El caso de Emilio Lozoya Austin ¿Escándalo mediático o justicia para castigar a los corruptos?

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José Guadalupe Robledo Guerrero.

El caso de Emilio Lozoya Austin es el asunto legal con el que se ventilará a la opinión pública la enorme corrupción que privó en México, desde la campaña de Enrique Peña Nieto con los sobornos de la empresa brasileña Oderbrecht. También para saber cuánto costó al erario el pago a los legisladores, para que votaran en favor del Pacto por México y la Reforma energética. Asimismo, para conocer sobre la compra con sobreprecio que hizo Pemex de las empresas chatarra, y sobre los múltiples negocios al amparo del poder.

Desde que salió de España Emilio Lozoya, la policía nacional indicó que el exdirector de Pemex gozaba de buena salud, pero al llegar a México le encontraron enfermedades y lo trasladaron a un caro hospital de la ciudad de México, en lugar de llevarlo a la cárcel como a cualquier delincuente.

Todo esto se está viendo como un circo electoral, desde el momento en que transformaron al corrupto exdirector de Pemex en Testigo Colaborador, para que no pisara la cárcel, exentaran a su madre, hermana y esposa de sus ilícitos, con la creencia de limpiar el “honor” de la familia, como lo dijo el padre del supuesto presidiario, Emilio Lozoya Thalmann, quien fuera Secretario de Energía en el gobierno de Carlos Salinas de Gortari, y el que concertó la impunidad para su hijo y familia a cambio de la delación.

Hasta ahora lo que se ha dicho sobre este caso, en su mayoría ya se sabía por las filtraciones que algunos columnistas dieron a conocer de las declaraciones que el exdirector de Pemex hizo ante las autoridades españolas. Hubo especulaciones, principalmente que dos de los involucrados eran los gobernadores de Querétaro, Francisco Domínguez y el de Tamaulipas, Francisco García Cabeza de Vaca, pero faltan muchos más que militan en el PRD, el PRI y el Verde Ecologista, y otros que buscando impunidad brincaron a Morena, como es el caso de Miguel Barbosa.

Gracias a las filtraciones sabemos que para votar en favor del Pacto por México, los dirigentes de los partidos recibieron millones de pesos. Se rumora que a los Chuchos del PRD les dieron 60 millones, a los priistas Emilio Gamboa Patrón y Manlio Fabio Beltrones Rivera 80 millones a cada uno, al PAN (seguramente a Ricardo Anaya) 80 millones. En el caso de la Reforma Energética el gasto fue enorme, a los legisladores les pagaron miles de millones de pesos para que la apoyaran con su voto comprado.

Esta pequeña lista es solo la punta del iceberg de la corrupción en que se vio involucrado el “Testigo Colaborador”, pero faltan los de arriba: José Antonio Meade, Ernesto Cordero, José Antonio González Anaya, Luis Videgaray y Enrique Peña Nieto, entre otros iguales.

Emilio Lozoya Austin es una fichita, está acusado de operaciones con recursos de procedencia ilícita, cohecho, asociación delictuosa y ejercicio indebido del servicio público. Y para que su nuevo estatus sea validado se requiere que sea aceptado por un juez. Sin embargo, ya le dieron ese título.

En esta corrupción participó toda la élite mexicana: grandes empresarios, medios de comunicación, intelectuales, universidades, sindicatos, iglesia católica, etc. Por otro lado, muchos creen que el objetivo del caso Lozoya no es Peña Nieto, sino Salinas de Gortari. ¿Será?

Finalmente nos preguntamos: el caso de Emilio Lozoya Austin será un escándalo mediático o se hará justicia para que se castigue a los delincuentes de cuello blanco y se recuperen los dineros desviados.