Vacas flacas mugen ya anunciando la ruina de nuestra economía

0
518

¿Habrá que sacrificar un buey como exvoto para que no llegue la desgracia?

Adolfo Olmedo Muñoz.

Mientras los analistas especializados en los fenómenos de la economía se hacen bolas con cálculos y cálculos a fin de cuadrar cifras cercanas a una realidad sobre lo que es un macabro pronóstico, la caída estrepitosa de la economía del mexicano continua escurrida por entre las manos improvisadas de una administración de antemano fallida como la 4T, lo cual se evidencia, entre otros ejemplos, por la revelación de que más del sesenta por ciento de la población de nuestro país, ve ya muy mermada su capacidad de compra y de condiciones de vida, y al paso que vamos, nuestro país habrá retrocedido, acentuando peligrosos niveles de desigualdad con relación incluso, de los países de nuestro continente latinoamericano.

La economía se ha visto afectada ya por la perdida aproximada de 30 millones de empleos…

Parecería una exageración el decir que hemos llegado ya a una pérdida de alrededor de 30 millones de empleos, entre formales e informales, en el presente año. Parecería también una barata retórica partidista el decir que toda (el 100%) es culpa de la mal llamada corriente de la 4T, como parecería muy ingenuo pensar que la actual administración cuenta con el potencial humano, técnico y financiero como para rescatar, al menos en una buena parte, todo el deterioro que se viene resintiendo.

Es un hecho incontrovertible el que las autoridades, todas, han sido incapaces de detener al menos en parte, los daños, no solo económicos, en general: seguridad, salud, bienestar, educación y promoción de la cultura, en medio de un universo de incertidumbre, con una población cada vez más inmersa en un sentido de orfandad, de un desengaño desalentador, pero lo peor de todo, de una completa desorientación de ¡¿A dónde vamos?!

Ya no se puede hablar ¡ni de clases!: ya no hay “clase política”, ya no hay (por lo menos en juego) elites de poderío económico; la “nueva realidad” está provocando la desaparición de clases sociales, no para alcanzar una democracia ejemplar sino porque ya nadie respeta a nadie, ni hace caso de nadie.

Las clasificaciones, las definiciones, las estructuras normativas, cualquier formulación axiológica resultan “efímeras” si no es que inútiles, al antojo del estado de ánimo para llegar a “una mañanera” desde donde denostar a todo lo pasado, a todo lo contrario, a todo escollo que amenace la obsesión de poder del actual mandatario.

México vive un momento muy difícil, en buena medida por los efectos presentes de una pandemia de salud y los que nos esperan, de parte de un mal que, si bien es universal, los países civilizados están sabiendo enfrentar, mientras que el nuestro, aumenta cada día su letalidad.

Nuestro país vive un momento realmente difícil, porque no hay capacidad de respuesta a los retos. Quién (o quiénes, para que se oiga más democrático) tiene la responsabilidad es uno solo: El presidente de la república, Andrés Manuel López Obrador; un hombre incapaz de oír la crítica y ya ni siquiera de escucharse hasta a él mismo; su demagogia la confronta a menudo frente a su espejo y dice o hace lo contrario a lo expresado con antelación.

Su proyecto no tiene pies ni cabeza, ningún método que bocete una meta; el único objetivo visible es la testaruda obsesión de destruir lo construido (salvo lo que le acomoda) a fin de implantar una “nueva realidad” una sociedad imaginaria sometida por el “criterio” omnipresente de o que hasta hoy no se entiende más que como una ocurrencia distópica, contraria a todo anhelo abrazado con anterioridad. ¡Qué petulancia!

Cuenta con un gigantesco coro de idiotas, pero furibundos seguidores, francotiradores escondidos en las redes sociales, dispuestos a destruir hasta las más sanas reputaciones, con tal de justificar e impulsar a su “mesías”. Sus seguidores han dejado correr la oportunista versión de que su discurso ante el palurdo presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, fue viril, nacionalista, “claridoso”; pamplinas, fue parte de una escenografía de carpa, marco de una sesión de “fuercitas” entre dos narcisistas irredentos arrimados por tiempos electorales.

Su lambisconería implícita en un acto, bien preparado por el floreo mejor posicionado en sus planes continuistas, (su carnal Marcelo) contrasta, entre muchos otros temas, con su combate a la libre expresión de las ideas, fundamentalmente las que están contra sus … torpes determinaciones.

Ha “barrido” con casi todos los comentaristas -para él orgánicos- a pesar de que muchos de ellos lo posicionaron donde está, y desde su larguísima campaña; culpables algunos, ya sea por comisión o por omisión, de un sistemático linchamiento de un partido, el Revolucionario Institucional, que terminó permeando el ánimo de la “descerebrada” masa popular.

El futuro de nuestro país se ve hipotecado, está secuestrado, en buena parte atado, pues las malas decisiones, las malas estrategias elegidas y ejecutadas, nos van asfixiando cada vez más y aunque no lo quieran aceptar, el despilfarro clientelar “amloista” tan solo ha rendido hasta el momento (y puede que resista un tiempo más) por los activos que, a lo largo de los pasados regímenes ahora vilipendiados, habían logrado acumular, tanto en efectivo como en capacidad crediticia.

El crédito, cuya etimología implica creer “credere”, tal vez resista por un tiempo para seguir malversando en programas “patito” u obras caprichosas, bienes que la 4T no ha generado ni generará. De ahí la importancia de apuntar el problema del desempleo galopante que aqueja a la economía de nuestro país.

Resulta, didácticamente, lógicamente, muy difícil explicar por ahora con amplitud el alcance de los perjuicios que a la economía causa la falta de empleo, que no es otra cosa que la capacidad creadora, la vocación generadora de bienes de capital; de satisfactores para la supervivencia y el progreso de cualquier nación. trátese de la ideología que se quiera ver.

Y al paso que vamos, no sería difícil que Donald Trump, agregara a esos calificativos que ha proferido del mexicano como: ladrones, flojos, violadores, hombres malos, ilegales, en breve acumule el de “miserables”, “pedigüeños” u otros epítetos peores.

El gringo amigo (de AMLO) será, sin embargo, una pieza clave en el futuro inmediato de nuestro país, dependiendo de los resultados electorales, en ambos lados de la frontera, pero, aun así, no hay forma de prever otro futuro que el de una desquiciadora pobreza.

La pesadilla de las vacas flacas está a punto de despertarnos a una “nueva realidad” que nadie quiere, pero que AMLO “trabaja” denodadamente por embutirnos a todos los mexicanos, incluidos sus … correligionarios. Daño colateral que no podrá mitigar, aunque haga berrinches.

Las vacas famélicas cabalgan ya nuestro huero paisaje.