Mis sexenios (21)

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José Guadalupe Robledo Guerrero.

Las elecciones municipales

Debido a un pleito de cantina y a la animadversión que JFR tenía por los aliados del candidato parmista, Jorge Masso Masso sufrió la andanada de los afines al gobierno de “El Diablo”.

Para las elecciones de 1984 se registraron 8 candidatos para la Alcaldía de Saltillo por distintos partidos políticos, pero sólo dos tenían posibilidades: Por el PRI Carlos de la Peña Ramos “El Cabal”, sobrino político del gobernador de las Fuentes, constructor y beneficiario de cargos públicos ligados a la construcción; y por el PARM Jorge Masso Masso, hotelero ligado a la construcción y a los bienes y raíces, uno de los principales socios de Armando Castilla Sánchez y el periódico Vanguardia, quienes venían por la revancha luego que el movimiento Pro Dignificación de la UAC los había derrotado.

Jorge Masso dejaba atrás 25 años de militancia priista y sus beneficios. Algunos de sus cargos públicos los había conseguido con el apoyo de Joaquín Gamboa Pascoe, dirigente “charro” cetemista. Por otra parte, el PARM era apéndice del PRI, pero en Saltillo Jorge Masso lo convirtió en un partido de oposición al delasfuentismo.

A propósito, cuando al Gral. Raúl Madero le notificaron que el Presidente en turno había decidido que fuera el candidato del PRI al gobierno de Coahuila, Madero era el tesorero nacional del PARM. De allí brincó al gobierno coahuilense. Masso se atrevió a desafiar al gobierno priista de “El Diablo”, y le invirtió dinero a su pretensión política. Igualmente, José de la Fuentes puso la economía del estado para hacer ganar al “Cabal”.

Sin embargo, la situación de Masso era desventajosa, principalmente porque su apoyo provenía de los grupúsculos políticos que giraban en torno a Vanguardia, los que nunca se enfrentan con el gobernador. Los ricachones no pelean con el dador sexenal de negocios, puestos, condonaciones de impuestos y demás privilegios. Por eso a Jorge Masso lo lanzaron a la pelea, mientras ellos negociaban en lo oscurito. 

La animadversión que “El Diablo” le tenía a Masso, era una pugna personal. Años después le pregunté a Masso cuál había sido el origen de su pleito con de las Fuentes, y me confió la experiencia: En cierta ocasión que Jorge Masso se encontró en la ciudad de México con José de las Fuentes, ambos compartieron una habitación en el desaparecido Hotel Del Prado, debido a que no había más habitaciones. Ese día decidieron a tomarse unas copas e invitaron a un amigo y a tres amigas circunstanciales para la ocasión. Llenaron un recipiente de cerveza y hielo y se dispusieron a pasarla bien. Pero surgió un problema, “El Diablo” le había echado el ojo a una de las damas, y el tercer invitado, un hombre de más edad se puso a bailar con la escogida de De las Fuentes. Esto disgustó a “El Diablo” que soltó un puñetazo sobre la cara del invitado, Masso detuvo el golpe y José de las Fuentes perdió el equilibrio cayendo en el recipiente lleno de cerveza y hielo. “Eso nunca me lo perdonó el Diablo”, concluyó Masso su relato.
Debido a este pleito de cantina y a la animadversión que tenía por los aliados del candidato parmista, Jorge Masso sufriría en carne propia la andanada de los medios de comunicación afines al gobierno delasfuentista.
Durante el proceso electoral, a Masso se le rebajó a la condición de organizador de comelitonas para los poderosos, en un traficante del poder, en una gente indeseable. Mientras a Carlos de la Peña de la noche a la mañana se le convirtió en un hombre cabal, honesto, con un talento indiscutible y con una inteligencia fuera de lo normal. Lo mismo de siempre. El proceso se llenó de acciones provocativas que auguraban que la violencia electorera podía surgir de un momento a otro.

Enmedio de todo este circo electorero, el 15 de noviembre de 1984 JFR rindió su Tercer Informe de Gobierno. A pesar de que en ese momento las cosas políticas estaban caldeadas, “El Diablo” ya era otro, comenzaba a ejercer su mandato y ya no era “El borrachín de Palacio”, sino el “Señor Gobernador”.

Tanto había cambiado la situación del gobernador que los dirigentes de la CANACO de Saltillo, Kerim Saade Charur y Jorge Rosales Talamás, le “regalaron” a José de las Fuentes una vedette del espectáculo (¿Angélica Chaín?). No recuerdo, lo cierto es que ella acompañó a JFR en el presidium de un acto del magisterio coahuilense. Nadie dijo nada, al contrario lo festejaron. Habían pasado sólo dos meses de la muerte de doña Elsa Hernández, pero “El Diablo” se dejó querer y disfrutó el “regalo” de los comerciantes que hacía meses le habían organizado un paro del comercio que terminaría con la destitución del Procurador Pablo Pechir. 

Como es costumbre, el Tercer Informe de De las Fuentes fue una danza de millones de pesos “invertidos en beneficio de los coahuilenses”. No faltaron por supuesto, las grandes obras, las felicitaciones públicas y las congratulaciones de tener un gobierno tan honesto y responsable como el de “El Diablo”. Por su parte, JFR se vengó de sus enemigos al tenerlos sentados durante cuatro horas escuchando su Informe.

“El Diablo” no tuvo problemas en su Tercer Informe de Gobierno, debido a que para esas fechas ya estaban citados en la Procuraduría Villegas Rico, su Tesorero Francisco Javier Valdés Valdés y el resto de los involucrados en la corrupción universitaria, quienes comparecerían cuatro días después, el 19 de noviembre. Y como el miedo no anda en burro, Villegas y los suyos no quisieron echarle más leña a la hoguera, se mostraron institucionales y no organizaron ningún acto que empañara el informe gubernamental. 
Por su parte, Masso y sus amigos que lo acompañaron como miembros de su cabildo, entre ellos René Molina y “El Compadre” Medina, personas queridas por los saltillenses, llevaron solos la carga de la disidencia, y de paso el señalamiento de ser la punta de lanza de los grupúsculos que giraban en torno al periódico Vanguardia, y como si se hubieran puesto de acuerdo, ambos bandos se acusaban de corruptos. Hasta los grupos universitarios ligados a Luis Horacio Salinas le entraron a la pugna electorera.

Por nuestra parte, Olmedo y yo, estabamos en la revista Criterios recogiendo la información del pleito por la Alcaldía saltillense que pronosticaba terminar en violencia. De todos modos ya sabíamos que a pesar del apoyo popular conseguido por el candidato parmista, Jorge Masso perdería las elecciones municipales por la buena o por la mala, así lo había decidido “El Diablo”, que con la victoria de los universitarios antivilleguistas se había envalentonado.

El 25 de noviembre los candidatos a la Alcaldía saltillense cerraron sus campañas políticas con actos multitudinarios y cantantes invitadas; al día siguiente, el 26 de noviembre, el Consejo Universitario de la UAC se reunió para determinar que las elecciones de Rector serían el Primero de marzo de 1985. El 2 de diciembre se realizaron las elecciones municipales, y según el Congreso del Estado en su papel de Colegio Electoral, el triunfo lo consiguió Carlos de la Peña Ramos con 25,155 votos contra los 14,782 sufragios que había logrado Jorge Masso.

Inmediatamente después de cerrar las casillas receptoras de votos, se comenzaron a escuchar los gritos de los perdedores acusando al gobierno de “El Diablo” de haber hecho fraude. El principal inconforme fue Jorge Masso, que logró con su votación un milagro político, pues en Coahuila el PARM no existía ni como cadáver.

Con su acusación de fraude electoral, Jorge Masso continuaría como “El negro de la feria”. Luis Horacio Salinas en su columna “Criterios de la Política” firmada con el seudónimo de Cicerón acusaba a Masso de múltiples abusos que había cometido cuando fue Director de Policía y Tránsito: contrabando de maquinaria, armas y municiones; de haberse adueñado de acciones y terrenos en la Presa de la Amistad en Acuña; por todo esto Luis Horacio Salinas exigía que se encarcelara a Masso.
La violencia que habíamos pronosticado apareció como resultado de las pugnas entre los grupos políticos y económicos de la entidad; en Piedras Negras los inconformes incendiaron el edificio de la Presidencia Municipal, destruyeron vehículos particulares y oficiales, bloquearon el puente internacional y hubo enfrentamientos entre policías y ciudadanos cuyos resultados fueron un muerto, decenas de heridos y varios detenidos, lo que obligó a que el ejército vigilara la ciudad de Piedras Negras, para evitar más derramamiento de sangre y acciones ilegales.

Todo esto sucedió en Piedras Negras, debido a que un amplio sector de ciudadanos repudiaban al candidato priista ganador, Carlos Juaristi Septién, porque según los inconformes, él y su hermano Francisco habían chantajeado, difamado y agredido a la población durante 20 años a través de su periódico “El Zócalo”, pero a pesar de la grave situación, JFR impuso a Carlos Juaristi Septién en la alcaldía nigropetense.

A Carlos de la Peña de la noche a la mañana se le convirtió en un hombre cabal, honesto, con un talento indiscutible y con una inteligencia fuera de lo normal. Lo mismo de siempre.

En Monclova se efectuaron bloqueos de carreteras y la toma del edificio de la Presidencia Municipal. En Saltillo, como resultado de un enfrentamiento entre parmistas y priistas, el edificio de la Presidencia Municipal estuvo custodiado las 24 horas por policías preventivos, al mismo tiempo policías judiciales mantenían una guardia permanente en el Palacio de Gobierno.
El problema postelectoral de Saltillo comenzó el 24 de diciembre de 1984, cuando el candidato del PARM, Jorge Masso, inició una huelga de hambre para hacerse oir en su denuncia de fraude electoral. Cuando cumplía cuatro días en huelga, un grupo de golpeadores aparecieron para destruir el campamento que Masso instaló en la plaza de la Presidencia Municipal de Saltillo.

Por esos días renunció Jesús Roberto Dávila Narro, Subsecretario A de Gobernación. De Dávila Narro nadie podía asegurar su participación en los desórdenes políticos de Coahuila, pero sí la de sus colaboradores y amigos como Francisco Niebla, Ariel Cueto, Francisco Estrada Aburto y Sergio González, que actuaron en Coahuila y en otros estados, llevando información equivocada y tendenciosa, metiéndose en los problemas locales y haciendo cosas que no estaban avaladas por su Jefe Dávila Narro, como aquella propuesta que me hizo Ariel Cueto durante el movimiento Pro Dignificación de la UAC.

En los albores del movimiento universitario, Ariel Cueto me invitó a platicar, aclarando que lo que me comentaría no lo sabía su jefe el Subsecretario. Me contó que había platicado con “Catón” y el abogado Antonio Berchelman, y que al transmitirles su idea, ellos lo habían enviado conmigo para que yo decidiera.

Según Cueto, el contexto político de ese momento era favorable. Hacia días que Villegas Rico había enviado a sus simpatizantes comandados por funcionarios universitarios a la casa del gobernador a gritarle, insultarlo y exigirle que sacara las manos de la UAC. Como era su costumbre “El Diablo” no les dio la cara, por eso fueron a lapidar la casa del subsecretario Rodrigo Sarmiento Valtier. Otra de las acciones violentas que ordenó Villegas en ese tiempo, fue mandar a un grupo de porros al edificio del PRI, en donde hicieron actos de vandalismo, rompiendo vidrios, tirando las máquinas de escribir al piso, etc.

¿De qué se trata?, pregunté. “De poner una bomba en el edificio del PRI, para responsabilizar a Villegas Rico y hacer que las cosas se resuelvan pronto. Ya se lo comenté a “Catón” y a Berchelman y me dijeron que platicara contigo, y están de acuerdo en lo que decidas”. Me pareció una trampa, a su edad y por lo zacatones que son no me imaginaba a “Catón” y a Berchelman haciendo sus pinitos en el terrorismo. De inmediato lo mandé a la chingada, le dije que a Villegas lo ibamos a derrotar con la movilización de los universitarios y el apoyo de los ciudadanos, que ni se le ocurriera hacer lo que nos proponía. ¿Qué sucedería, le pregunté, si a la hora del estallido algún transeúnte salía herido? -Son cuestiones del azar, contestó. Eso fue suficiente para advertirle que si alguna bomba estallaba en cualquier lugar, yo lo responsabilizaría del suceso.

De este nivel de pendejez eran los amigos coahuilenses de Dávila Narro, por eso no me extrañó su renuncia. Aunque nunca supe los motivos de su dimisión, no descarto la posibilidad de que sus cuates lo hayan metido en graves problemas. Es menester decir, que Jesús Roberto Dávila Narro, en su momento fue el principal valor político de Coahuila, al que los errores de sus amigos truncaron la brillante carrera política que inició desde su juventud universitaria, debido a ello muy joven fue diputado federal y luego Subsecretario A de Gobernación, en cuyo escritorio se manejaban las cuestiones políticas de la nación. Dávila Narro era de esos pocos políticos que reunían cualidades que pocos tienen: talento, cultura, preparación e inteligencia, y aunque ahora está fuera de la política, sus experiencias pueden servir en estos tiempos.

En lo personal siempre he estado en contra de la violencia, más aún del terrorismo. Por eso la agresión que sufrieron Jorge Masso y sus simpatizantes me alejaron más de “El Diablo”, porque no había superado la conducta porril de su juventud. José de las Fuentes se me reveló como un vulgar y abusivo golpeador. Allí se originó mi amistad con Masso.
Lo cierto es que la salida de Gobernación de Dávila Narro sirvió de marco para que las cosas en Coahuila se pacificaran, y JFR impusiera a sus alcaldes elegidos. Se avecinaba la época de la corrupción del sexenio delasfuentista. Comenzaba el segundo trienio del gobierno estatal…

(Continuará). 
Elecciones en la UAC  y el arribo de “El Gato” a la Rectoría…