Armando Montalvo Olivo.
El libro “Lo que no se ha Dicho del IMSS”, escrito por Ramón Castañón Pérez, afirma que el desmantelamiento del Instituto se debe al desvío de sus multimillonarios fondos, y a cuantiosos préstamos sin retorno que se han otorgado desde hace más de 40 años.
Es mentira que el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) está en crisis económica, principalmente por el gasto en la maternidad, enfermedad y por el pago de jubilaciones y pensiones a los trabajadores. La crisis se debe al saqueo de los políticos que tuvieron el poder de nuestro país por décadas. Decir los nombres de ellos no vale la pena porque todos los mexicanos los conocen.
Debe decirse que aunque todavía hay incrédulos que se niegan a aceptar que el IMSS está agonizante y que tiene respiración artificial para seguir operando en números rojos, porque la pandemia del Covid-19 lo evidenció en todo el país. Los coahuilenses están atemorizados por el contagio comunitario que empezó en el Hospital General de Zona No. 7 del IMSS de Monclova por falta de equipo de protección y por la negligencia del director del nosocomio, doctor Ulises Mendoza, quien fue destituido.
El panorama para México es impredecible en el combate al coronavirus que avanza a paso veloz por la ignorancia y el importamadrismo de los mexicanos; y por otra parte, el nulo desempeño de las autoridades actuales que velan por el buen funcionamiento del IMSS.
En este momento no se trata de encontrar quienes son los responsables de que el IMSS tenga abandonadas a su suerte a las Clínicas y Unidades Médicas Familiares a lo largo y ancho de todo el territorio nacional. Lo cierto es que los derechohabientes exigen una atención médica digna y medicamentos para aliviar sus padecimien- tos y enfermedades, porque casi nunca hay.
Los excesivos sueldos que durante décadas percibieron los funcionarios de “cuello blanco”, entre ellos los miembros del Comité Técnico del Seguro Social, además de la grosera y cínica corrupción. Y no se diga del número exorbitante de “aviadores” que percibían -y perciben- un generoso sueldo sin laborar, por la recomendación de personajes de la élite económica y política. Aquí, se incluyen las percepciones económicas de los directores, subdirectores, coordinadores y jefes de división. Todo esto mantiene en agonía al IMSS.
De lo anterior no hay duda, la opinión pública sabe que los trabajadores jubilados y los pensionados del Seguro Social no son los responsables de la quiebra del IMSS, porque perciben raquíticas cantidades por décadas de servicio. Los trabajadores están obligados a aportar casi el 26 por ciento de su salario a lo largo de su vida laboral, 30 años, y a veces un poco más, y nunca informan a cuánto ascienden esos fondos de pensiones con sus rendimientos.
En todo el país, los trabajadores jubilados y pensionados se manifestaron en su momento para exigir cuentas claras sobre el manejo de los fondos que las autoridades tienen a su cargo, para atender a los trabajadores y sus familias, como el seguro de maternidad y enfermedades, el de jubilaciones y pensiones, el de accidentes de trabajo.
Ahora las protestas las hacen médicos, enfermeras y trabajadores del IMSS, exigiendo equipos de protección suficientes para protegerse del contagio cuando atienden a los afectados por el coronavirus.
El libro “Lo que no se ha Dicho del IMSS” cita un caso: cuando se descubrió que ex directivos del IMSS, como el priista Genaro Borrego Estrada, solicitaron créditos multimillo-narios a la banca extranjera a nombre del IMSS, pero esos recursos nunca ingresaron a las arcas del Instituto. Por tal motivo se exigieron auditorías para transparentar, pero nunca les hicieron caso.
Se asegura que funcionarios del Seguro Social también otorgaron cuantiosos créditos a empresas privadas, con dinero de los fondos del IMSS, pero esos empréstitos nunca fueron cobrados ni se obtuvieron rendimientos, como fue el caso de Metrofinanciera y de Crédito y Casa, una empresa chilena que desapareció 2 meses después de que el panista Juan Molinar Horcasitas, como director del IMSS, le otorgó un crédito de sus fondos por 500 mil millones de pesos.
Hablar de la corrupción al interior del IMSS es entrar a un mar sin fondo, lo cierto es que esa enorme corrupción, que aún no se erradica, tiene desahuciado al Seguro Social. La pandemia Covid-19 debe obligar al Gobierno Federal a investigar a quienes siguen cometiendo todo tipo de ilícitos al interior del Instituto.
Los médicos, enfermeras y trabajadores de la salud que prestan sus servicios en el Seguro Social y que arriesgan su vida diariamente en todo el país, viven en una incertidumbre que los mantiene estresados, porque no saben con claridad qué tipo de estrategia aplicará el gobierno para que el Covid-19 deje de contagiar a hombres, mujeres y niños de todas edades.
Hasta ahora, los mexicanos concientes de la gravedad de la pandemia, se sienten indefensos ante el Coronavirus que aterroriza y causa muertes, sin saber cuándo vaya a ser vencido en México. Mientras tanto el IMSS vive una agonía silenciosa y escandalosa por su pobre condición…