El gobierno y el país están en bancarrota

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por Augusto Hugo Peña Delgadillo.
ed. 356, octubre 2018

 

Claudio X. González, la némesis de AMLO, dice que el país está en quiebra por inseguridad, violencia e impunidad, pero financieramente no. Claro… Él es muy rico, pero una auditoría contable a fondo, lo que determinaría es, que efectivamente, México está en bancarrota, todos los índices lo demuestran.

 

Contablemente, si los pasivos son superiores a los ingresos disponibles y a los activos, está en bancarrota. El gobierno de México está quebrado porque sus ingresos y activos disponibles no son suficientes o son menores a sus deudas y pagos que tiene que realizar. Prueba irrefutable que México y su gobierno están en quiebra, en bancarrota, es que año con año nuestros gobiernos recurren a préstamos nacionales y extranjeros, no para pagar su deuda, la que crece como la espuma, sino solo para pagar los interese, comisiones y el servicio de la deuda. Hay que reconocer la verdad, aunque les duela a los políticos responsables de esta quiebra, a los empresarios y financieros que, estando el país en quiebra, ellos siempre se benefician, no así la mayoría de los ciudadanos.

Cuando llegó Peña Nieto el 1º de diciembre del 2012 para hacerse cargo de la presidencia de la república, nuestra deuda -la del gobierno federal- era de 5 billones (millones de millones) 100 mil millones de pesos, hoy se debe más del doble. ¿Por qué? Porque gasta más de lo que ingresa y de lo que tiene disponible para cubrir la deuda. Un gobierno que gasta más de lo que le ingresa, como se ha venido haciendo en México desde el 1º de diciembre de 1982 a la fecha, provoca la bancarrota y, a pesar de ello, se sigue endeudando con cargo a las generaciones futuras de mexicanos. A esta deuda pavorosa hay que sumarle más de 2 billones (millones de millones de pesos) que deben PEMEX y la Comisión Federal de Electricidad. Otras instituciones centrales y descentralizadas del gobierno, al igual que los estados y municipios, deben una enormidad, y además se deben otros billones de pesos de las pensiones, ¿o acaso esas no son deudas del gobierno? ¡Claro que sí! Por ello estamos en bancarrota.

Las cúpulas empresariales, los políticos y los medios de información que niegan lo dicho por AMLO, se están curando en salud, pues ellos, en parte, son responsables, los unos por comisión y los otros por omisión. Estamos en quiebra, en bancarrota y negarlo es una idiotez, porque en la contabilidad, los pasivos superiores a los activos denotan bancarrota y quiebra. El que una persona, una empresa o una institución como lo es nuestro gobierno estén en bancarrota, no necesariamente debe terminar en una fatalidad, porque hay muchos remedios, como el reducir el gasto corriente, aumentar los ingresos y poner candados a los excesos y al despilfarro, cosa que no han hecho ninguno de los últimos seis gobiernos, sobre todo el de Peña Nieto, por su negligencia, insensatez, ignorancia y mala fe.

Los grandes empresarios que se han pronunciado al respecto niegan la bancarrota del gobierno, por la razón que ellos son responsables por no pagar sus obligaciones fiscales como la ley de hacienda lo mandata. Los del PRI y el PAN lo niegan porque ellos fueron los responsables de la bancarrota. Los medios de información también lo niegan porque son jilgueros pagados por el gobierno.

Es normal y natural que a quienes no les favorece el cambio de gobierno, se pronuncien en su contra por cualquier cosa, pero no pueden negar que Peña Nieto deja un gobierno en bancarrota, pero a pesar de saber la realidad, la niegan. Todos ellos y sin contar con un título de Contador Público, son negociantes, y saben que, si tienes 100 pesos de ingresos, no debes gastar 120. No ignoran que los pasivos, que son los compromisos de la deuda contraídos por pago de capital e intereses, y el gasto corriente, no deben ser superiores al monto de los ingresos y otras disponibilidades, a menos que se contrate más deuda, o se vendan activos, como el petróleo de la nación y otros energéticos y el agua y eso es lo que han venido haciendo, el gobierno federal, los de los estados y municipios. Los gobernantes saben que tienen un problema y en lugar de aceptar este hecho y de resolverlo de forma ortodoxa, recurren a renegociar la deuda, haciéndola más y más onerosa para el futuro financiero.

La secretaría de hacienda dice: “El país tiene finanzas sanas; no está en bancarrota”. Entonces, ¿Por qué tiene que pedir en préstamo más de 2 mil 380 millones de pesos diariamente? Sí. Durante el gobierno de Peña Nieto el país se ha endeudado cada día con esa suma. Además, México tiene 125 millones de habitantes y más de 70 millones son pobres, y entre ellos 23 millones carecen de lo necesario en vestido y alimentos padeciendo hambre y miseria. La desigualdad es terrible, somos una nación en la que hay algunos miles de personas muy ricas y cientos de miles son ricos pero el grueso de la población está en condiciones de pobreza. La macroeconomía, de la que presume este gobierno, efectivamente está boyante, pero no así la microeconomía. Lo que Peña Nieto y los beneficiarios del sistema, intentan es tapar el sol con un dedo. Aseguran que todo va bien en cuanto a finanzas, cuando esto es falso, la economía de un país -y de cualquier persona o empresa- se mide por su Debe y su Haber, no solo por el bienestar de los ricos, de sus gerentes y directivos.

Las finanzas para ser sanas deben ajustarse a las reglas contables y no a la conveniencia de unos cuantos y a la visión y realidad de los pocos. El balance de la economía de México está en rojo, se gasta más de lo que se ingresa, hemos vivido con un déficit continuo durante 36 años, y eso nos llevó a la bancarrota, la que es absolutamente real y visible, aunque la quieran disfrazar de desarrollo y progreso sustentable, tanto el gobierno y los que están a cargo de nuestras finanzas, como los beneficiarios de este sistema socioeconómico y político desastroso. ¡Estamos quebrados! Ya estábamos en bancarrota en 1994. Salinas le dejó a Zedillo el país quebrado, el Error de Diciembre lo demostró, y Calderón también lo dejó en bancarrota, de ahí que contrató un crédito por 88 mil millones de dólares, “para emergencias” o, por si las moscas. La definición de bancarrota no depende de discusiones sino de realidades. Pasamos de una deuda de 1.7 billones (millones de millones de pesos) en el año 2000, a casi 11 billones. ¿Qué más quieren para reconocerlo, o acaso creen que los anatemas lanzados contra AMLO van a cambiar las finanzas, del déficit al superávit? Además, hay idiotas como Claudia Ruiz Massieu, Vanesa Rubio y René Juárez Cisneros que dicen que nuestras finanzas son sanas, y Juárez Cisneros, burlándose de los mexicanos, aseguró que, si AMLO cumple sus promesas, estaríamos viviendo en Disneylandia. ¿Por qué hay algunos priistas que hablan imbecilidades? ¿O, ¿usted qué opina, apreciable lector?