Andrés Manuel y sus laberintos mentales: Un gobierno que construye el caos

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por Luis Fernando Hernández González.
ed. 358, enero 2019

El error es un arma que acaba siempre por dispararse contra el que la emplea”.
Concepción Arenal.

Andrés Manuel López Obrador.
“Todavía no tenemos presidente”.

Mafiosos, rapaces, neofascistas, conservadores, mezquinos, fifis, fresas, canallas, adjetivos de su léxico anti opositores, además de que con ello, busca la reconciliación nacional de una sociedad desconfiada, confrontada y dividida.

Las expresiones populares tienen un sentido y razón de origen, cuando señalan que los dichos de los viejitos, son evangelios chiquitos y tal es el caso cuando apuntan al decirnos que en boca cerrada no entra mosca, que calladito te vez más bonito, que el pez por su boca muere, que el silencio es el mejor aliado de los sabios, que expresiones y razones para ocasiones y en el mucho hablar nunca falta necedad, por poner solo unos ejemplos.

Le digo a usted todo lo anterior, porque definitivamente quien más habla, corre con la oportunidad de equivocarse constantemente y tal es el caso del presidente de la república, Andrés Manuel López Obrador, quien mañana tras mañana ha hecho costumbre en plantear una conferencia de prensa a los medios informativos, para expresar en detalle los acontecimientos y las medidas por adoptar de su reciente gobierno, en donde por supuesto incluye lo referente a la cuarta transformación, que según él, será una identidad administrativa de su gobierno.

No está mal informar, pero el solo hecho de plantear de todo sin ton ni son, le hace aparecer como un simple merolico que busca vender su producto en la plaza pública, como así lo señalan algunos analistas que al hablar todos los días, y sobre todo de la manera que lo hace, somete al desgaste su propia palabra, al tiempo que hace evidente su completa ignorancia sobre temas que requieren algo de conocimiento técnico.

Hacer comentarios de sus expresiones y verborrea contra sus adversarios que él propio López Obrador presidente, considera como una clase conservadora, mezquinos, neofascistas y canallas, muestra a plenitud una serie de percepciones mentales que terminarán por afectar su gobierno al estimular con su lenguaje la descalificación y el odio recalcitrante que sus palabras pronuncian al estimular la aversión entre simpatizantes y aquellos que dispuestos están en señalar sus diferencias de proceder de su gobierno y de su persona al no coincidir con su forma de pensar y de actuar como persona o autoridad mandataria.

Con su actitud declarativa se demuestra que solo él sabe de todo, dando pie a su comporta- miento mesiánico de conservadurismo, de aferrarse a prácticas y comportamientos del pasado, a los enemigos del progreso, de manifestaciones moralistas, del bien y del mal, pontificando a todo aquello que estando de su lado es gente que estimula esta nueva creación del México que busca “modernizar” en este pleno siglo XXI, desechando el pasado. Y parece mentira, pero una de las principales actividades presidenciales es poner calificativos a cada rato. Antier les dijo mezquinos, ayer lo cambió por canallas. En eso se van sus palabras seguramente con sus expresiones y gracejadas, dichos y dicharachos con los cuales terminará como el arlequín de circo, solo riéndose solo.

Uno de los twists de Cecilia Soto, nos describe una realidad del Mexica actual y su autoridad, cuando comenta: “Todavía no tenemos presidente”. Y no, al parecer sigue el líder, el hombre que se levanta temprano para tener más tiempo de lanzar insultos y gestos amargos, un hombre incapaz de nobleza política, un hombre, ese sí, mezquino en el reconocimiento del adversario, un hombre temeroso de la falta de reconocimiento, alguien que no conoce las bondades de la unidad y las virtudes de la templanza. Todavía no tenemos presidente, lo que tenemos es un conservador canalla.

Agregue a todo ello, la definición contenida en el paquete económico para el año entrante, el cual, debería de definir el rumbo que el gobierno espera dar a nuestro país, el cual definitivamente debe estar equilibrado en sus ingresos y egresos, debe estimular el crecimiento económico y generar un clima adecuado para las inversiones, sin perder de vista a cada uno de los sectores estratégicos.

Razón por lo cual los endebles pronósticos contemplados, la eliminación de estímulos fiscales para el empleo y los masivos recortes presupuesta- les han sido causa de fuertes diferencias entre los grupos sociales y parlamentarios. La mala noticia es que la conducción del país está bajo la condición política en un alto porcentaje, perdiendo de vista aquellas variables económicas que la actual administración desconoce o bien es producto de su inexperiencia que sustenta en la falsa demagogia de sus promesas de campaña y su consistente disposición para desviar los fundamentales económicos.

Lo vemos con los resultados en la bolsa de valores, en el petróleo, en la confrontación con inversionistas, en el trato a gobiernos estatales y a universidades, a sectores gremiales y clasistas, en los despidos de burócratas federales, en las descalificaciones a reformas hacendaria, energética y educativa, en los señalamientos al Poder Judicial y su descrédito público, y por último en su actuar de división y desprestigio social entre mexicanos, pobres contra ricos, buenos contra malos; cuando debería de ser todo lo contrario para buscar la conciliación y la unidad nacional que tanto requiere la sociedad y demanda con urgencia México.