113 años de oprobio

0
705

por José C. Serrano Cuevas

Un decreto del presidente de México dio por terminada la operación durante 113 años del penal de las Islas Marías, considerado uno de los centros de reclusión más crueles para los presos. Por más de una centuria ha sido el escenario predilecto para imponer castigos, tortura y represión a quienes no han cumplido con los estándares de buen comportamiento, según el criterio de los juzgadores.

Las Islas Marías están localizadas en el Océano Pacífico a 112 kilómetros del estado de Nayarit. La mayor de ellas es María Madre, ésta albergaba la Colonia Penal Federal, establecida en 1905, durante el porfiriato. Las otras islas son María Magdalena y María Cleofas, ambas de una belleza impresionante. En 2010 fueron declaradas por la UNESCO Reserva de la biosfera.

Por más de 10 décadas, este Alcatraz mexicano recibió a cientos de los criminales más peligrosos del país, así como a personajes que terminaron en sus celdas por motivos políticos. En este rubro, el más famoso fue el escritor duranguense José Revueltas, autor de la novela Los muros de agua.
Pisó el concreto de las Islas Marías en dos ocasiones. La primera vez fue en 1932, por cuatro meses, y la segunda en 1934, por nueve meses, hasta que fue puesto en libertad por una amnistía general firmada por el presidente Lázaro Cárdenas del Río. Ambos confinamientos se atribuyeron a su activismo político en las causas comunistas.

José Revueltas fue autor de obras que retrataron la vida de las personas marginadas y también de los perseguidos. Sus dos libros más conocidos son Los muros de agua y El Apando, relatos cuyas historias suceden en dos de las prisiones más conocidas de México: Las Islas Marías y El Palacio Negro de Lecumberri.

Los muros de agua aborda la historia de cinco jóvenes comunistas que son enviados a las Islas Marías, considerada la primera prisión de máxima seguridad. Las páginas del texto son un retrato de las violaciones a las garantías esenciales de todo ser humano y la degradación de los confinados en ese lugar. Desde esa época lejana el autor señala la corrupción existente en el Poder Judicial.

Esta ficción refleja la crudeza que se vive en medio de una zona delimitada por los mares mexicanos y, donde el castigo diario, como los golpes y la colocación de grilletes en los tobillos de los presos es de lo más trágico que pueda sufrir una persona: la deshumanización en un ambiente desolado.

El líder de la Cuarta Transformación ha dicho que el sitio habrá de convertirse en un centro para las artes, la cultura y el conocimiento sobre el medio ambiente. Es deseable que se sostenga en ese propósito, y no con el paso del tiempo le dé un giro hacia la industria turística reservada para la clase económicamente encumbrada. ¡No más experiencias oprobiosas!