Nuestra infancia

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Profesor Evaristo Velasco Álvarez

Éramos muy unidos, alegres, felices y contagiantes de alegría y con un fuerte deseo de todos de lograr grandes metas. Con vestimenta sencilla y de tela aguantadora (para que le pudiera servir a los hermanos menores), con brillo en la mirada y con zapatos muy desgastados y polvosos de tanto corretear en las calles de tierra, porque no las habían pavimentado.

Con la pavimentación de nuestra calle, llegaron los autobuses urbanos, los carros personales y el tránsito se fue incrementando de manera que como en un sueño se esfumaron las reuniones de la muchachada en la calle, la algarabía contagiante, el compañerismo de todos los habitantes de nuestro vecindario, las historias que contaban los adultos, los juegos de pelota inventada, los juegos que nos unieron:

· Mambrú se fue a la guerra,

· A la róbili, róbili,

· La cebollita,

· Los encantados,

· Declaro la guerra en contra de…,

· El burro castigado,

· 3, hilitos, hilitos,

· El taconazo,

· La rayuela,

· Las choyitas,

· La lotería cantada,

· Y el apoyo mutuo entre todos los vecinos,

· Etcétera.

Y ahora la añoranza, el deseo de que la paz, la tranquilidad y la hermandad que compartíamos, se torne en realidad actual, nos estresa, nos inquieta… Ahora son las balaceras, la inseguridad, el miedo, las enormes ganas de romper con este estado de cosas, es lo que nos envuelve y nos insta a volver a ser niños y a volver a gozar de todas las ventajas que teníamos.

Son tiempos y condiciones que ya no podremos volver a disfrutar y que nuestros hijos y nietos nunca conocerán, a menos de que nosotros impulsemos estas actividades en familia. Con políticas que permitan estar tranquilos y seguros y con el resurgimiento de esos juegos inocentes y deliciosos que nos hicieron crecer sanos y unidos, seguramente que lograremos ¡Que viva México!

velasco_alvarez@yahoo.com