Tambores de guerra y el desafío de las instituciones

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Luis Fernando Hernández González.

“Cuidado con los creadores de la intriga, el odio y la desconfianza social,

pues ellos son los enemigos encapsulados que hoy tiene México en sus entrañas

Enfrentamos en este proceso electoral lo que seguramente será un parteaguas procesal, en donde está a prueba el grado de civilidad social que nuestra población mexicana ha venido experimentando durante los últimos años, fenómenos de variabilidad tanto económica como política, incluyendo los fenómenos de seguridad que se manifiestan por distintos sitios de nuestra territorialidad, mostrando una irritabilidad social que fuerzas políticas buscan de diferente manera capitalizar bajo esquemas de desquicio y carencia de gobernabilidad, exhibiendo retos y desafíos al orden social y a las mismas instituciones de gobierno.

La ambición de los dirigentes partidistas llámese Ricardo Anaya o el mismo Andrés Manuel López Obrador hacen que los partidos políticos como el PAN y Morena se desdibujen a tal grado de formar coligaciones con otros de menor peso político que en su esencia en nada coinciden en sus plataformas y proyectos de orden político, uniendo a ellos a izquierdas y organizaciones fundamentalistas que en nada concuerdan en intereses y objetivos como expresiones de afinidad, así lo vemos con el PRD, PES, PT y MC que poco o nada aportan y si por el contrario fracturan a la coligación partidaria, en donde se aprecian reconocidas contradicciones entre unos y otros.

La elección que se ventila en el país está llena de componentes y complejidades que nunca antes se habían hecho presentes en alguna elección en el país, toda vez que el surgimiento y caldo de cultivo de duda y desconfianza que se percibe generalizado, además del caos mediático en todas sus manifestaciones prensa, radio, televisión, redes de internet, que junto a apreciaciones simuladas de una servidumbre interconectada y del aprecio de encuestas, traen a la sociedad confrontada de muy variadas maneras ricos contra pobres, explotados contra explotadores, críticos contra anticríticos, cultos contra incultos, psicópatas contra racionales, anarquistas contra positivistas, antisistema contra oficialistas, renegados contra honrados.

Muchas de estas apreciaciones son generadas y están en los medios informativos que bajo tendencias y apreciaciones simuladas, ingenuas o perversas en su contenido son aquilatadas bajo el factor dinero para de esta manera estimular anticipadamente acontecimientos y personalidades con un escaso soporte de veracidad y efectividad, distorsionando bajo una simulación carente de contenido que distan mucho para la solución de los problemas que tiene la nación por resolver, dañando irreversiblemente con ello los objetivos y comportamientos sociales de los cuales debe de apreciar la vía democrática del país para establecer el vínculo de personas, sociedad y estado que hoy en día se percibe ajeno y perdido.

Tanto los candidatos de las coaliciones “Por México al Frente”, Ricardo Anaya, como “Todos por México”, José Antonio Meade, pretenden con sus planteamientos fortalecer la vida institucional del país, realizando compromisos de ajustes y transformaciones administrativas, que le den un sentido a las políticas públicas y a la función gubernamental eficaz y eficiente, bajo un sentido de responsabilidad con las necesidades sociales que plantea la población nacional y cada circunscripción regional, lo vemos en los debates y en cada uno de los mítines y reuniones grupales con jóvenes, mujeres, sindicalistas, empresarios, académicos, productores del campo, burócratas, organismos de la sociedad civil, en donde buscan mostrar su conocimiento de los escenarios y contextos de la vida de la nación.

Omitiendo lo anterior ganan prevalencia, fulleros contra empresarios, politicastros contra servidores públicos, sin faltar oportunistas y especuladores que bajo distintas fachadas aducen democracia y justicia, situaciones que jamás en su vida han puesto en práctica y hoy en día se asumen como defensores de la verdad, proliferando al amparo de la simulación y la demagogia que les abre para su incursión de sus ambiciones el organismo de Morena.

No olvidemos que fueron estos las cabezas de los partidos políticos del PAN y Morena, los que sin escrúpulo alguno generaron la deformación del ambiente político y con ello lograron crispar anímicamente a toda la sociedad, con figurando en la atmósfera social de desdén y con ello, una actitud de rebeldía de motín e insolencia caótica, bajo un esquema de anti política, anti partidos y anti gubernamental, con sus llamados de descalificación, insulto y atropello basadas en la corrupción y la carencia de transparencia, negando toda posibilidad de unión y conciliación de objetivos que atiendan la enorme problemática social que padece el país.

El verbo “descalificar” sería la parte sine qua non, que hoy resulta imprescindible para entender por qué en amplios sectores del pueblo mexicano se utiliza para deslindarse de algo, separarse de compromisos públicos particulares y sociales, y así poder denostar e invalidar tanto a personas, empresas, organizaciones, sindicatos, gobiernos e instituciones de toda composición y actividad pública o privada.

Lo realizaron con toda intención de generar un ambiente de caos y de esta forma encauzar el odio y el resentimiento, caldo de cultivo negativo, que hoy no permite la actitud de disentir al no haber tolerancia incubando en este proceder el nacimiento de acciones dictatoriales entre personas, ciudadanos, vecinos y por supuesto negando posiciones de disensión para establecer diálogos y debates de princi- pios e ideas que superen al conjunto social, con apreciaciones y diferendos de mayor calidad al haberse perdido la confianza entre las personas y la sociedad entera.

Por último agreguemos que la prevalencia de la gobernabilidad que demanda el país además de los resultados electorales que darán el triunfo al que la sociedad mexicana conside- re el más apto en este tiempo para desempeñar el cargo de Presidente de la Republica, estará en la capacidad gubernativa de conciliar las distintas problemáticas que demanda como respuesta la nación y no en la de dividir polarizando la agudización de contradic- ciones de carácter social, económico, político y cultural.

Retomemos las palabras del Maestro José Woldeberg, en donde nos indica que vivimos en una sociedad mundial en la que flota un denso malestar con la política, una ola de indigna- ción que recubre el espacio político y una ira tensa entre representantes y representa- dos; situación que utilizan xenofóbicos, misóginos y resentidos, para que redoma- dos demagogos se les dé voz y representación , y ser ellos quienes les den cause, alimenten y legitimen el antagonismo de la sociedad que difícilmente se pueda armonizar.