El ejido Batopilas
José Guadalupe Robledo Guerrero
A finales de mayo de 1989, la revista Proceso publicó un reportaje firmado por Pascal Beltrán del Río donde señalaba: “Batopilas, el ejido consentido de Salinas, productor de droga”. El reportaje era una de las mentiras que se publicaban en contra de los amigos “comunistas” del Presidente.
En esa ocasión Hugo Andrés Araujo me dijo: “Esto es una difamación, nuestros compas se dedican a sembrar alimentos, no marihuana”. Y me pidió ir a La Laguna y hacer un reportaje sobre los esfuerzos productivos de Batopilas.
Contacté a Gerardo Hernández “El Rojo”, Comisario ejidal de Batopilas, quien tiempo después se convertiría en Diputado Federal. Conocía Batopilas, había estado allí cuando militaba en Línea de Masas. Los batopilenses son organizados, unidos y laboriosos, son gente politizada y disciplinada, y con un calor de 40 grados a la sombra recorrí los sembradíos, las agroindustrias y realicé una entrevista colectiva que publiqué en El Periódico de Saltillo.
El reportaje titulado: Batopilas, respuesta y argumentos, en donde los ejidatarios respondieron a las acusaciones: “En Batopilas sembramos sandía, melón, alfalfa, maíz, algodón, vid y trigo, pero no marihuana”. “El progreso de Batopilas es producto del esfuerzo colectivo, y no de nuestra relación con el Presidente”. “Algunos líderes agrarios no nos quieren porque exigimos cuentas claras y no nos gusta que nos roben”.
Hablaron de su relación con el Presidente Salinas: “Cuando gestionábamos la tierra en la ciudad de México, Carlos Salinas nos daba albergue en su casa”. “Después de conseguir la tierra, tuvimos una escuela, una vivienda digna y los servicios a que todos tenemos derecho”. “A Batopilas se le ha atacado, porque queremos que las cosas cambien”. “El problema principal de Batopilas es la escacez de agua para regadío”. “El año pasado ganamos el primer lugar en producción de leche en un concurso que hizo la SARH”.
Hicieron énfasis en la relación que mantenían con Salinas de Gortari, la cual había iniciado desde 1976 al comienzo de la lucha por la tierra en Batopilas, y no con su candidatura presidencial.
Además de la siembra de alimentos y forrajes, los batopilenses atendían una granja de pollos, un establo de vacas lecheras y acariciaban el proyecto de crear una carpintería y una fábrica de ropa para darle empleo a las mujeres del ejido. Batopilas tenía una dotación de 425 hectáreas, supuestamente de riego, pero sólo sembraban 200 hectáreas por falta de agua.
Acompañado por los dirigentes del ejido recorrí Batopilas, reseñé la laboriosidad colectiva de los batopilenses, su organización productiva y sus deseos de progreso. Platiqué con los responsables de las agroindustrias y quedé convencido del orgullo que sienten los batopilenses por su esfuerzo y lucha colectiva.
Mi reportaje fue publicado en otros diarios en algunos estados de la república. En Excelsior se publicó precisamente cuando el Presidente Salinas visitaba Coahuila (21-23 de septiembre de 1989).
Aldegundo Garza de León
Entrevisté a Aldegundo Garza de León, “Don Avegundo” como le decía por su afición a coleccionar aves. Aldegundo había sido cazador de piezas grandes, le dieron un premio mundial por haber cazado un jaguar de gran tamaño que estaba entre su colección. Cuando vi disecado a aquel poderoso animal, le pregunté: ¿Qué sentiste cuando lo tuviste en la mira? “Respeto, me dijo, ese animal no tuvo miedo cuando me vio, sentí que despreciaba mi presencia”.
Visité su colección de aves en innumerables ocasiones y me convertí en difusor de su valioso tesoro. Alguna ocasión le presenté al periodista Alvarado, que tenía un programa dominical “Cosas de Alvarado” en la televisión regiomontana. Aldegundo fue invitado varias veces a su programa para hablar de las aves y de su colección, y lo acompañé en un par de ocasiones.
Desde El Sol del Norte había insistido que la colección de aves de Aldegundo Garza debía convertirse en un museo, incluso propuse un lugar para su instalación: donde había estado el Colegio de San Juan, posteriormente el Congreso del Estado y luego la Comisión Agraria Mixta y la Policía Judicial, es decir donde se encuentra ahora el Museo de las Aves.
En aquella entrevista, Aldegundo me regaló una frase: “Dios siempre perdona, el hombre a veces lo hace, pero la naturaleza nunca perdona”. Señaló que “La naturaleza es el más fiel exponente del equilibrio y la armonía”. “El hombre es el único que trastorna el estado de perfección natural”. “Epidemias como el Sida nunca se darán entre los animales”.
Aldegundo era renuente a dejarle al gobierno su querida colección de seres alados, y argumentaba: “Imagínate que un día a una señora importante le guste la arpía (águila de la selva alta del sureste mexicano que come monos) para adornar la sala de su casa, con seguridad se la regalan para quedar bien”. A principios del gobierno de Rogelio Montemayor, el Museo de las Aves se hizo realidad en el lugar que habíamos propuesto. Y Aldegundo continúa cuidando su tesoro como Presidente del Patronato del Museo de las Aves.
Desacuerdos empresariales
En julio las cúpulas empresariales de Saltillo, comandadas por los López del Bosque (propietarios del GIS) entraban en desavenencias con el gobernador Mendoza Berrueto. Los motivos del desencuentro fueron: 1.- La negativa de EMB de decretar por segunda ocasión el horario de verano. 2.- El problema interno que surgió en la Universidad Autónoma del Noreste (UANE), cuando la unidad Torreón de esa Universidad decidió separarse para crear la Universidad Autónoma de La Laguna y el Estado les dio el reconocimiento legal. 3.- El cumplimiento de lo dispuesto en la Ley Federal de Derechos, que incrementaba el pago de agua a los particulares que explotaban los mantos acuíferos. Todo esto fue considerado como una agresión gubernamental a los intereses empresariales.
Los desacuerdos entre EMB y los empresarios saltillenses contaminaron sus relaciones políticas, sobre todo porque Mendoza Berrueto era visto como un político del establo de los López del Bosque, quienes entonces eran los modernos hacendados de Saltillo.
En la política nacional dos cuestiones acaparaban la atención: La renegociación de la deuda externa y la presión que estaba ejerciendo la jerarquía católica (cardenales, obispos y arzobispos) para que se reformara el Artículo 130 de la Constitución, a fin de que el gobierno reconociera la actividad política de los sacerdotes.
Los jerarcas católicos, aprovechando una próxima visita a México del papa Juan Pablo II, presionaban al gobierno salinista, encabezados por el tristemente célebre delegado del Vaticano, Jerónimo Prigione. Otra vez, el Secretario de Gobernación, Fernando Gutiérrez Barrios, contestó por órdenes presidenciales: “El Artículo 130 constitucional no se modificará”.
En agosto, la CNC renovó su dirigencia nacional. Maximino Silerio Esparza se hizo cargo de la Secretaría General, y Hugo Andrés Araujo se convertiría en Secretario de Organización, segundo cargo de importancia en la Confederación Nacional Campesina. Hugo Andrés esperaría dos años más para dirigir la CNC, aunque de facto era el dirigente.
Para estas fechas, el Plan Nueva Laguna que ni siquiera existía, era la panacea de los comunicólogos que hablaban sin conocimiento de causa. El proyecto del Plan Nueva Laguna lo había hecho Salinas de Gortari en forma de convocatoria, para que fueran los propios laguneros los que se involucraran en el estudio de sus problemas e hicieran propuestas para resolverlos, de tal forma que diseñaran un nuevo modelo económico que reconstruyera la Región Lagunera y asegurara el bienestar de sus habitantes. En esa etapa estaba el plan y ya todos esperaban las grandes inversiones del gobierno federal.
A mitad de agosto, Mendoza Berrueto relevó de la Secretaría Particular al “Poder tras el trono”, Roberto Orozco Melo, y en sustitución nombró a Raúl Felipe Garza Serna. Salvo Francisco Navarro Montenegro y Jaime Martínez Veloz, a nadie más escuché que lamentaran el despido de Orozco Melo, al contrario, la mayoría lo festejó.
En agosto entrevisté al Coordinador de la Unidad Torreón de la UAC, Salvador Hernández Vélez. En ese momento, Salvador estaba enfrascado en desterrar el porrismo de la Unidad torreonense.
En la entrevista, Hernández Vélez puso énfasis en los asuntos de su Región: “El Plan Nueva Laguna debe ser el que elaboren los propios laguneros”. “Se deben combatir los problemas fundamentales: el del agua y el de la corrupción”. “No creo que la creación del Estado de La Laguna solucione los problemas de la Región”. “El Presidente concertará acciones con los grupos sociales sin intermediarios”.
Pero a pesar de la claridad con que se exponían los planes del salinismo gobernante, ningún político coahuilense se interesaba por analizarlas. Lo aldeano les impedía ver que para bien o para mal, el salinismo cambiaría a México. En Coahuila, los medios de comunicación insistían -como lo han hecho siempre- en criticar al Presidente en turno y en halagar hasta la saciedad al gobernador en funciones. Esa práctica se hace en todo el país, por eso los gobernadores son los caciques de su Estado mientras gobiernan.
En Saltillo el Centro Histórico cobraba notoriedad con la ocurrencia de Mendoza Berrueto de crear la Plaza Tlaxcalteca, precisamente atrás de Palacio de Gobierno. Para realizar su “magna obra”, Eliseo se gastó tres millones de pesos, para expropiar los negocios que había en ese lugar. Y luego gastaría otra millonaria cantidad en construir el estacionamiento subterráneo del Palacio de Gobierno, cuya Plaza Tlaxcalteca le sirve de techo y adorno.
Para entonces, Elba Esther Gordillo Morales comenzaba a ser nombrada en la política nacional. En los primeros meses de su primer año de gobierno, Salinas de Gortari había retirado de la dirección nacional del SNTE a Carlos Jonguitud Barrios, líder de la Vanguardia Revolucionaria del Magisterio y quien había llegado al liderazgo de los trabajadores de la educación a través de expulsar violentamente de la dirección sindical a otro de sus iguales: Manuel Sánchez Vite.
Para sacar a Jonguitud de la dirigencia del SNTE, Salinas no requirió hacer uso de la fuerza, pues luego del encarcelamiento de Joaquín Hernández Galicia “La Quina” y de otros ambiciosos como el financiero Legorreta, el resto de los dirigentes sindicales optaron por hacerle caso a los deseos presidenciales sin socarronerías.
A decir verdad, supe de Elba Esther Gordillo gracias al profesor Valentín Martínez Huerta, quien a finales de agosto nos puso al tanto sobre su biografía: “Luego de la muerte de su marido, Elba Esther desorientada y sin saber qué hacer, se entronizó en los acalorados debates políticos con los maestros rurales de Chiapas. Se metió en círculos trotskistas y en su trabajo como maestra en Netzahualcóyotl, Estado de México, empezó a afilar sus uñas como luchadora sindical. Según la leyenda, un día Jongitud Barrios cansado de oír a la aguerrida y agresiva dirigente magisterial, ordenó: tráiganme a esa pinche flaca, y con una plática en privado y unas palmadas convirtieron a la disidente fémina en aliada incondicional, y hasta circuló el rumor que la hizo su amante”. Hasta aquí el profe Valentín Martínez Huerta.
El 21 de septiembre de 1989 en Saltillo, cuando apareció publicado en Excelsior mi reportaje sobre Batopilas, el Presidente Salinas presidió un acto de colonos organizado por el Director del Programa Estatal “Vivamos Mejor”, Jaime Martínez Veloz, la mayoría de los acarreados al evento “priista” eran del Partido del Frente Cardenista, que 15 meses antes habían votado por Cuauhtémoc Cárdenas y habían festejado la agresión que le hicieron en San Pedro de las Colonias al entonces candidato presidencial Salinas de Gortari.
Pero estos eran otros tiempos, hacía pocos días Navarro Montenegro había encontrado las justas palabras para pedirle perdón al Presidente Salinas, luego de que Jacobo Zabludowski lo denunciara en su noticiero “24 Horas” como el agresor de Salinas en La Laguna. Por su parte, Martínez Veloz era parte del gabinete de EMB, y aprovechando su posición se había ligado a Carlos Rojas Gutiérrez, quien desde entonces se convirtió en uno de sus protectores y mecenas.
En el acto organizado por Martínez Veloz y Navarro Montenegro, las masas acarreadas del PRI brillaron por su ausencia, sólo las lideresas priistas estuvieron presentes seguramente para no perder sus canonjías. El Fraccionamiento San José, se llenó de banderas rojas, pero les prohibieron llevar logotipos que identificaran a partidos. Los cardenistas se quedaron afónicos de tantas porras y vivas que le lanzaron a Salinas de Gortari, pero era sólo politiquería para obtener dádivas del gobierno.
El Presidente del PRI estatal, Arturo Berrueto González, no asistió al evento donde el Presidente priista era vitoreado por los cardenistas. Esto anunciaba que para Arturo Berrueto el ciclo había terminado, ya no sería el cogobernador ni el más influyente consejero con su primo Eliseo Mendoza, quien ya para ese entonces tenía a otros mucho más jóvenes que cogobernarían el Estado con él.
Por su parte, Salinas de Gortari impulsó en Coahuila a tres personajes para que operaran sus proyectos regionalmente: a Rogelio Montemayor en Piedras Negras, la región de los cinco manantiales, la zona centro y el sureste del Estado; a Hugo Andrés Araujo en La Laguna y a Evaristo Pérez Arreola en el municipio de Acuña.
(Continuará).
Otra vez AHMSA…