José Guadalupe Robledo Guerrero.
¿Dónde está AMLO? No se sabe, salvo en las mañaneras no se ve ni se siente en ningún otro lado. Pero hay quienes creen que anda en busca de otras estampitas del Sagrado Corazón, porque con las que presumió le fue como en feria: incremento de la inseguridad, baja del precio del petróleo, depreciación del peso mexicano, entrada a la fase tres de la pandemia del Coronavirus sin equipos de protección, sin insumos médicos, sin respiradores, sin medicamentos, sin suficientes médicos y enfermeras y sin las necesarias camas de hospital. Una real crisis sanitaria, sin considerar la negligencia, incapacidad e irresponsabilidad de la Federación, y sin tomar en cuenta el nulo apoyo del gobierno federal a los Estados que exigen respaldo para enfrentar los estragos de la pandemia. Eso es lo que ven y sienten los mexicanos.
¿Dónde está el gobierno federal? No lo sabemos, pues sus acciones no se ven ni se sienten en la provincia mexicana. Hay quienes creen que los altos mandos del gobierno de la 4T se encuentran escondidos en la Ciudad de México, esa gran urbe subsidiada por la provincia mexicana y aplaudidora y beneficiaria de todos los gobernantes de México.
¿Dónde está AMLO? No se sabe, pero lo cierto es que no está en pláticas con los gobernadores de la Alianza del Noreste para llegar a acuerdos que mantengan la unidad nacional en estos momentos críticos. Tampoco está empeñado en evitar más contagios y muertes por el Coronavirus, ni tratando de planear una reactivación económica para luego de que pase la crisis sanitaria del Covid 19, pues finalmente le trasladó la responsabilidad a los gobiernos estatales, que sin recursos adicionales, tendrán que enfrentar solos a la pandemia y por consecuencia, encargarse de la reactivación de la economía de sus Estados.
Diariamente en sus mañaneras, López Obrador ante sus inútiles funcionarios presume tener suficiente dinero para enfrentar al Coronavirus, de lo cual ni duda cabe, pues se adueñó de los fideicomisos de la federación, ilegalmente decretó rebajar el sueldo en 25 % y canceló los aguinaldos de los empleados federales de subdirector hasta el presidente de la república, obtuvo tres préstamos que suman 6 mil millones de dólares (150 mil millones de pesos), está tratando de apoderarse de los remanentes o ganancias del Banco de México y tiene proyectado utilizar las Afores para la construcción de su tren maya.
Sin embargo, nada de estos cuantiosos recursos fluye a los estados para contrarrestar la pandemia, ni para reactivar la economía nacional en aras de apoyar a las micro, pequeñas y medianas empresas y salvaguardar los empleos. Pero nada de esto parece preocuparle al presidente López Obrador, al contrario se le ve confiado y continúa belicoso con quienes lo critican y le reclaman sus yerros y su nula acción para cuidar la salud de los mexicanos y la economía de la nación.
¿A qué se atiene el presidente? ¿En qué basa su confianza de que saldrá bien librado de la peligrosa situación en que se encuentra la República?
Por más que profundizamos en el tema, no logramos encontrar otra razón de la confianza presidencial que el Tigre con el que amenazó cuando dijo que si el sistema le hacía fraude en el 2018 ya no detendría al Tigre.
Pero ante esto nos surge otra pregunta: ¿Quién es el tigre? ¿El pueblo “bueno y sabio” que votó por él; el ejército al que le encomendó la construcción del aeropuerto de Santa Lucía, el control de la seguridad pública y la atención de la salud en la pandemia del Coronavirus; o los cárteles de la droga?
Independientemente de la respuesta, sería bueno pensar que los planes que reclaman los mexicanos y algunos de sus gobernadores, son diametralmente opuestos a los planes del presidente López Obrador que se resumen en conservar el poder y sus presupuestos, y en pasar a la historia como el cuarto transformador de México, sin importar el costo que esto tenga…
Nota: Este artículo fue publicado en el periódico Zócalo en su edición del 26 de abril de 2020.