La incertidumbre de hace un año continúa

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Las grandes masas sucumbirán más fácilmente a una gran mentira que a una pequeña.
Adolf Hitler.

Una mentira repetida adecuadamente mil veces se convierte en una verdad.
Paul Joseph Goebbels.

Jorge Arturo Estrada García.

El discurso falsario es una de las herramientas más importantes del presidente López Obrador. En las mañaneras, sistemáticamente trata
de negar lo evidente, aunque las
cifras y los hechos lo evidencien.

Hay pocas cosas ciertas cuando se habla de la Cuarta Transformación de Andrés Manuel López Obrador. Aunque desde su llegada, mostró varios planes muy precisos, regularmente están entrampados en los laberintos de la incompetencia de su gabinete. Seguramente tiene buenas intenciones para mejorar la calidad de vida de los más pobres, pero actualmente los problemas de este enorme país lo rebasan. Su discurso anticorrupción es selectivo y se desvanece cuando se refiere a los miembros de oscuro pasado que integran a Morena. Sus proyectos estratégicos son endebles, anticuados y difícilmente lograrán atenuar la desigualdad. La incertidumbre de hace un año continúa.

López Obrador es presidente gracias a la clase política que con sus excesos de corrupción e indiferencia le pavimentó el camino. Es un mandatario poderoso que manipula emociones. A 10 meses de su llegada al poder su discurso se ha desgastado, pero la fe de su base de seguidores sigue fuerte. Ante los cuestionamientos, siempre tiene otros datos. Es decir, él siempre está en lo correcto y el resto además de estar equivocados son conservadores, adversarios y fifíes. Sus declaraciones son sistemáticamente evasivas y hasta aburridas: “Somos diferentes, no se confundan y ellos no tienen calidad moral”.

Sabemos que la posverdad implica un desvanecimiento de los límites entre la verdad y la mentira; y que así, crea una tercera categoría distinta a las dos anteriores. Una en la que un hecho, ficticio o no, es aceptado de antemano por la sencilla razón de ser afín a nuestros esquemas mentales. Es un hecho que el discurso falsario es una de las herramientas más importantes del presidente.

Ha quedado claro que necesita mucho dinero para implementar su transformación. Recorta todo y a todos, también es ese su mecanismo favorito para “combatir la corrupción”, que se ha arraigado en la clase política y que contamina la vida nacional. Él recorta presupuestos, endurece la política fiscal. Desaparece los fondos de moches, de obras y de programas federales con lo que estrangula a gobernadores y alcaldes, además de que afecta a la población que los requería. Es su estilo personal de gobernar: buenas intenciones, escasos resultados y discurso agresivo y radicalizado.

También, ha quedado establecido el pavor que el presidente tiene, al menos por el momento, de estropear la economía del país como le ocurrió a Luis Echeverría y José López Portillo quienes condujeron a México a crisis enormes, también envueltos en la bandera del nacionalismo y la justicia social. Su visión es otra época, no comprende la globalización y rechaza el neoliberalismo cuando quiere etiquetar a sus adversarios. Sin embargo, no lo hace cuando Trump le dicta sus temas.

El TEMEC es una camisa de fuerza comercial, hecha a la medida de los estadounidenses y que el poderoso presidente Donald Trump nos impuso para cumplir sus promesas electorales. El muro de guardias nacionales mexicano metidos a agentes de migración cumple las órdenes del déspota mandatario vecino, sin chistar. El gobierno federal está espantado ante la amenaza de alza de aranceles y está sometido.

Así, navegando contracorriente quiere revivir al agonizante Pemex que se va pudriendo en medio de sus megadeudas, obsolescencia, mercados inciertos y daños recibidos por las acciones del gobierno peñanietista que buscó desaparecerlo en aras de la inversión privada. Sin embargo, el rescate actual se hace apalancado en los recortes y el sindicato corrupto. Entonces, el rescate va entre tropezones.

La construcción de la refinería y el tren maya resultan proyectos caros y lentos, lo mismo que el aeropuerto de Santa Lucía. Estos proyectos tal vez ni siquiera entren en operación al cien por ciento en el presente sexenio.

Los empresarios mexicanos son complotistas y egoístas, siempre lo han sido. Así acumularon sus capitales. Ellos están acostumbrados a llevar las riendas del país apoyando o atacando a los grupos políticos en el poder. Los presidentes que los enfrentaron o desplazaron recibieron enormes cargas de desprestigio durante y al término de sus mandatos.

Ellos están acostumbrados a jugar con diversas cartas, por un lado firman pactos y se sientan con el presidente, mientras por el otro sacan sus capitales del país, frenan sus inversiones, hablan de falta de certidumbre y alimentan a los adversarios, mexicanos y extranjeros, del régimen del que se trate. Al recorrer la historia del México moderno es posible identificar cómo los principales empresarios del país se enriquecieron con base en negocios monopólicos, cuasi monopólicos, concesiones gubernamentales o de plano formando cárteles económicos en los que se ponen de acuerdo para no hacerse la competencia. La élites forman amplios y fuertes lazos familiares.

En el presente, las cadenas de supermercados afiliadas a la ANTAD se ponen de acuerdo en los precios, el único que les rompe el esquema es Walmart con sus Bodegas Aurrera y sus amplios estudios de mercado en el que los precios se acomodan al perfil de sus clientelas específicas en sus tiendas insignia. Los Ipecos mexicanos se acostumbraron a ganar montañas de dinero, a no pagar impuestos y consolidarse en las listas de Forbes.
Las leyes del outsourcing, que se analizan en el poder legislativo, podrían ser un gran golpe para las empresas mexicanas actuales, poco dispuestas a otorgar prestaciones completas y reales a sus trabajadores. La ley Federal de Trabajo actual favorece a los empleadores contrario al espíritu de cuando fue creada. Las liquidaciones por despidos son raquíticas e incompletas. El modelo de Juntas de Conciliación y Arbitraje será sustituido por salas de justicia incorporadas al muy desprestigiado Poder Judicial de los estados.

Entre los titubeos y pifias lopezobradoristas el crecimiento del país se ha estancado. De las cinco economías más grandes de América Latina, la de México seguirá destacando como la de menor crecimiento en 2020 por segundo año consecutivo, según los reportes del banco de inversión BNP Paribás. Las economías más grandes de América Latina son México, Brasil, Chile, Colombia y Argentina. Así, el PIB de México apenas crecería un 0.6% este año, luego del estancamiento de 2019, en el que apenas consiguió salvarse de la contracción económica, según las cifras que molestaron al presidente.

Otro hecho ampliamente establecido es que el presidente es mentiroso y no vacila en sostenerse en versiones contradictorias. Igual que la clase política en general, pasada y presente. Pero Andrés Manuel tiene la particularidad de que todos los días habla un par de horas ante medios y en vivo desde Palacio Nacional. Los demás, salvo Echeverría eran más parcos.
En las mañaneras, López Obrador sistemáticamente trata de negar lo evidente, aunque las cifras y los hechos lo evidencien. Él parece transitar y percibir por una realidad alternativa, en una Cuarta Dimensión. Diversos medios e investigadores como el politólogo Luis Estrada con su taller de comunicación, SPIN, ha contabilizado más de 12,000 mentiras en casi 300 mañaneras que se han realizado.

La confianza es un intangible de la mayor importancia. El país ha pagado muy caro el desdén de los gobiernos a ese activo. Esto será imprescindible hasta para lograr el modesto 2 por ciento de crecimiento de los últimos años. Pero ni el gobierno federal, ni los inversionistas extranjeros, ni los empresarios se tienen confianza. El resto de los sectores sociales somos meros espectadores en esos temas. Además, la opinión pública crítica es despreciada por el propio AMLO.

Así, presenciamos la fallida puesta en marcha del INSABI que pondría el acceso a la salud al alcance de todos los mexicanos por su gratuidad. Sin médicos, medicinas, instalaciones suficientes y sin dinero difícilmente se volverá eficiente. Cuando en los países desarrollados instalan armadoras de autos eléctricos e híbridos y estudian la prohibición para los combustión interna, en México se construye una refinería monumental. El tren maya resulta otro proyecto caro y lento, lo mismo que el aeropuerto de Santa Lucía. Varios de estos proyectos tal vez ni siquiera entren en operación al cien por ciento en el presente sexenio.

Los programas asistenciales son los que mantienen a muchos votantes felices con la 4T. con ese ímpetu y mucha saliva y descalificaciones el presidente espera llegar a la elección intermedia del 2021.

La aprobación del presidente, según el tracking poll de Mitofsky que publica diariamente el diario El Economista registra que, de abril del 2019 al 03 de febrero del 2020, la aprobación presidencial ha caído solamente de un 65 por ciento a un 59 por ciento. Entonces, es posible reflexionar que la fe ciega es más poderosa que los datos y las realidades. La Cuarta Transformación es casi un credo, en donde la fe ciega en el líder es sólida. Seguramente ese fenómeno se deriva del desprestigio que acumularon los del Prian en la última década. Por el momento las emociones mandan.
Panistas y priístas están despedazados y no son oposición competitiva en la actualidad. Aunque conservan sus cotos en las entidades, pero son doblegados frecuentemente a golpe de amenazas, ya sea por recortes presupuestales o por investigaciones en cuentas bancarias. Sin embargo, a nivel local, con grandes presupuestos apuestan a ganar elecciones en los congresos y presidencias municipales, aprovechando las fracturas de Morena. Suena interesante, pero preocupante.

jjjeee_04@yahoo.com