por José C. Serrano Cuevas.
ed. 359, febrero 2019
El viernes 8 de febrero recién transcurrido, muy cerca del anochecer, el jefe del Ejecutivo Federal extendió el nombramiento a Karla Irasema Quintana Osuna, como titular de la Comisión Nacional de Búsqueda de Personas (CNBP). No hubo sorpresas en el anuncio de marras. Simplemente se corroboró el contenido de la crónica de una designación anunciada.
En un comunicado de 15 páginas, signado por el Lic. Alejandro Encinas Rodríguez, subsecretario de Derechos Humanos de la Secretaría de Gobernación, se da cuenta de la exposición fundada y motivada del resultado de la consulta pública para el nombramiento de la persona titular de la Comisión Nacional de Búsqueda de Personas. La redacción del documento se hizo con sumo cuidado.
En el apartado XII menciona que «todos los aspirantes fueron entrevistados por el titular de la Subsecretaría de Derechos Humanos con preguntas relacionadas con su trayectoria académica y laboral, las propuestas planteadas en el plan de trabajo, la coordinación y vinculación con organismos de la sociedad civil, colectivos, familiares de las víctimas, acciones focalizadas para la búsqueda y localización de personas, sistemas informáticos y coordinación nacional e internacional».
Tras una revisión rigurosa del curso de las entrevistas, fue notorio que el responsable de esa tarea, se limitó al planteamiento de preguntas concebidas de antemano. Fue omiso en la interacción con sus entrevistados. Dicha la última palabra de éstos pasaba inmediatamente a la siguiente cuestión. No hubo comentarios sobre lo expuesto y, mucho menos alguna crítica. Lamentablemente el esfuerzo quedó reducido a un mero ejercicio mediático.
Los once candidatos, revestidos de una profunda solemnidad, fueron muy generosos consigo mismos. Todos han dado lo mejor en favor de quienes han requerido de sus servicios. La autocrítica no fue la invitada de honor al tan publicitado show. Ninguno de los aspirantes se dio permiso para reconocer que han sido poco sensibles y negligentes en su desempeño laboral. Las víctimas de sus desaires llevan registros puntuales de sus desplantes, de sus embates prepotentes.
La Secretaría de Gobernación (Segob) emitió, el mismo 8 de febrero, un boletín de prensa en el que destaca la amplia trayectoria de la doctora Karla Irasema Quintana Osuna, tanto en su formación académica como en su práctica profesional. Con ese curriculum vitae, útil para sorprender incautos, no faltaría un pendejo con iniciativa que se aventara el boleto para proponerla como candidata a la Secretaría General de las Naciones Unidas (ONU), olvidando una vieja máxima: Lo que natura non da, Salamanca non lo presta.
En el referido boletín se menciona que la ex directora general de la Asesoría Jurídica Federal de la Comisión Ejecutiva de Atención a Víctimas (CEAV), fue secretaria de Estudio y Cuenta en la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN). Familiares de personas desaparecidas, inmunes al acarreo de los colectivos, deducen que fue en la SCJN donde empezó el madrinazgo de Olga Sánchez Cordero hacia Karla Quintana. Con esa hipótesis se puede respaldar la premisa de que la cuatitud está y estará presente en la 4a. T.