El privilegio de mandar

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José C. Serrano Cuevas.

El mejor sitio para doña Olga Sánchez Cordero Dávila es retornar a su Notaría 182 en la colonia Lomas de Chapultepec en la Ciudad de México, y dejar en otras
u otros el privilegio de mandar.

El privilegio de mandar es el nombre de una serie de la televisión mexicana emitido por la empresa Televisa, cuyo contenido se basaba en la sátira y parodia política. El programa se transmitió entre los años 2005 y 2006, por actores que representaban a lo más granado de la clase política, como el presidente Vicente Fox y su esposa Marta Sahagún, los candidatos presidenciales Felipe Calderón Hinojosa, Andrés Manuel López Obrador y Roberto Madrazo Pintado.

Las situaciones eran parodiadas, llevando la realidad nacional a una típica colonia o barrio de una ciudad mexicana ficticia, llamada Colonia El Relaxo con x, para simbolizar la palabra “México”. Los estados de la República se representaban como manzanas. El presiden- te de la República era mostrado como el presidente de la colonia y un gobernador estatal como jefe de manzana.

Los personajes representados en el conjunto de la obra son 23, siendo los centrales: Chente (Alfonso Villalpando) representa a Vicente Fox Quesada, presidente de la Colonia El Relaxo; Martita (Raquel Pankowsky) representa a Martha María Sahagún Jiménez, primera dama; Jelipe (Moisés Suárez) representa a Felipe Calderón Hinojosa, candidato del PAN a la Presidencia de la República; El Peje (Germán Ortega) representa a Andrés Manuel López Obrador, candidato del PRD a la Presidencia de la República; Roberto (Arath de la Torre) representa a Roberto Madrazo Pintado, candidato del PRI a la Presidencia de la República.

Mención aparte merece don Rubén (Jorge Arbizu) hacía referencia al vocero presidencial, Rubén Aguilar Valenzuela. Su gag típico (golpe de efecto cómico en una obra de teatro, película o programa de televisión) era aparecer de la nada después de una declaración poco inteligible de Chente y corregirlo: “Lo que Chente quiso decir…”

El caso es que la frase que Aguilar Valenzuela utilizó muchas veces, a manera de preámbulo para las explicaciones sobre algunas declaraciones del varón de la “pareja presidencial” reinante entonces y que, reiteradamente, se prestaban a equívocos, quizá venga a cuento por lo que ocurre en los tiempos de la 4T.

Existe un claro diferendo entre las declaraciones del presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) y la secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, sobre el diálogo con los grupos de autodefensas. Lo anterior es una muestra de que la administración federal no cuenta con una estrategia clara y definida en materia de seguridad.

Ante tales discrepancias, representantes de Organizaciones No Gubernamentales (ONG) han expresado su preocupación al percibir “que seguimos sin tener una estrategia clara y definida en la materia. Eso corre el riesgo de transformarse en una política de las ocurrencias, pues la secretaria dice una cosa y el presidente tiene una idea distinta.”

En esta parodia AMLO está jugando el papel de don Rubén, con una necesaria variante: “lo que la secretaria Sánchez Cordero debe decir… No seguirán más los diálogos con los grupos de autodefensa”

En el ágora pública, no obstante las declaraciones de la secretaria en el sentido de que ella está muy segura de que seguirá ocupando el Palacio de Covián, se alzan voces que comentan que el mejor sitio para doña Olga Sánchez Cordero Dávila es retornar a su Notaría, la número 182 ubicada en Prado Sur número 225, colonia Lomas de Chapultepec en la Ciudad de México, y dejar en otras (os) el privilegio de mandar.