Desigualdades educativas

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José C. Serrano Cuevas.

Dentro de la estructura de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), el Centro de Investigaciones y Servicios Educativos (CISE), fue una instancia que respondía a las necesidades creadas por el incremento y la diversificación de las actividades docentes universitarias.

Dicho organismo surgió en 1977 como resultado de la fusión entre el Centro de Didáctica y la Comisión de Nuevos Métodos de Enseñanza, ambos fundados en 1969 del siglo pasado. En 1989, por acuerdo del rector José Sarukhán Kermez y dentro del marco de la reestructuración administrativa de la UNAM, se encomendaron al CISE generar modelos de innovación educativa y realizar tareas de elaboración teórica en el campo educativo, respondiendo así a las necesidades de contar con una permanente superación en la calidad académica.

«La diferencia de acceso a la tecnología durante la pandemia tiene consecuencias particularmente nocivas y de largo alcance, debido a su incidencia en el sistema educativo.»

Los propósitos del CISE, estaban orientados hacia la investigación y generación de conocimientos; asimismo, buscaban contribuir a la solución de problemas que, en esos tiempos, enfrentaba la educación superior. La investigación en el CISE era una tarea fundamental. Los académicos realizaban la docencia y la extensión derivada de la investigación.

Para el mejor desempeño de la práctica docente, se dotaba al personal académico de las herramientas necesarias para lograrlo: enseñanza de las ciencias, formación docente, adolescencia, construcción del conocimiento, currículum, didáctica, coordinación de grupos de aprendizaje, método de investigación-acción, docencia como espacio de creatividad e innovación pedagógica.

Una de las especialidades impartidas en el CISE fue la de Formación para el Ejercicio de la Docencia, que se cursaba en dos años. El programa abarcaba seis módulos: Introducción a la Docencia; Introducción a la Investigación Educativa; Aspectos Sociales de la Docencia; Aspectos Psicopedagógicos de la Docencia; Aspectos Didácticos de la Docencia, y Laboratorio de Docencia.

Los alumnos inscritos en la especialidad tuvieron la suerte de escuchar la cátedra de Armando Bauleo, Tomás Vasconi, Juan Carlos De Brasi, así como de disfrutar textos de Enrique Pichon Riviere y del imprescindible Paulo Freire. Esta entrañable experiencia permaneció viva hasta que Francisco José Barnés de Castro, rector de la UNAM de 1997 a 1999, decidió disolver el CISE y, reasignar a los profesores investigadores en otros espacios de la Máxima Casa de Estudios.

En ese peregrinar anduvieron Armando Alcántara Santuario, Porfirio Morán Oviedo, Ana Hirsch Adler, Lourdes Margarita Chehaibar, Ángel Díaz Barriga, Alicia de Alba, Axel Didriksson y Carlos Ángel Hoyo, hasta encontrar acomodo en el Instituto de Investigaciones sobre la Universidad y la Educación (IISUE).

Marion Whitney Lloyd, profesora investigadora del (IISUE) afirma que la pandemia por el coronavirus ha exacerbado las desigualdades educativas en México, y agrega que la oferta virtual implementada por las instituciones académicas para hacer frente a la necesidad de cancelar las clases presenciales por el virus, tiene serias limitantes, dificultades y cuestionamientos éticos, sobre todo en cuanto a la equidad del modelo.

Sostiene la académica Lloyd que «la diferencia de acceso a la tecnología durante la pandemia tiene consecuencias particularmente nocivas y de largo alcance, debido a su incidencia en el sistema educativo. Afecta a los alumnos desde el nivel prescolar hasta el universitario, determinando quiénes pueden acceder y aprender de la educación en línea».

En el nivel superior, menciona la investigadora, 55 por ciento de los educandos que provienen de familias con bajos ingresos no cuenta con Internet ni computadora en casa, por lo tanto, no tienen acceso a dichos servicios: uno de cada cinco no puede seguir las clases en línea desde su hogar.

Para los estudiosos de la dinámica de los grupos sociales la desigualdad es tan ruin como la pobreza. Ambas parasitan a quienes, por décadas, han quedado postrados en la sórdida jodidez.