La nueva realidad nacional y estatal

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Iván Nájera Agüero.

¿A qué normalidad queremos volver? ¿Qué cosas a las que estábamos acostumbrados queremos recuperar? ¿Qué buenas prácticas debemos seguir impulsando? ¿Cuáles ya no estaban bien, pero nos sentíamos obligados a continuar? ¿Qué hemos aprendido en esta pandemia y podemos mantener en nuestro regreso? ¿Qué era lo que nos impedía enfrentar cambios necesarios? ¿En qué concentraremos de ahora en adelante nuestra energía? ¿Qué camino escogemos para la siguiente etapa de nuestro camino? ¿A qué prestaremos atención, tiempo y recursos? La pandemia nos ha afectado inmensamente y tenemos mucho que lamentar. Sin embargo, puede convertirse en una gran oportunidad para que las personas, organizaciones, empresas, gobierno, partidos políticos se reconfiguren y salgan fortalecidas.

COVID-19: como será el regreso a la «normalidad»?

Estas preguntas me traen a recuerdo la siguiente reflexión: “Escucha esto. En la prisa por volver a la normalidad, usa este tiempo para considerar a qué partes de la misma vale la pena que corramos de regreso. Si las cosas vuelven a ser exactamente como eran, habremos perdido la oportunidad de tomar lo bueno dentro de lo malo que sucedió. Tenemos frente a nosotros un regalo inesperado, listo para ser abierto – la posibilidad de hacer algo de “limpieza en casa” para decidir en qué nos enfocamos, con quién pasamos tiempo, qué consumimos, cómo trabajamos, qué nos importa y, sobre todo, qué no es relevante. Toma nota.  Estamos recibiendo una lección que no podemos olvidar cuando las cosas vuelvan a ser normales”. Dave Hollis

Algo está claro ahora, es que esa vuelta a la normalidad será cualquier cosa menos normal. En la falta de una vacuna o de un tratamiento verdaderamente seguro, efectivo y probado para eliminar por completo la enfermedad, debemos poner en una balanza dos variables: por un lado, la necesidad de controlar la curva del COVID-19 y de seguir protegiendo a los más vulnerables y/o a los que no cuentan aún con anticuerpos para enfrentarse a la enfermedad. Del otro lado, el deseo o necesidad de reanudar la actividad productiva, de poner de nuevo en marcha la economía en México.

Para algunos expertos en salud de diferentes partes del mundo y otros expertos en otras cosas, piensan que apresurar la vuelta a la nueva normalidad como le llamó López Obrador, podría ser un gran error que nos llevará a una nueva expansión de la enfermedad. Tras el anuncio del presidente Andrés Manuel López Obrador hecho el miércoles 13 de mayo donde presentó un plan para reactivar las actividades económicas, sociales y educativas en todo el país, mismo que dio comienzo el 18 de mayo de manera escalonada, a través de un semáforo y subrayando que la aplicación de la estrategia es voluntaria, según lo consideren los gobernadores.

El mismo día y al siguiente los gobernadores de Coahuila, Nuevo León, Jalisco, Yucatán, Chihuahua, Aguascalientes, Baja California le tomaron la palabra y usaron de guía el método de medición presentado en forma de semáforo por el ejecutivo federal para iniciar la reapertura de la economía. En las distintas presentaciones los “gobers” dieron fechas, las medidas sanitarias a seguir para la apertura de negocios y empresas a la par que el Gobierno de AMLO, algunos por municipios, otros por regiones que conforman sus estados, otros más apenas estaban planeando como reactivar su economía para evitar más pérdidas de empleos. Según datos del Instituto Mexicano del Seguro Social, en abril del presente año se perdieron 555 mil 247 empleos formales, la mayor cifra desde que hay registros disponibles. Y esto sólo en el sector formal, en el informal (que representa el 33% de la fuerza laboral del país) la situación podría ser mucho más grave.

Pensando que los casos no aumentarán de manera significativa, lo que se debe plantear es a qué normalidad queremos volver. Cuando una emergencia pone en evidencia la debilidad y la vulnerabilidad de nuestro sistema de salud, económico y como sociedad, pretender simplemente ignorarla y volver a donde estábamos antes de que sucediera, es un camino para un posible desastre mayor.

Para tomar en cuenta

Gobernadores de oposición suben en popularidad superando o cerrando la brecha que hay con el presidente de México en sus respectivos estados por la manera en que han actuado frente a la pandemia.

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