Fernando Fuentes García.
El crecimiento no implica desarrollo, el desarrollo lo brindará el nuevo sistema político económico y su factor de medición será el bienestar, que implica crecimiento y engloba democracia, justicia, honestidad y austeridad. El factor de crecimiento por sí mismo no nos habla de los valores, la moral o los objetivos sociales y éticos a adoptar. Los juicios de valor son imperativos y trascienden a la producción y competitividad. Si no nos importa que la inversión que hagamos tenga un impacto positivo en lograr un mejor mundo, el camino puede resultar equivocado y desastroso.
Para muestra, el colapso mundial de la historia del neoliberalismo como sistema político económico: privatización de las áreas estratégicas y bienes del Estado; introducción del poder económico en la administración pública; migración oportunista de políticos al mundo corporativo; cuasi eliminación del Estado en su función de garante de la democracia; comercialización y financierización de la economía; inseguridad social y laboral; bloqueo de la cultura, la ciencia, la tecnología, la filosofía, el civismo y la historia; supresión del sistema público de salud y educación; corrupción, materialismo y deshumanización como valores. El máximo arquetipo de la decadencia del sistema; el imperio norteamericano que derivó hacia una plutocracia (Chris Hedges. America. The Farewell Tour).
El Ejecutivo toma en cuenta lo anterior. Su grupo de trabajo reconoce la oportunidad en la que está nuestro País, retoma filosofías Keynesianas y nos lleva en el proceso hacia la construcción de una nueva ideología política económica más humana que asegure el “bienestar”,lo que constituye el fondo mismo de la transformación. Camino que se respalda en el pensamiento del historiador y teólogo Dr. Enrique Dussel, el célebre filósofo y politólogo Noam Chomsky, el profesor y economista estadounidense Joseph Stiglitz y el mismo Papa Francisco.
A tres meses y días de que la Pontificia Academia de las Ciencias Sociales del Vaticano convocara a su encuentro de economistas con el objetivo de plantear un nuevo sistema económico que ayude a una mejor distribución de las riquezas en el mundo y sea sostenible; de manera muy puntual, el Presidente de México lanza a la luz pública su ensayo sobre “la nueva política económica en los tiempos del coronavirus”. El ensayo constata una visión que trasciende las fronteras de nuestra nación, al proponer los principios que promueven “bienestar” y que deberán forjar y sostener el nuevo sistema: democracia, justicia, honestidad y austeridad.
El ensayo reitera el avance hacia la democracia agregando a la representativa la democracia participativa. “Porque la construcción de la modernidad se construye desde abajo, desde la colectividad”, declara el Presidente de México. Parafraseando a Noam Chomsky, la democracia participativa es la única vía por la que los valores humanos renacerán y sustituirán a aquellos miserables valores impuestos por el neoliberalismo. La verdadera organización civil (no infiltrada por el interés particular, político o corporativo), el escrutinio de la administración pública, la posibilidad de demandar información verídica y “bienestar” desde la colectividad, como es el caso de las consultas públicas, se nos ha negado porque se sabe que representan un peligro para el interés particular, político o corporativo que busca maximizar el beneficio individual a costa de los demás.
De ahí que los neoliberales toman la idea de la “fabricación del consentimiento” dictada en 1920 por el intelectual y crítico de medios, Walter Lippmann, para asegurar que las decisiones claves se concentren en unos cuantos en el poder y mantener a la población desorganizada, en la apatía y en la obediencia. No es de extrañarse en estos días, que la estrategia de desinformación mediática y manipulación política se magnifique, al grado de utilizar vilmente la crisis de salud para adquirir control y beneficios económicos o políticos, mediante el miedo que pretendían crear con la manipulación estadística justificada con las pruebas y el despojo de nuestras libertades y derechos con los pretendidos toques de queda, una medida de singular represión. Otro gran ejemplo del peligro que representa la participación ciudadana para el interés particular, político o corporativo, es la reciente propuesta de la Secretaría de Economía para hacer una consulta pública con el fin de concretar una nueva norma para la organización de las elecciones, propuesta a la que responde el Instituto Nacional Electoral (INE) con una negativa, ya que según su visión atenta contra el orden (más específico, estatus quo) político electoral en el país; como si el pueblo fuera su propio enemigo en la democracia, usted juzgará.
El ensayo confirma también el avance a la democracia con una auténtica separación de poderes, que el filósofo francés Montesquieu (1689-1755) reconoce como la solución a los abusos del poder. Además, refrenda el deber del Estado hacia el desarrollo nacional con plena austeridad, legalidad e independencia del poder económico; grave amasiato que se formó en el régimen anterior y que consolidó una inmensa corrupción y una “vergonzosa” desigualdad” en la que el 1% de la población, concentró el 82% del PIB en 2017, en tanto que las 10 personas más ricas del país, acumulaban una riqueza igual a la suma del patrimonio del 50% menos favorecido (Oxfam 2018).
En el nuevo sistema, no hay cabida para las llamadas medidas contra-cíclicas que fueron impuestas por el sistema neoliberal como una forma de control y conquista imperialista y que es claro y más que demostrado con la gran estafa del FOBAPROA (que aún se sigue pagando), beneficiaban a una minoría. En contraste y para una justa distribución de la riqueza e impulso al consumo, se propone en la práctica el apoyo a la mayoría. Aquella que conforma la base de la pirámide social, el 70% de la población que conforman 25 millones de hogares y que van desde los muy pobres a la clase media. Franklin D. Roosevelt citaba: «La prueba de nuestro progreso no es si agregamos más a la abundancia de aquellos que tienen mucho, sino si brindamos lo suficiente para aquellos que tienen poco».
Para apoyar a la mayoría, el Estado se transforma de un gestor de oportunidades a un garante de derechos, declara el Presidente, entre ellos el derecho a la libertad, a disentir, a la educación y la “cultura”. De ahí que con la reforma al artículo cuarto de la Constitución, se garantiza con el debido presupuesto que deberá incrementarse año con año, el derecho a la salud, a las pensiones para adultos mayores y discapacitados y a las becas para estudiantes que acumulan más de 11 millones de beneficiarios. Se dispone también para esta población, el programa jóvenes construyendo el futuro que ayuda a 1.3 millones de Mexicanos a integrarse a la fuerza laboral, cifra que se agrega al medio millón de campesinos que se benefician con trabajo a través del programa sembrando vida, el cual además de activar a las economías locales, creará un gran impacto en el medio ambiente. Se dispone también el programa de tandas de bienestar, que coloco en el 2019 un total de 356,540 microcréditos y que se espera incrementar a 450 mil al cierre del período, cifras a las que hay que agregar un millón de créditos más para la economía informal. Importante destacar que en el 2019 el 71.1% de los créditos se otorgaron a «mujeres» en beneficio de los miembros del hogar.
En este nuevo sistema, la relación de la composición de la inversión deberá de cambiar, llevando a la inversión pública en México, de ser una de las más bajas de América Latina, a ser una de las más altas. Contribuyendo así con el ejemplo a los inversionistas del sector privado, quienes aún que se construya confianza para la inversión mediante la disciplina fiscal, la reducción de la inflación, el aumento del salario mínimo y la disminución del costo de la deuda pública y aún que la inversión extranjera se siga incrementando y a pesar también de que la economía en el primer trimestre decreciera 0.6% menos que el promedio de los países de la OCDE y de que nuestra moneda se aprecia, no dejan de tener desconfianza y algunos ven moros con tranchete en toda inversión pública que no les favorezca. La falta de solidaridad y lealtad a nuestra Patria de algunos miembros de este sector, es verdaderamente “insultante”.
Para cambiar esa relación, se ponen en marcha grandes proyectos visionarios (el Tren Maya, el desarrollo del Istmo de Tehuantepec, la rehabilitación de seis refinerías y la construcción de Dos Bocas, el Aeropuerto Felipe Ángeles) que no solo representan desarrollo, también representan “seguridad nacional” en los términos de autosuficiencia (energética, productiva y alimentaria), comercio internacional y en los de la tradicional defensa nacional, recordando que en los sucesos históricos que han forjado nuestra patria, el sur juega un trascendente papel por sus recursos, conectividad y geografía física. De igual manera se detona a la industria de la construcción, con programas que promueven la edificación de viviendas, caminos de concreto, escuelas y unidades deportivas, con la mano de obra e iniciativa de los mismos beneficiarios, transformándolos así en emprendedores y haciendo a un lado a los coyotes e inmobiliarias que encarecían los productos y entregaban muchos de ellos mal hechos.
Un gobierno por y para el pueblo no es excluyente, ya que el significado de la misma palabra incluye a la “gente bien” es decir a la clase media alta para arriba. Para ese 30% restante de la población se propone brindar paz y seguridad y detonar el progreso sin burocracia en un auténtico estado de derecho y con la debida participación privada en el sector público. Para ello se integran a las secretarías de Gobernación, Defensa, Marina y Seguridad en una misma estrategia de seguridad; se procura reforzar y ampliar el consumo al ayudar a la mayoría a escalar en el triángulo de las necesidades de Maslow; la Suprema Corte de Justicia lleva a cavo una Reforma Judicial emanada de su mismo poder; se promueve en colaboración con la iniciativa privada, el Plan Nacional de Infraestructura y se ratifica el nuevo tratado comercial entre México, Estados Unidos y Canadá.
En los pilares de “honestidad y austeridad” del nuevo sistema, el avance es contundente con una serie de acciones y reformas que constituyen ya una nueva Constitución y que expongo y extiendo en mi aportación “Tengo unos Oídos Muy Grandes”. Reformas impulsadas por un grupo legislativo consciente de los retos que exigen los tiempos, solidario, patriota y mucho más capaz de argumentar y de llegar a la concordia que la pobre oposición, que ante la falta de argumentos y propuestas (buenas o malas como la propuesta sobre el Fondo de Inversión y Estímulos al Cine), se oponen en bancada a todo por oponerse, se desbordan en descalificaciones y ataques e incluso llegan a demostrar una insultante falta de lealtad a la patria con tal de mantener el estatus quo, lo que abiertamente demuestra su nivel de ignorancia y su afán de lograr el interés particular o de grupo.
El nuevo sistema político requiere de verdaderos legisladores que aboguen por el bien común, preparados, activos en propuestas estructuradas, íntegros, capaces de argumentar para crear un verdadero consenso (no de negociar en lo obscurito o de chantajear), pero sobre todo verdaderos “patriotas”. Una reforma al poder legislativo, es imperativa para que el sistema de partidos no tenga oportunidad mínima de colocar a tan “abyectos” legisladores. La democracia participativa debe de aplicarse aquí para que el pueblo vaya más allá del voto y adquiera una activa y más informada participación que influya en las decisiones de selección de los candidatos.
Para finalizar destaco las palabras expuestas en su ensayo por el Presidente Constitucional de México, Andrés Manuel López Obrador, en referencia al sistema neoliberal:
“Un modelo económico que solo apuesta al progreso material sin justicia se traduce en un proyecto político inviable y condenado al fracaso. Su falla de origen consiste en pasar por alto que la simple acumulación de riqueza, sin procurar su equitativa distribución, produce desigualdad y graves conflictos sociales”…
La desigualdad y sus efectos no son un problema endémico, sino mundial; el contundente resultado del sistema impuesto. La firma inglesa “The Equality Trust” dedicada a reducir la desigualdad económica y social en el Reino Unido, da constancia de que en las sociedades más igualitarias se prolonga el promedio de vida con menores índices de drogadicción, una mejor salud pública, educación y vida comunitaria; lo que provoca mayor confianza entre los semejantes, menores índices de violencia y mayor movilidad social. No tengo ni la menor duda de que un sistema político económico que busque la igualdad como parte de la justicia, que garantice una verdadera democracia tanto representativa como participativa y que adopte como valores la honestidad y la austeridad, ese sistema creará “bienestar”, es decir crecimiento y desarrollo.
Sobre el Autor
Fernando Fuentes Garcia (Monterrey, México. Febrero 3, 1971) es un escultor autodidacta especializado en el bronce, comprometido a transmitir la aportación única y vital del arte y la escultura a la sociedad y a contribuir a un mejor México. Convicción que ha ejercido publicando artículos y ensayos en el blog de ciencia y tecnología Reporte Ciencia UANL en la Revista Levadura y El Periódico de Saltillo.Su trabajo escultórico ha sido adquirido por importantes organizaciones, representado por galerías de arte y exhibido en más de 58 exposiciones individuales y colectivas en México.