Mis sexenios (16)

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José Guadalupe Robledo Guerrero.

Vicisitudes y estertores
del florestapismo

El 11 de agosto de 1981, a tres meses de terminar su periodo constitucional, Óscar Flores Tapia fue obligado a renunciar al gobierno de Coahuila luego de una campaña de prensa que lo convirtió en el más corrupto gobernante mexicano. Hasta su muerte, Flores Tapia siempre aseguró que la campaña en su contra fue ordenada por el presidente José López Portillo, quien visitó Coahuila en múltiples ocasiones lo mismo que los secretarios de su gabinete, dejándole al estado innumerables inversiones y recursos para apoyar el proyecto del gobernador coahuilense.

Al momento de su renuncia, Óscar Flores Tapia dejaba grandes obras públicas que lo posicionaron como un buen gobernante.

En Coahuila, la campaña antiflorestapista la hizo el periódico Vanguardia de Armando Castilla Sánchez, el mismo que Flores Tapia había ayudado a crear y a financiar su desarrollo. Aprovechando las desavenencias que repentinamente surgieron entre el Presidente López Portillo y el gobernador de Coahuila, en torno al diario saltillen- se se unieron los grupos políticos y empresariales que nunca quisieron a OFT: gutierristas, los López del Bosque -propietarios del Grupo Industrial Saltillo (GIS)-, Jorge Masso Masso, y otros encapucha- dos que conspiraron contra OFT, estimulados por el temor de que pudiera convertirse en el cacique político de la entidad luego que terminara su sexenio.

Al momento de su renuncia, Flores Tapia dejaba una gestión de grandes obras públicas y acciones que lo posicionaron como un buen gobernante. OFT había conseguido que en el sureste del estado, concretamente en Ramos Arizpe, se instalara la transnacional General Motors, dándole a la región una nueva opción laboral, al mismo tiempo que terminaba con la hegemonía empresarial del Grupo Industrial Saltillo

Los López del Bosque nunca admitieron la competencia industrial en sus dominios, presiona- ban para que los salarios que se pagaban en Saltillo no fueran mayores que los míseros sueldos que ganaban sus empleados y obreros. En ese entonces el GIS era un importante grupo empresarial del país, pero también uno de los más explotadores. 

Los propietarios del GIS nunca quisieron a Flores Tapia, seguramente por su origen social y su ideología “comunista”. Flores Tapia al igual que Federico Berrueto Ramón y Carlos Abedrop Dávila -el potentado coahuilense- habían sido miembros de células comunistas en su juventud. Quizás por eso, cuando OFT quiso ser candidato a la Alcaldía de Saltillo, los López del Bosque organizaron un movimiento de presión para evitarlo. Por este motivo Flores Tapia emigró al Distrito Federal y se relacionó con el entonces Secretario de Gobernación Luis Echeverría Álvarez, quien ya como Presidente convirtió a OFT en dirigente nacional de la CNOP, Senador de la República y gobernador de Coahuila.

A pesar de su prepotencia y poses de dicta- dor, OFT era un hombre sin rencores, pero vulnera- ble a los halagos de los cortesanos. Por eso Flores Tapia creyó que los López del Bosque habían olvidado sus rencillas cuando Javier López puso a su disposición un avión para su campaña: “Para que recorras el estado y recojas las demandas de los coahuilenses que tanto te quieren”. Durante su gobierno, OFT trató de ganarse a los propietarios del GIS, pero no lo logró.

Los gutierristas no querían a Flores Tapia, porque al final del sexenio de Eulalio Gutiérrez Treviño, Flores Tapia hizo público el faltante de 542 millones de pesos de impuestos federales retenidos por el estado y que no fueron entregados a la federación. OFT sabía que esos recursos públicos fueron a parar a las cuentas bancarias de los familiares directos del gobernador Gutiérrez y de su tesorero estatal, Carlos Ayala Espinoza.
Armando Castilla Sánchez y su periódico Vanguardia carecían de motivos para combatir a Flores Tapia, pues éste había sido determinante para la fundación y desarrollo económico del diario. Años después de su renuncia, OFT me mostró una tarjeta en donde Castilla Sánchez, luego de agradecerle su generosidad para Vanguardia, le solicitaba instrucciones para darle el 30 por ciento de su empresa editorial. OFT decidió que el beneficiario de ese porcentaje fuera Luis Horacio Salinas Aguilera, quien tiempo después, según Armando Castilla, quiso apoderarse del periódico, y ese conflicto fue el pretexto para combatir a Flores Tapia.

Durante el gobierno florestapista, Vanguardia fue obediente a las órdenes gubernamentales. Un ejemplo: el primer director de Vanguardia, Armando Fuentes Aguirre “Catón”, fue destituído de la dirección del periódico por instrucciones de Flores Tapia, acusado de tráfico de influencias.

A la renuncia de OFT, los asociados de Vanguardia crearon el mito de que ellos habían tumbado al gobernador, lo cual es una mentira, pues antes y ahora sólo el Presidente puede quitar a un gobernador. También es cierto que Flores Tapia renunció, porque de no hacerlo lo hubiera desaforado el Senado con la intención de encarcelarlo por enriquecimiento inexplicable.
Dos años después de su renuncia, Flores Tapia me daría su versión sobre la “persecución perruna” que le organizó José López Portillo (JLP). Según él, todo se originó cuando JLP visitó la zona fronteriza de Coahuila a principios de 1981, en donde OFT había creado un emporio agrícola con agua sacada del río Bravo, amparado en un antiguo acuerdo binacional.

En esa ocasión López Portillo le dijo a OFT que pensara en qué podía ayudarlo cuando terminara su gestión gubernamental. Ante los acompañantes presidenciales, uno de ellos Miguel de la Madrid Hurtado (MMH), Flores Tapia le pidió al presiden- te que lo nombrara Vocal Ejecutivo en un programa de autosuficiencia alimentaria al lado del Secretario de Agricultura, Francisco Merino Rábago, “y me comprometo a que cuando tú entregues la presidencia, podrás decirle a la nación que México es autosuficiente en la producción de alimentos”.

Según Flores Tapia ese fue el origen del pleito, pues de acuerdo a sus conjeturas se había ganado la animadversión de Miguel de la Madrid, quien era considerado como el precandidato más posicionado para suceder a López Portillo en la Presidencia. MMH obviamente no era de las simpatías de OFT, pues hasta su muerte fue un crítico de los neoliberales. “Seguramente De la Madrid pensó que estaba candidateando a mi amigo el Secretario de Agricultura”.

Sin embargo, hay otra especulación, la de que OFT ofendió a la Secretaria de Turismo, Rosa Luz Alegría, funcionaria que estaba ligada sentimentalmente con el Presidente López Portillo. En el primer trimestre de 1981, Rosa Luz visitó Coahuila, y luego de conocer el proyecto turístico de OFT para la presa de la Amistad en Ciudad Acuña, Rosa Luz se reunió con Flores Tapia y le dijo que la federación carecía de recursos para apoyar su proyecto, y que había que esperar.

A su estilo y sin medir las consecuencias, Flores Tapia le contestó: “Mira Rosa Luz, tú dedicate a tener contento a quien tú sabes, no me vengas a decir qué obras vas a apoyar y cuáles no”. Años después le pregunté a OFT sobre este rumor, quien luego de esbozar una pícara sonrisa y levantar los hombros, prefirió no contestar. Pero no sería la primera ni la última vez en la política mexicana, que una mujer ofendida o despechada influyera en el devenir histórico-político. Mario Moya Palencia, amigo de OFT, es un ejemplo de estos conflictos sentimentales. Se dice que perdió la Presidencia por un pleito con su cónyuge que llegó hasta el Presidente a través de su esposa.

Lo cierto es que en 1981 confluyeron en México varios factores: Se avecinaba una crisis económica generada por la salida de capitales del país, o el saqueo como lo calificó JLP en su último informe de su gobierno; la sucesión presidencial en puerta que peleaban los neoliberales obedientes al FMI y a Wall Street, los rencores clasistas de la aldea y un veleidoso pretexto: Los celos políticos de MMH o la ofensa a Rosa Luz Alegría. El caso de enriquecimiento inexplicable de OFT fue un instrumento distractor, los mexicanos vivieron meses de circo político y Coahuila se convirtió en tierra de corruptos, caciques folklóricos y masas manipuladas.

Es cierto que Flores Tapia padeció las críticas pagadas de columnistas, pero también es verdad que muchos de estos periodistas enemigos se los había ganado con su prepotencia y altanería. Lo mismo se puede decir de algunos Secretarios de Estado y funcionarios federales y estatales, que habían sufrido sus arranques de dictador.

En junio de 1981, la campaña contra Flores Tapia era cotidiana en Saltillo. Por esos meses, Armando Castilla Sánchez demandó a OFT por corrupción y enriquecimiento inexplicable, acusándolo de acumular una riqueza de dos mil millones de pesos.

Durante la campaña en su contra, Flores Tapia fue convencido por Luis Horacio Salinas Aguilera de que se defendiera movilizando al PRI estatal, y en una multitudinaria concentración en la Plaza de Armas de Saltillo, Luis Horacio -como orador del evento- sufrió un lapsus linguae al afirmar que: “el verdadero ladrón, corrupto y carne de presidio es Óscar Flores Tapia”. Este error verbal eclipsó la figura de Luis Horacio, quien perdió bonos ante OFT y fue la burla del pueblo.

El lapsus linguae de Luis Horacio Salinas Aguilera le hizo perder bonos ante OFT, eclipsó su figura y fue la burla del pueblo.

Otra acción de defensa política fue reunir a los más importantes columnistas con los principales funcionarios florestapistas en un hotel saltillense, para informarles que el verdadero hampón, como llamaba OFT al propietario de Vanguardia, era Armando Castilla Sánchez, de quien se había reunido todo su historial delictivo, básicamente relacionado con sus innumerables fraudes.

Uno de los informantes del caso Castilla fue el entonces Presidente del Tribunal Superior de Justicia coahuilense, quien luego de presentarse ante los periodistas señaló a Castilla Sánchez como el más pillo coahuilense, y dio a conocer su extensa ficha delictiva. Cuando terminó, un columnista defeño le preguntó: ¿Qué cargo dice tener en el gobierno estatal? “Magistrado-Presidente del Tribunal Superior de Justicia”, contestó.
-Entonces lo que debe hacer, es mandar detener a ese tal Armando Castilla Sánchez, quien según usted y los documentos que nos muestra es un delincuente, que no sé por qué razones se encuentra en libertad”. El evento fue reventado por la lógica de los invitados.

A la fecha de su renuncia, Flores Tapia ya tenía sucesor electo. Él mismo presumía que había convertido en gobernador electo a José de las Fuentes Rodríguez “El Diablo”, cuyos antecedentes porriles lo habían enemistado con Luis Echeverría Álvarez, pero OFT se encaprichó y lo hizo su sucesor, seguramente porque creía que le seguiría obedeciendo como gobernador. Lo de siempre: la tentación de caciquismo transexenal. 

Luis Horacio Salinas era otro de los malqueridos florestapistas y principal enemigo de Armando Castilla. En cierta ocasión le pregunté a OFT si alguna vez Luis Horacio Salinas le había manifestado sus aspiraciones a sucederlo. “Si, me dijo, buscó que sus amigos en México le mencionaran su nombre al Presidente. Cuando lo supe lo paré en seco”. ¿Por qué no lo apoyó en sus aspiraciones? “Porque no iba a lidiar con el apodo que nunca se quitó”, me respondió. ¿Cuál apodo?, pregunté. “El de la Rata del Desierto”. En otra ocasión le pregunté: ¿Por qué hizo Alcalde de Saltillo a Enrique Martínez? Con frivolidad respondió: “Si me gustaba para yerno, por qué no había de hacerlo Alcalde”.

A pesar de haber estado cerca del desafuero, OFT impuso al interino que se haría cargo del gobierno coahuilense los últimos tres meses de su sexenio inconcluso. Según Flores Tapia, cuatro días antes de su renuncia, el Secretario de Goberna- ción, Enrique Olivares Santana, le presentó una terna para que decidiera quién haría el interinato: José Ramírez Mijares, Eufrasio Sandoval y Miguel Valdez Dávila. “Ninguno de éstos” respondió el todavía gobernador. Y propuso a Francisco José Madero González, “Maderito” como le llamaban los que le daban énfasis a su mediocridad. 
Según algunos, OFT se decidió por “Maderito” para tener la libertad de maquillar las cuentas y revisar que no quedaran indicios del manoteo, en el que fueron diestros muchos de sus colabora- dores. Lo cierto es que dejar a “Maderito” como gobernador interino, le costó al erario la desaparición de 500 millones de pesos, que según las malas lenguas, fueron saqueados en su mayor parte por Armando Castilla Sánchez, y las migajas fueron para el “Maderito” gobernante.

Luego vinieron las investigaciones de rigor, había una demanda judicial por enriquecimiento inexplicable y corrupción que debía ser aclarada. Flores Tapia no huyó, haciendo a un lado su tradicional prepotencia, se defendió, declaró, presentó pruebas y finalmente dejó de ser noticia. No recuerdo si públicamente fue exonerado de los cargos que lo acusó Armando Castilla, o si el asunto se diluyó en el desinterés de los políticos o en la amnesia de los mexicanos, pero salvo algunas propiedades que le fueron incautadas, la cosa no pasó a mayores. Sin embargo, el desprestigio lo acompañó hasta su muerte, nunca pudo superar el golpe que le dieron.
Pero a decir verdad, sus enemigos no lo pudieron borrar de la historia de Coahuila, porque sobreviven muchas de sus obras públicas que fueron pensadas para el futuro. Hoy nadie duda que OFT detonó el desarrollo económico en la región sureste de Coahuila. Por eso, Óscar Flores Tapia es considerado un buen gobernador, “El mejor que ha tenido Coahuila después de Humberto Moreira”, dijo por ahí un lambiscón florestapista para quedar bien con el gobernador en turno, y otro de sus iguales lo publicó en su periódico. Ninguno de estos lambiscones quiso equivocarse y poner en riesgo sus negocios y sus privilegios.

Quince meses después de que Flores Tapia renunciara al gobierno de Coahuila, arribaba a la Presidencia de la República el primer mandatario neoliberal: Miguel de la Madrid Hurtado…