Amaranta Madrigal.
El infinito vive en mi ventana
entona en mis oídos voces de Abba
a veces de sus ojos brota lluvia
y salpica mis tardes con abulia.
Del tragaluz se escurren los recuerdos
¿En dónde quedaron los dulces y juegos?
pan recién horneado y los libros nuevos
canciones de tango en labios de ensueño.
Morir o no morir, la disyuntiva
anular o no anular a nuestra fe
regar o no regar la tangerina
ya natura está calmándole la sed.
La tierra continúa su viaje eterno
y diserto de política y de ley
de cálculos de Física en bosquejo
y Gardel canta, su mudo anochecer.
El giro de un virus reescribe la historia
de amor, y de llanto… y de cuarentena…
de frágiles días, gente solitaria
en bozal forzoso, ocultan las penas.
Dejar o no dejar para otra vida
anhelar o no anhelar un porvenir
sufrir o no sufrir las agonías
de quien sin despedirse va a partir…
Atemporal como Cabral me siento
mi compromiso con el mundo es ser feliz
en un allá y en un aquí, te entiendo
todos sabemos, venimos a morir:
Si abordaras un bucle del espacio
para tomar tu cara entre mis manos
cuidaría de tus sueños tan despacio
como mi madre a mí, por tantos años
rozaría tu cabello con suspiros
te entregaría mi ser en un abrazo
dormiría arrullado en tus respiros
viajando junto a hénide, a tu lado.
Decoremos con marcos la alegría
resolvamos el dilema de existir
con la flor de azafrán y algarabía
y en lo alto corazones ¡A latir!