Los tiempos y hechos de la nación 2019

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Luis Fernando Hernández González.

“El Estado soy yo” es la expresión más pura de la concepción autocrática de la vida política. Significa que el gobernante encarna al Estado, que su voluntad es la suprema ley y que resume en su persona todos los atributos y potestades estatales. Siglo XVII, Luis XIV.

Hoy los mítines de campaña son la plataforma de las mañaneras, diseñadas para que se luzca AMLO.

Hoy en día en nuestro país se ve amenazado con un golpe de estado institucional, realidad que por supuesto nos marca en un grave retroceso como sociedad civilizada y democrática, con una total carencia de pesos y contrapesos que fortalezcan el rumbo y sentido de la nación, al ser cancelado fines y propósitos de organismo autónomos, sometimiento de autoridades de impartición de justicia, carencia de equilibrio en el debate-análisis parlamentario en la toma de decisiones legislativas, menosprecio a los medios informativos y acotamiento de facto de la misma libertad de expresión, en la disensión y tolerancia que enaltezca, modernice y haga crecer a la sociedad.

Gracias a las redes sociales vivimos en una vorágine de actividad informativa en donde los distintos grupos de acción social buscan mediante sus plataformas difundir el contenido de sus propuestas, generando con toda ello, una campaña permanente, constituyéndose en una constante red de sus aplicaciones en todo momento y a toda hora, tomando a la sociedad como rehén de su objetivo fundamental por convencer y conquistar para su particular beneficio.

Lo percibimos en el activismo político tanto de personas como de agrupamiento y organizaciones, que se expresan elogiando, mostrando rechazo o bien permaneciendo indiferentes, a lo que acontece, sea esto para bien o para mal, según su óptica de aprecio y repercusiones en el contexto social.

Recordemos por ahora aquellas esenciales frases del maestro de la política nacional Jesús Reyes Heroles que nos decía seamos inflexibles en la defensa de las ideas, pero respetuosos en las formas, pues en política, frecuentemente, la forma es fondo; situación que hoy en día retomamos en nuestra clara realidad social, cuando se suceden hechos como los de Culiacán, Michoacán y ahora Sonora-Chihuahua, en donde la autoridad se muestra impávida ante estos graves problemas que acontecen y solo da muestras de carencia de estrategia y prestancia para atender situaciones de suma gravedad y de amplia repercusión en la vida de la nación y su sociedad.

Traslademos a nuestra mente los propósitos y objetivos que nuestra sociedad se plateaba hace algunos años atrás, cuando buscaba mayor contundencia y concreción en la repuesta política que le hiciera trasladarse a contextos virtuosos de apreciación y avance intergeneracional en la población, combatiendo la corrupción y la deformación administrativa, generando una mayor y mejor transparencia en la aplicación de los recursos públicos, promoviendo una correcta aplicación de la justicia y un respeto total a los derechos humanos en sus distintas vertientes de apreciación, y por supuesto sin caer como ahora se hace en una atonía de la nación mexicana en muchos de sus rubros dinámicos de actividad, bajo un supuesto de austeridad que le ata y le comprime en muchos de sus desempeños como país.

Hoy los mítines de campaña son la plataforma de las mañaneras cuyo diseño es cuidadosamente preparado para que supuesta mente se luzca AMLO, para que junto a él, como primera autoridad, salgan a escena distintos miembros de su gabinete con posturas y actitudes expositivas que poco abonan a los criterios emblemáticos que se buscan destacar como respuestas de buen gobierno y que la sociedad perciba como claras respuestas de una problemática. El ejemplo lo tenemos en aquellas distintas versiones de los sucesos beligerantes de Culiacán, donde la distorsión informativa de lo acontecido, plantó, inconsistencias entre niveles de autoridad, medios informativos y los eventos sucedidos, dejando a las fuerzas armadas y de seguridad en una total indefensión a la crítica de la opinión pública de toda la nación por erráticas tácticas anti crimen.

El infortunio y el destino nos alcanza como sociedad y como nación, las calamidades se aprecian en el horizonte, la impericia de funcionarios se manifiesta, nadie puede contradecir ni sugerir senderos al monarca en turno y los indicadores lo apuntalan y la realidad factorial en sus distintas variable marca sus resultados, cero crecimiento, justicia dirigida, carencia de confianza, gran inseguridad, nula coherencia social y sentido de identidad disperso, el gran inquilino de palacio nacional medita a solas sin ninguna interlocución de por medio, el catalizador social que jugaban los medios informativos hoy arrinconados, el empresariado y partidos políticos de toda significancia descalificados y sin aparición que busque un equilibrio de pesos y contrapesos que ayer se tenía y hoy se aprecian ajenos, las iglesias callan y la sociedad en estado de angustia y desesperada, con escaza fe en su destino.

Nota se sugiere lectura de: Roa Bastos, autor de la novela Yo el supremo (1974), con imaginación literaria caracterizó en su obra el perfil y accionar de dictadores y gobernantes que se apropian de todos los poderes. De los que se creen dioses, única ley, palabra y razón, por lo que son la antípoda de democracia, ciudadanía y convivencia social. En su obra describe cómo los déspotas, autócratas y dueños del poder total, son quienes hacen la ley y deciden en los tribunales de justicia.