que un cantante anunciara que no cantaría ese tipo de corridos la noche de su presentación en el palenque de Texcoco, para que los asistentes protestaran ruidosamente, al grado tal de destruir el equipo musical y demás accesorios en el escenario. ¡Absurdo!
Pero lo anterior no es el tema que nos ocupa en este artículo, sino la reacción de ciertas personas ante disposiciones que tienden a enderezar nuestras malas costumbres, que en este caso es la prohibición de bebidas y alimento chatarra, por su bajo, sino es que nulo, contenido nutritivo en niños y jóvenes en las escuelas oficiales y particulares.
Por cierto, se han tenido informes periodísticos de que la protesta más airada se ha dado en instituciones educativas privadas, al enterarse de que no se les venderá alimentos de consumo popular, sin que haya trascendido que algo igual ocurriera en escuelas oficiales.
Sin embargo, la prohibición tiene un sustento legal y bases científicas, pues las bebidas y alimentos chatarra son productos procesados, incluso en algunos casos ultraprocesados industrialmente, caracterizados por su alto contenido en azúcares, en grasa total y grasas saturadas, en sodio, y bajo o nulo contenido proteínico, fibra, minerales y vitaminas; tales como refrescos embotellados, frituras, galletas, chocolates, etc.
Se trata de aquellos productos cuyas formulaciones industriales son a base de alimentos originales (otros artificiales) que suelen tener aditivos para potenciar las cualidades sensoriales al paladar de los consumidores con texturas y colores artificiales que técnicamente les imprimen, pues son preparados mediante procesos de conservación, cocción o fermentación, ya sea en panes, quesos, vegetales, etc., al grado tal de modificación que los convierten en artículos ultraprocesados, pues se anulan de manera total las proteínas, fibras, minerales y vitaminas.
Uno de los propósitos fundamentales con la anulación de los alimentos chatarra, es disminuir la crisis existente en el país de obesidad infantil y juvenil, pues según datos del Instituto Nacional de Salud Pública, el 36.5 % de los niños entre 5 y 11 años de edad en México, padecen sobrepeso u obesidad, lo que equivale a 5.7 millones de menores. En tanto que en adolescentes de 12 a 19 años, la cifra asciende a 10.4 millones de jóvenes.
Dado lo anterior, el gobierno busca transformar la alimentación en los planteles educativos, a través de estrictas normativas y el fomento de hábitos saludables.
La pregunta obligada es: Podrá subsistir la prohibición en México, ya que no sólo existirá la oposición de los consumidores, sino el rechazo a la ley que perjudica a fabricantes de los productos chatarra, para lo cual recurren ya a una promoción más intensa de sus productos, tendiente a invitar a seguir demandando su mercancía.
La prohibición incluye a alrededor de 200 mil instituciones educativas, a partir del 29 de marzo pasado en cafeterías, cooperativas escolares o simples tienditas dentro o fuera de cada institución, donde se supone que ya han suplido sus productos a la venta de escolares y estudiantes, por frutas y verduras frescas; cereales integrales con leche, elote cocido con picantes naturales, gorditas, tlacoyos, nopales cocidos, tortas o lonches de pollo y/o aguacate, frijoles, quesadillas, etc.
La anterior situación entró en un “impase”, o compás de espera, por el asueto de las llamadas “Vacaciones de Primavera” o “Semana Santa”, por lo que faltará ver que suceda al regreso a clases.
¡Hasta la próxima!