A la izquierda

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Samuel Cepeda Tovar.
ed. 354, agosto 2018

Los resultados electorales del pasado domingo primero de julio solo fueron la validación de lo que las múltiples encuestas ya dejaban ver: Andrés Manuel López Obrador arrasó como nunca en la historia de nuestra democracia moderna en la contienda presidencial, su efecto, no sólo se dejó ver en la elección de renovación del ejecutivo, sino que ha obtenido a través de su partido la mayoría en las dos cámaras del Congreso de la Unión. Su victoria puede ser entendida desde diversas ópticas, no obstante, el común denominador de quienes votamos por su propuesta es un claro “ya basta” ante los resultados de dos gobiernos que no supieron conducir hacia el desarrollo a esta nación.

El PRI y el PAN tuvieron la oportunidad de gobernar durante los últimos 18 años, y como resultado nos han dejado un país en llamas, hundido en la violencia bajo la sombra del Estado fallido, la corrupción generalizada en todos los ámbitos de gobierno y en todos los rincones de país, niveles de pobreza insultantes y crecimiento económico desigual y mediocre. Ante el magro panorama, la izquierda reclamaba una oportunidad para poder ser partícipe de la resolución de los grandes problemas que azotan a nuestra nación y sociedad, en el entendido de que, a la derecha y centro izquierda, como suelen autodefinirse el PAN y el PRI, respectivamente, se les acabaron las ideas para encauzar, por lo menos, a nuestra nación en las vías del desarrollo.

Es preciso señalar que se ha satanizado intencionalmente a los gobiernos de izquierda como provocadores de crisis económicas y gobiernos autoritarios, no obstante, además de la ignorancia sobre el éxito de muchos gobiernos de izquierda, el mismo término no ofrece más que una forma diferente de abordar temas económicos, sociales, culturales sin que ello signifique necesariamente un riesgo para una nación. Un claro ejemplo de un gobierno de izquierda exitoso en América Latina, es sin duda Bolivia, quien, bajo el mando de Evo Morales, indígena, por cierto, ha conducido acertadamente dicha nación eliminando al cien por ciento el analfabetismo, disparado el crecimiento económico y ha colocado a la nación como la más desarrollada de América del Sur bajo reformas bastante inclusivas. El llamado “milagro boliviano”, es el mejor ejemplo de lo pragmática que puede ser la izquierda a la hora de gobernar. Ejemplos todavía más exitosos hay en izquierdas europeas, no obstante, el caso bolivariano puede ser usado dentro de un contexto parecido al nuestro.

En lo personal, es imposible que en un sexenio se puedan revertir los males que han infestado a nuestro país, para ello se necesitan quizá dos o tres sexenios bajo un mismo enfoque político-administrativo para consolidar políticas públicas, no obstante, AMLO promete ser punta de lanza en acabar con el principal flagelo que nos azota: la corrupción, y eso, de entrada, supone ser un hito en la triste historia de nuestra nación desde los tiempos de López Portillo de “administrar la abundancia”, pero en beneficio de unos cuantos.

La izquierda que representa AMLO es pragmática, inclusiva (aunque ello le genere críticas), socialmente enfocada y con claros visos de igualdad, esperemos que la mayoría que tiene en el congreso le permita consolidar los proyectos que ciertamente son ambiciosos, que dejan más dudas que certezas, pero que son la esperanza en la que millones decidimos confiar, conscientes, desde luego, que los cambios estructurales tardan tiempo en ofrecer resultados.

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