La otra crisis

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Luis Eduardo Enciso Canales.

“Las epidemias han tenido más influencia que los gobiernos en el devenir de nuestra historia”.
George Bernard Shaw.

Mientras López Obrador no tenga a una oposición real, con rostro y voz, éste seguirá haciendo de la suyas. El vacío político también es un peligro ya que permite que cualquiera se pueda subir al ring para jalar los reflectores.

Es claro que estamos sumergidos en una profunda crisis de incertidumbre social derivada de la inesperada y prolongada epidemia del COVID-19. Sus efectos son aun impredecibles agravados éstos por el mar de información proveniente de un sin número de fuentes que van desde las oficialistas hasta las de inimaginables orígenes, lo que lleva a pensar, que efectivamente como muchos se lo plantean, esto por momentos toma tintes chomskynianos.

No se requiere de un mayor análisis para comprender que una sociedad como la nuestra es favorablemente susceptible al engaño y la manipulación, si a este caldo de cultivo le añadimos el actual vacío de poder, tendremos como resultado el agravamiento del impacto de la crisis de salud que se reflejara prácticamente en todos los órdenes de la vida pública.

Y es que la alarmante crisis política que vive México en nada viene ayudar a poder superar la pandemia del Coronavirus y sus secuelas, esta crisis de salud nos agarra en medio de una férrea disputa por el poder, que además se ve impactada por un escenario internacional muy revuelto e inestable.
La historia nos ha demostrado que el mundo ha sobrevivido en diferentes épocas a aterradores pandemias, que si bien en su momento lograron impactar profundamente a la población diezmándola dramáticamente, aun y con esto, se pudieron superar e incluso provocaron condiciones que impulsaron grandes trasformaciones y una reorganización social, económica y política.

Las enfermedades, nos guste o no, son consustanciales a la evolución humana y las epidemias han tenido un papel crucial en su historia. Es claro que nadie quiere enfermar y morir, pero para poder cuidarnos y sobre todo ser conscientes de la magnitud de un problema de salud, antes se debe contar con información de primera mano, especializada y muy, muy objetiva y confiable.

Lo lamentable en este río revuelto que es en este momento nuestro país, se asemeja a lo que diría el senador estadounidense Hiriam Johnson en 1917: “La primera víctima cuando llega la guerra es la verdad”. Hoy tenemos un presidente que piensa en voz alta y que se empeña en ser políticamente incorrecto, provocando irresponsablemente la ira de propios y extraños.

Su último desliz fue decir que la emergencia de salud que padecemos “nos cae como anillo al dedo”, dicho que no soporta ningún tipo de análisis por obvias razones.

Ésta, la otra crisis que vivimos en nuestro México, es una contingencia de largos alcances que no solo está trastocando al presidente, sino que también deja expuesto a un sistema político que siempre ha funcionado piramidalmente, centralista en esencia y que cuando la cabeza no tiene el control el resto no sabe qué hacer, el enorme boquete que se está abriendo en lo político nadie lo está conteniendo para tratar de ser un contrapeso, simplemente los partidos y actores que deberían fungir como oposición no existen, no hay voces inteligentes que diseccionen lo que está sucediendo para poderlo traducir, entender y ofrecer respuestas.

Mientras López Obrador no tenga a una oposición real, con rostro y voz, éste seguirá haciendo de la suyas. El vacío político también es un peligro ya que permite que cualquiera se pueda subir al ring para jalar los reflectores.

En ese sentido los mexicanos hemos elegido al meme como la única vía de contrataque, los más “atrevidos” llevan a cabo campañas negras, de esas que el publicita español Antonio Solá Reche dejó en México como escuela desde el 2006, rebajando aún más el nivel del debate político.

Esta crisis que está provocando el COVID-19 en lo social y sus efectos económicos, políticos y estructurales debería estar impulsando la búsqueda de consensos que nos lleve a encontrar nuevos caminos para salir de ella.

La profundidad de la crisis y de los desacuerdos en los criterios políticos para enfrentarla son poderosos elementos transformadores que pudieran llevar a la sociedad hacia una nueva conformación de fuerzas políticas. Es decir, la complejidad de la realidad presente y la radicalidad de los cambios requeridos obligan a hacer propuestas de fondo que engloben todos los aspectos de la vida nacional.

Sin embargo estamos distraídos en las discusiones banales de la sobre información, olvidando una vez más ser los actores de la reconstrucción y de la recuperación del rumbo de la nación una vez pasada la epidemia, esto quizás es el rasgo más dramático de la crisis.

luis_enciso21@hotmail.com