// Del Tintero // Nacidos para callar y obedecer

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Fidencio Treviño Maldonado.
ed. 355, septiembre 2018

  

Los monarcas sentados en sus tronos no pueden,

ni deben atender a sus siervos, lacayos y plebeyos..

 

En este país la política sigue siendo el trabajo, negocio y ocupación más productiva, inclusive se  le adoquina el nombre de «político» a cualquiera que ocupe un puesto por elección, por influyente o por trabajar en la misma burocracia dentro de la nómina de un municipio, del Estado o Federal. La masificación de los pueblos es tal, al menos en este país, que ni siquiera tienen idea o motivo del por qué se mueven, sólo se les indica por quién y cómo votar, siempre con el futuro del municipio en particular y de la nación en general aunque este siempre inmersa en la incertidumbre catastrófica. México está considerado en el mundo como un país que ni siquiera avanza como los cangrejos, sino que siempre se desvía, un subdesarrollo permanente al que estamos acostumbrados, porque así nos indican nuestras posibilidades afectivas, pocas veces con la posibilidad de confrontar menos para cambiar las desigualdades que nos ofrecen, proponen y dictan los proyectos, reformas o simples métodos políticos emanados desde la cúpula.      

¿Somos la mayoría de los mexicanos labrados para obedecer y callar? SI, y sin limitaciones, desde la educación oficialista y conductista que nos vende la clase dominante comienza la teoría  del origen del adoctrinamiento, una historia oficial acorde a lo que a ellos les conviene, no hay aprendizaje, ni memoria, sólo un papel demostrativo que ejercerá el que termine determinado grado de escolaridad, desde Primaria, hasta el doctorado o más grados de estudios, (decenas de cuadros colgados en alguna pared, referencias de estudios, diplomas, premios, trofeos y ostentación para los incrédulos), todo dentro de mismo círculo administrativo que el Estado proporciona y muchas veces una frustración personal, ante las quimeras que en sus sueños tenía la persona ya con su profesión terminada, esto con miles de desvelos y limitaciones pero alcanzada. Aquellos que intentaron terminar con la obediencia, ahora su desobediencia descansa en algún lugar de hombres ilustres, los más, la llamada tropa del pueblo en desconocidos sepulcros que nadie recuerda, todo por salirse del conductismo abyecto de un sistema caduco, añejo, impuesto y que sin embargo está vigente y es tangible.

¿Por qué esa obediencia ciega y sin derecho a replicar?, tal vez por la comodidad en que millones de familias están, otros tantos por la indolencia, mientras los más por dóciles al mandato y sugerencias de la clase política, es decir órdenes de la «Casta Divina » que logró domesticar el carácter que alguna vez existió en la población mexicana.

Ante el abanico de opciones que nos ofrecen los diferentes ordenadores mediáticos está el entretenimiento, la forma estúpida de perder el tiempo en escuchar, pocas veces leer y muchas ocasiones ver lo que al pueblo mejor le conviene, pleitos o luchas simuladas entre los partidos políticos, pirámides de mentiras labradas con mucho dinero, la creación de ídolos de lodo y más de lo mismo, obras bufas, que hasta el gran Moliere se avergonzaría si llegase a ver la que en la actualidad es protagonizada por los políticos y la sociedad misma, esta última como protagonista o simple espectadora.

La impostura, «valga la redundancia», impuesta con calzador, nos hace ser simples vasallos de los caprichos oligárquicos para sostener el sometimiento del que somos parte y que todo parezca que estamos en el valle del Edén, el mundo feliz vivido en pleno infierno. Parece ser un cambalache de tiempos o épocas de nuestra república, desde antes de la independencia ya hermanos eran sometidos por hermanos, después por desconocidos, con una cruz y la espada se tenía que ser la obediencia ciega, en actos de fe, llega la independencia y los supremos poderes imperiales también obligan la inclinación del cerviz, la reforma y su guerras, nacen reglas para el pueblo y comienza el culto a la figura que manda, la revolución y sus caudillos, bandidos y donde escasean los héroes, el temor, cuchillo, fusil y horca son quien ordena y manda, y llega el parto atravesado de un partido   (PRI) que impone el saqueo, la traición, la corrupción y la cosecha de bandidos, la mayoría venerados, también en donde la obediencia, el sometimiento y la lealtad hacia los que mandan van implícitas para completar el juego perverso que ha dominado este país desde 1924 a la fecha, con cambios de partidos en el poder, pero sin cambios, ni siquiera una pizca de libertad para los gobernados. Aunque la libertad no se compra, ni renta, ni presta, ni siquiera se puede simular, ni se gambetea, la libertad se gana y cómo cuesta.

kinotre@hotmail.com