A partir del 9 de marzo puede venir la gran reivindicación de la sociedad civil

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Adolfo Olmedo Muñoz.

La impunidad de la violencia contra las mujeres ha sido groseramente desconsiderada por un sujeto que ostenta el más alto cargo de nuestra nación.

Hasta hace un par de años atrás, la presencia de Diego Fernández de Ceballos en el escenario político se desplazaba un poco como sombra en un trascenio poco iluminado. Como legendario “primer actor”, estrella refulgente de la ola más beligerante de la derecha panista, Diego fue audaz, atrevido, caustico, gran negociador, abogado astuto, honesto ante su propio código axiológico por lo menos; hasta el límite de sus intereses y los de su partido.

Con el arribo de la abrumadora ola populista que en un torrente abstruso de aventureros de todos colores e “ideas” partidarias; adoctrinados ante el horror de sucumbir en medio de la pobreza, la inseguridad, la insalubridad, que supuestamente había engendrado el neoliberalismo, los políticos como Diego, arriaron velas y se dejaron llevar por el oleaje de una “nueva” corriente social, bautizada como “Morena” (Movimiento de Regeneración Nacional), que con herramientas mediáticas nuevas, pero igual o más perversas que en el pasado, se secuestró al subconsciente colectivo para arrancarle un invaluable voto de confianza, que hoy, solo podrían seguir refrendando con una nueva compra de voluntades, a un costo mucho más elevado, merced al cúmulo de traiciones, estupideces y caprichos de su líder máximo; su alteza serenísima (así, en minúsculas), quien sistemáticamente ha venido “mordiendo la mano de quienes le dieron el voto”.

Las mujeres, esa población que estadística- mente es la más importante, numérica y cualitativa, se ha terminado de desprender de la venda con que se cegaron ante la angustia de un pasado difícil, corrupto, machista, parcial y abusivo, sí, pero en el que aún quedaban esperanzas de un halagüeño porvenir.

Hoy, todo se ha venido derrumbando con una perversidad, a más de sistemática, enferma; con sed de venganza, con inhumano revanchismo, con crueldad impúdica contra los más indefensos habitantes de nuestra nación: los niños, a los que tácitamente se les ha negado el derecho a vivir restringiéndoles sus medicamentos.

La violencia contra las mujeres no es nueva, lleva siglos, milenios tal vez, pero nada es pretexto para que impunemente se le deje en el desamparo de una supuesta política socialista, pero que le ha arrebatado algunos de sus más preciados derechos, como el de la vida misma y su resguardo ante la injusticia de género y de toda índole.

La impunidad de la violencia contra las mujeres ha sido groseramente desconsiderada por un sujeto que ostenta el más alto cargo de nuestra nación. Ellas que muy posiblemente fueron las que más votaron por ese “personaje” (López Obrador), han llegado al límite de su tolerancia. Ellas, madres todas de esos niños desamparados y sin atención médica; esposas, madres o hijas de miles de enfermos a los que se les ha estado negando el suministro de medicamentos, porque según “la autoridad” se esta “combatiendo a la corrupción de los conservadores”.

La Mosad que desde la secretaría de la Función Pública cuya titular es nada menos que la esposa del “invitado de hoy” John Ackerman, y quien viene imponiendo el terrorismo en todos los renglones de la economía de nuestro país, justificados seguramente con movimientos sociales que pudieran ser algo así como la desestabilización de la UNAM cuyo prestigio es infinitamente mayor al de los protegidos maestrines de la CNTE
Pero este mes de marzo del año 2020, las mujeres de nuestro país están llamadas a poner los cimientos de una nueva nación; sin demagogias, sin mentiras, sin engaños, sin alucinaciones, sin manipuleo de ninguna clase, volviendo la mirada a verdaderos líderes que, sin mesianismos ni rencores, estén dispuestos a volvernos hacia nuestro futuro, tan torpemente interrumpido por una gavilla de aventureros piratas de la función pública.
Puedo parecer tan obtuso como los militantes de la mal llamada 4T por generalizar los niveles de estupidez, de corrupción, de vulgaridad, y de cinismo, sin tomar en cuenta que habrá, puede ser, personajes verdaderamente democráticos, éticos, civilizados, humanistas, preparados, pero aún así, tienen que ser medidos con el mismo rasero dada su sumisa incondicionalidad ante las arbitrariedades del improvisado funcionario público “número uno”.

Por ello hago alusión a Diego Fernández de Ceballos en el inicio de mi comentario, pues él que fuera considerado como un indómito rebelde de la política, hoy se escucha sensato, por más dura que sea su oratoria, pero certera.

Recientemente circuló en las redes sociales, un video, al parecer de una breve conferencia que dictó el abogado Fernández de Ceballos con la que hace una sucinta vivisección de la presencia del político tabasqueño en los últimos tres años.

Sin ánimo de escudarme en la opinión de nadie, por ética profesional, he optado por transcribir, tal cual, el texto de dicha conferencia, por más que de antemano, aclare que yo estoy de acuerdo, aunque siga considerando que don Diego, es y seguirá siendo un gran guerrillero de la política.

“Que fácil habría sido su campaña electoral que se reducía a la venta de esperanza (figura jurídica que se aplica en los contratos de compraventa, que equivaldría a un “pago sin ver”); un artículo barato que consumirían los indigentes con gran apetito.

Manipular a los muertos de hambre era materia muy sencilla porque estarían dispuestos a creer lo que se les dijera, con tal de salir del horror de las circunstancias en que se encontraban.

Manipular a un indigente, a un desesperado, no representa mayores dificultades porque estaban dispuestos a creerle cualquier promesa, algunas de imposible realización. Esto -precisó- fue algo fundamental; Porque estamos así, aquí y ahora, por un pasado ominoso. No es porque de repente México tuviera la mala suerte de caer con un gobernante de esta catadura.

Es que el pueblo no soportaba ya más ese pasado. Y para no tener una posición radical sin concesiones -como la del autor- hay que reconocer que, en ese pasado, muchas cosas se hicieron bien y por el bien de México, pero prevaleció luego el abuso, la deshonestidad, la soberbia, la arrogancia y millones de miserables ya no sabían a donde llegar, lo único que sabían era, de dónde salir.

La tragedia de antes nos llevó a que hoy no tengamos a un presidente de México ni tampoco mucho menos, a un jefe de estado. Tenemos para desgracia de esta nación, a un rufián con poder” y aclaró inmediatamente después: “Rufián es el hombre vil y despreciable que vive de la estafa y la mentira”.

Y como corolario de mi comentario, amén de que se trata de un nuevo botón de muestra, el caso de un gringo despistado de nombre John Mill Ackerman, con quien se ha dado un nuevo golpe de cínico autoritarismo e insolencia al imponerlo como candidato a conformar el Comité Técnico de Evaluación que sancionará y elegirá a los candidatos a formar parte, como consejeros del INE. La propuesta fue formulada por la Comisión Nacional de Derechos Humanos, que lamenta- blemente esta siendo usurpada por la activista morenista Rosario Piedra Ibarra.

Un golpe más a los otrora llamados Organismos Independientes que están siendo destruidos sistemáticamente por la perversidad política. La legalidad de los futuros procesos electorales está, desde hoy, en entredicho pues nadie puede negar la sumisión de un fiero activista de López Obrados, destacado miembro de la comunidad judía, Ackerman, un hombre ilustrado pero dogmático, cerrado, fanático y muy impulsivo al imponer sus ideas, que como ya lo hemos constatado en infinidad de participaciones públicas son siempre a favor, indiscutiblemente, de Andrés Manuel López Obrados, su profeta.

Y así, AMLO se atreve a insinuar que hay intereses conservadores, neoliberales, retrógradas en el ejemplar movimiento que han emprendido las mujeres, que con determinación están dispuestas a brindarle lecciones de auténtica moral a quien se ostenta como jefe de estado.

“alea jacta est” aunque en este caso hablemos de que la mala fortuna se ha desencadenado. O quizá, liderada por las mujeres, la sociedad civil emprenda la mayor de sus reivindicaciones. Oj Ala… bueno, bueno, bueno, ojalá así sea.