Samuel Cepeda Tovar.
Desde luego que estoy de acuerdo con que los jóvenes se manifiesten y exijan sus derechos; que ante cualquier arbitrariedad, abuso o felonía alcen la voz y tomen acciones al respecto; respetando, desde luego, los derechos de los demás. Como docente siempre enseño a mis alumnos la importancia de participar y enfrentar sin temor a quienes abusan de su autoridad; sin embargo, a la par les enseño la importancia de estar informados, de documentarse antes de entrar en debate, antes de esgrimir acusaciones, pues la mejor herramienta para sostener una inconformidad es el conocimiento preciso y documentado sobre lo que se reclama.
Por ello, la manifestación llevada a cabo el día 27 de julio en la rectoría de la UAdeC por el Movimiento Estudiantil de Coahuila (MOESCO), en donde se inconformaron los estudiantes por el incremento de la cuota de inscripción a la universidad me parece bienvenida, pero totalmente fuera de lugar.
En primer lugar, porque los alumnos cometieron la pifia de no documentarse al respecto; pues las finanzas de la UAdeC son tan endebles que a duras penas se sostiene la máxima casa de estudios sobreviviendo con los recursos federales y estatales que la mantienen operando; pues los ingresos derivados de las inscripciones ANUALES, apenas suponen el 10% del financiamiento de la universidad, y este recurso se destina directamente a los techos financieros anuales de cada una de las escuelas en toda la entidad.
El restante 90% son aportaciones gubernamentales que se destinan principalmente a nómina. Es decir, que, si las autoridades universitarias cedieran a las exigencias de Moesco, las inscripciones se reducirían en un 80% y proporcionalmente esta cantidad a los techos financieros de las escuelas y facultades.
Si los manifestantes tuvieran en cuenta este dato, tal vez entenderían que el solo hecho de cumplir con esa exigencia significaría que las unidades académicas se quedarían sin recursos para pagar luz, agua, mantenimiento, papelería, construcción, etc., y aunque es cierto que la virtualidad de la educación en el próximo semestre supondrá el ahorro en muchos rubros y por ende se dejará de gastar en energía eléctrica, por ejemplo, también es cierto que esta pandemia no será eterna y que muy pronto habremos de regresar a las aulas con la necesidad del gasto operativo normal.
En segundo lugar, faltó realizar un análisis previo comparativo; pues la UAdeC es de las universidades menos costosas del país y con un solo pago anual de inscripción y reinscripción; además, a pesar de la supuesta gratuidad constitucional de la educación, los gobiernos federal y estatal no se han puesto de acuerdo sobre este tema de tal suerte que la UAdeC no necesitara de sus alumnos para sobrevivir, tal cual sucede con la UNAM.
Es cierto, a las escuelas de la universidad les hace falta ser más abiertas y transparentes al público, lo cual sin duda incrementaría la confianza hacia las mismas y justificaría en su momento cualquier incremento o ajuste en cuanto a cuotas o servicios. Nosotros lo hacemos en nuestra escuela con un sitio en la web que transparente nuestro techo financiero, actas de consejo, padrón de proveedores, etc.
Finalmente, me parece que se cometió el error de incrementar (en poco más de 200 pesos) inscripciones en un mal momento, pues la crisis derivada del COVID ha enrarecido el ambiente que cualquier palabra relacionada con incremento por mínimo que éste sea como lo es el actual incremento; es mal vista y genera aversión social, pero que esto no signifique que se le deba dar un golpe mortal a escuelas y facultades por no conocer la realidad financiera de la universidad.