Peña Nieto y la reforma educativa

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Augusto Hugo Peña Delgadillo.
ed. 354, agosto 2018

Enrique Peña Nieto. Sus reformas se pueden tipificar como una traición a la patria, deben meterlo a la cárcel, por esto y otras sinvergüenzadas.

 

Todo el trabajo nocivo que llevó a cabo Peña Nieto con las reformas, laboral educativa, fiscal y energética,
el nuevo gobierno tiene que echarlo al basurero, y sería deseable que se le finquen responsabilidades
civiles y penales a Peña Nieto para dejar sentado un precedente correctivo.

En este momento de transición la educación se encuentra en un impasse, por no decir en ascuas. Como se puede apreciar, es un momento delicado para la educación. Si los operadores de la función pública como Peña Nieto y su secretario de educación Aurelio Nuño, no tuvieron reparo, ni ética ni vergüenza en las graves afectaciones para México, menos darán tregua para la transición educativa, En agosto dará inicio el ciclo escolar 2018/2019, y los niños comenzarán a estudiar, bajo el sistema excluyente que Peña Nieto y Aurelio Nuño impusieron sin civismo y otras materias de gran valía para la formación de los carácteres de los jóvenes y niños que debieran ser los que impulsasen los nuevos retos que la modernidad y el futuro exigen. El próximo secretario de educación, Esteban Moctezuma Barragán, ya emitió declaraciones que ponen en entredicho esta reforma educativa, y se comprometió a impulsar -en el tiempo necesario- la nueva reforma, con sus ajustes, los que ha propuesto López Obrador.

Entre los afectados no sólo están los docentes y su capacitación, también los alumnos de los primeros años escolares. Si se diseña e implementa una nueva reforma curricular, el siguiente ciclo escolar, se convertiría -dicen algunos allegados a Peña Nieto y a Aurelio Nuño- en un año perdido, porque se trabajará con un nuevo diseño, y tal vez distinto enfoque pedagógico que tendría que revalidarse y ajustarse a la dinámica educativa en turno. Esta visión catastrófica y pesimista no tiene razón para presentarse, por una variedad de razones, una de ellas es que son los mismos maestros los que implementarán los cambios y ajustes, bajo la estricta vigilancia de quienes han diseñado la nueva estrategia, y otra -entre otras más- es que el nuevo paradigma educativo contempla como centro del discurso a los maestros y como objetivo, una mejor preparación de los alumnos para que hagan suya la educación y se preparen para afrontar su propia realidad y la de la sociedad en la que viven.

Así como la reforma educativa va a ser echada abajo por nociva, lo mismo le espera a las reformas laborales, fiscales y energéticas, las que fueron implantadas al vapor en el Pacto por México signado por el PRI, el PAN y el PRD, y que resultó: “un pacto contra México y los mexicanos”. Hay que entenderlo de esta forma: El Pacto por México fue diseñado por Claudio X. González Laporte y el Consejo Mexicano de Negocios (los 50 empresarios más ricos de México) para hacer de las nuevas generaciones, a jóvenes y niños preparados para ser sus empleados, obreros o campesinos sumisos a sus mandatos, y despojarlos de su libre albedrío; para hacerlos presa fácil de sus designios, intereses y conveniencias; en cambio, el nuevo diseño de la educación, es para darles mayores libertades de escoger su ocupación y destino. Si queremos ver cuál es la diferencia entre el sistema impulsado por Claudio X. González y el de AMLO, sólo se trata en que este último usa al maestro mientras el otro lo rechaza, y que a los alumnos les da la libertad absoluta de escoger su destino, mientras el otro se lo impone.
Haciendo un poco de historia, pero sin olvidar que los titiriteros que pusieron a Peña Nieto en la presidencia fueron, Claudio X. González Laporte, Alberto Bailleres y Germán Larrea por el poder que les confiere ser la cúpula de la cúpula empresarial y motor de la oligarquía. El Consejo Mexicano de Negocios diseñó el Pacto por México y por medio de este, la reformas educativa, fiscal, energética y laboral, para adueñarse del país; con la reforma educativa cometieron un primer error, imponer dicha reforma deshaciéndose de su líder, la maestra Gordillo, la que tenía un poder casi absoluto -93%- del magisterio. Como Elba Esther Gordillo se negó a plegarse a las imposiciones que le planteó Peña Nieto, aun siendo presidente electo, optaron por fincarle responsabilidades, muchas de ellas sembradas y falsas, para meterla a la cárcel, e imponer como líder del magisterio a Juan Díaz de la Torre, un don nadie a quien ningún maestro obedece ni respeta, de ahí la debacle de dicha reforma.

La profesora Gordillo le dijo a Peña Nieto que la reforma que le estaba proponiendo era nociva para México, para los maestros y para los alumnos, y Peña Nieto mostrando su ignorancia y prepotencia le espetó: “Mira Esther, no te llamé para que me des consejos, lo hice para que me firmes de conformidad la reforma”. La maestra Gordillo se negó y sin mediar otras palabras se retiró, comentándole a algunos maestros que le acompañaron: “Este pendejo me va a partir la madre, pero no le firmaré esta reforma, ya que lo que pretende es hacerse del control del magisterio y ponerlo en charola de plata a sus jefes, los oligarcas, los que lo hicieron presidente”.

Las reformas, fiscal y energética, ya lo hemos visto, solo han hecho que los grandes empresarios evadan y eludan sus responsabilidades con el fisco, y entregarles PEMEX y nuestro petróleo a ellos, y a sus socios de las petroleras trasnacionales. Las reformas en todas sus aristas se pueden tipificar como una traición a la patria, no encuentro otro calificativo más apropiado, por lo que también me resulta apropiado que a Peña Nieto se le finquen responsabilidades por dicha traición, y si es necesario y justo, meterlo a la cárcel, por esto y por otras sinvergüenzadas. O, ¿usted qué opina, apreciable lector?