Fernando Rangel de León.
Qué triste que para valorar a los médicos del IMSS, el ISSSTE, la SSA Secretaría de Salud federal, Secretarías de Salud en los estados, y todo el demás personal del sector de salud pública, tuvimos que padecer el Coronavirus.
Sin esta contingencia veíamos a los servidores de salud pública, como unos simples burócratas más, que trabajan solo sobre expedientes, archivos, nóminas, controles de asistencia, horarios de entradas y salidas; pero no apreciábamos que atienden la salud y la vida, desde el nacimiento hasta la muerte.
Desafortunadamente esos valiosísimos servicios están mal retribuidos; pues tenemos médicos cuyos sueldos fluctúan entre 16 mil y 30 mil pesos mensuales; con lo que no pueden vivir ellos y su familia, digna y decorosamente; por lo que tienen que buscarle en otros hospitales y clínicas y en la medicina privada, para poder cubrir sus gastos familiares.
Y si esos bajos sueldos los perciben los médicos; los de todo el demás personal de las clínicas y hospitales públicos, están por los suelos.
Este Covid-19, además de estar mostrando cuán valioso es el servicio médico, también está exhibiendo el grave riesgo que corre todo el personal que labora en hospitales y clínicas, a los que acuden enfermos que pueden ser transmisores del Coronavirus-19; por lo que todos los que laboran en ellos están expuestos a contraerlo.
Esta pandemia ya cobró una víctima en Coahuila -esperando que sea la primera y la última-; en la persona del Doctor Gualberto Reyes -que en paz descanse-, quien murió el pasado miércoles 31 de marzo en el Hospital del IMSS, en Monclova, a causa del Covid-19, en cumplimiento de su deber.
Pero el valor de los médicos no debe de apreciarse solo en las pandemias, sino siempre, porque sus servicios no son necesarios sino indispensables; pues nos preservan nuestra salud, nos previenen y curan nuestras enfermedades, nos alargan la vida y nos detienen la muerte lo más que se puede.
Por lo que ya es tiempo de que a los médicos y a todo el personal de los hospitales y clínicas, se les retribuya económicamente de una manera digna y decorosa; pues no es justo que mientras a los futbolistas, boxeadores, artistas y a otros personajes del espectáculo, se les paguen millonarias cantidades de dinero por su servicios; a quienes cuidan lo más sagrado que hay como es la salud y la vida, se les paguen muy bajos sueldos.