“Las injusticias se deben hacer todas a la vez a fin de que, por probarlas menos, hagan menos daño, mientras que los favores deben hacerse poco a poco con el objetivo de que se aprecien mejor”.
Maquiavelo.
“La sabiduría es un adorno en la prosperidad y un refugio en la adversidad”.
Aristóteles.
Jorge Arturo Estrada García.
Para bien o para mal. Las decisiones de los gobernantes marcan a generaciones enteras. En muchos casos estas decisiones aportan calidad de vida, en otras se convierten en amplios abismos que impiden el progreso de los ciudadanos y casi los condenan a la pobreza. En el caso de nuestro país, son pocos los casos de los gobernantes que han acertado al implementar sus políticas públicas. La sabiduría, no es una cualidad frecuente.
Repetidamente, las decisiones más fuertes han surgido cuando los funcionarios ya están agobiados por las crisis, que les estallan en las manos por la falta de visión. Otras, se toman como parte de los ajustes de cuentas y para saciar rencores. Muchas veces, las élites que los apoyaron en sus ascensos al poder reclaman decisiones que los favorezcan en sus negocios. Así, los mexicanos tenemos 200 años de historia difícil o desastrosa, ya como país. En el 2020, más de la mitad de los ciudadanos son pobres.
Llegaremos al final de este año en la cúspide de una serie de problemas de proporciones incalculables. Al hacer el balance de la actuación de nuestros liderazgos, nacionales y locales, los actuales gobernantes, de todos los niveles, serán analizados y juzgados con lupa a la hora de escribir la historia de la gran pandemia del 2020.
En México vivimos en la época del “sálvese el que pueda”. Ya estamos autorizados a salir a las calles a buscarnos la vida y también para encontrar la muerte. Los mexicanos somos casi desechables, lo importante es que los que ganan dinero sigan ganando más, que no se interrumpa su flujo de caja para que lo que se derrame, le caiga a los asalariados para que alimenten a sus familias y a los gobiernos vía impuestos.
Luego de largos meses de asedio viral no tenemos más hospitales nuevos y modernos, para atender de las enfermedades tradicionales a los achacosos mexicanos tan propensos a morirse, como nos describe el Doctor de la Pandemia, Hugo López Gatell.
En México el índice de letalidad por contagio de Covid es el más alto del mundo. Los trabajadores de la salud de nuestro país son los que más han muerto durante la atención a la pandemia. Ya solamente tres países, con poblaciones mucho más grandes: Estados Unidos, Brasil y la India acumulan más muertos. Fracasamos en la atención durante la primera oleada, no aprendimos de los países a los que la enfermedad azotó meses antes y podíamos observarlos en tiempo real en este mundo hipercomunicado.
Ante la pandemia, nuestros gobernantes no aprendieron o no quisieron hacerlo. Algunos, lo tomaron con escepticismo, soberbia y frivolidad, unos cuentos lo tomaron muy en serio y le dedicaron gran parte de su tiempo a su atención.
México es mágico, el epidemiólogo se volvió político, palero del presidente de la república y también, un feroz orador antineoliberal. López Gatell, se convirtió en el personaje revelación de esta historia. Su fracaso durante el primer latigazo de la enfermedad es enorme y quedó registrado. Falta ver cómo terminan las cosas.
El presidente Andrés Manuel López Obrador ha dedicado más tiempo y recursos para aplastar a sus adversarios, que en cualquier otro asunto. Con ataques sistemáticos, ha dañado a los empresarios, medios, periodistas, políticos opositores, partidos y hasta a los expresidentes; de uno por uno y en montón. Pronto, tendrá a los exmandatarios en la picota popular para que reciban el merecido castigo de los más pobres y de los más resentidos.
Los megaproyectos sureños del primer mandatario no se han detenido ni un instante a lo largo del año. Primero los hospitales y personal de salud se quedaron sin equipo de protección y los enfermos sin medicinas, que la refinería de Dos Bocas, el aeropuerto Felipe Ángeles y el Tren Maya, sin materiales de construcción y operarios.
Los programas sociales personales del presidente llevan mano en los presupuestos. Para hospitales y medicinas con rifas y subastas se consiguen y se les envían algunos extras. A los Ninis, a los que siembran árboles y a los adultos mayores y demás becados no les faltará su apoyo mensual o bimestral. Esa sí es inversión, lo demás no es prioritario. La 4T debe completarse, no se permiten interferencias ni desviaciones. Lo bueno de tener muchos pobres es que necesitan las dádivas para completar el gasto, sería esa la óptica.
El presidente necesita los votos de su base social, de su voto duro. Al que le exige fe ciega. No necesita que piensen; es más, le molesta que lo hagan. No le importa su partido, lo prefiere con las tribus enfrentadas, que nadie crezca, que nadie le dispute liderazgos.
Su ADN de dinosaurio tricolor le dicta que sus aliados deben ser chaparros y obedientes; y que sus adversarios deben ser demolidos, atacados, dañados, desprestigiados, atemorizados, mediatizados o aplastados. Él quiere ser el único gobernante con dinero público de sobra para el año electoral 2021.
Sistemáticamente reta a los opositores a que se manifiesten para que saquen la cabeza y se las corten, con la guillotina popular o con la Unidad de Inteligencia Financiera. Andrés Manuel declaró abierta la temporada electoral hacia junio del 2021, es temporada de caza.
Un grupo de 10 gobernadores se han unido para intentar evitar los enormes recortes presupuestales que ha planteado el presidente de la república, los mandatarios norestenses hicieron punta en este frente. Miguel Riquelme, Jaime Rodríguez y Francisco García Cabeza de Vaca iniciaron el movimiento y otros siete ya se les unieron. Exigen un nuevo pacto fiscal con mayores recursos para atender las crisis económicas y de salud que agobian a sus estados. Que se haga un reparto más justo de los dineros que se captan.
El estira y afloja persiste, pero lo cierto es que desaparecen los fideicomisos de los que se desprendían los apoyos extras que permitían realizar obra pública y acciones estratégicas y urgentes en las entidades federativas y municipios. Ese dinero irá a parar a las arcas del gobierno federal directamente.
Riquelme ha dedicado mucho tiempo y recursos para atender la epidemia en el estado, también en buscar recursos para Coahuila. La alianza de gobernadores federalistas no pretende vencer al poderoso presidente, solamente busca que no se les reduzcan tan drásticamente los presupuestos y que se apoye en la construcción de obras y programas estratégicos.
En Coahuila, las tareas para el gobierno estatal son complicadas ya que además de fortalecer el sistema de salud, es muy importante recuperar lo más pronto posible la competitividad para la atracción de inversiones en todas las regiones de la entidad. El gobierno federal ha permanecido indiferente a estas urgencias locales. Incluso, se ha empeñado en desestabilizar esas desgastadas economías con restricciones a los negocios de los políticos-empresarios tradicionales de por allá.
En la Región Centro, el presidente decidió acabar con el cacicazgo de Alonso Ancira y su acerera. Quiere extraditar, y encarcelar en México, al empresario, que venda la siderúrgica y que le devuelva 200 millones de dólares. No importa si en este proceso se lleva entre las patas la precaria estabilidad de la zona y el agrupamiento industrial que aporta los miles de empleos que la sustentan.
Para la Región Norte ya se decretó que el carbón se comprará a cuentagotas, a las minas de AHMSA ya les cancelaron los contratos; y al resto de los mineros, grandes y medianos ya los castigaron por sus negocios cuestionables con la CFE, en los que, durante muchos años, el tráfico de dinero e influencias les generaron grandes fortunas. Hasta Javier Villarreal Hernández y el organismo gubernamental estatal se llenaron las bolsas en sexenios pasados. La explotación de carbón para generar electricidad estará prohibida a partir de 2029 según los tratados internacionales.
En La Laguna, la federación paró en seco el proyecto metropolitano de Metrobús Torreón-Gómez Palacio. A mano alzada, los morenistas acarreados a un mitin, votaron por la solución del problema del agua y no por el del transporte. El planteamiento de López Obrador fue claro: o uno u otro. No las dos cosas.
Eduardo Tricio, sus socios y LaLa, finalmente, cedieron algo de agua de sus permisos de extracción, acumulados durante décadas, comprándolos a los fracasados ejidatarios beneficiarios de la expropiación cardenista de 1936. El presidente, sostiene que las cuencas lecheras deben estar en lugares de agua abundantes, no en el semidesierto coahuilense. Sobre aviso no hay engaño.
El negocio lechero se volvió tan intensivo que dejó a los laguneros sin agua potable para subsistir. Se instalaron filtros antiarsénico en los tanques de distribución y en tomas domiciliarias, pero el problema nunca se atendió de fondo, hasta ahora. Se construirá un acueducto, con planta potabilizadora, que conduzca el vital líquido desde la presa Lázaro Cárdenas hasta las ciudades de la región. Urge cambiar la vocación económica también, el clúster agroalimentario está agotado.
En la región Sureste, la federación no modernizará el sistema de autopistas Monterrey-Saltillo, que colapsa cotidianamente arruinando el Just in Time en el importante clúster automotriz y de autopartes. La carretera México-San Luis-Querétaro y Ciudad de México colapsa frecuentemente, en el tramo de Los Chorros, cortando el otro eje autopartero que va desde Matamoros, Tamaulipas hasta el Bajío y luego la capital del país. Los criterios de los inversionistas se modifican ante incidentes que los hagan perder dinero. La logística se ha convertido en un talón de Aquiles. La autopista a Zacatecas tampoco será terminada, la competitividad del “Motor Económico de Coahuila” se va reduciendo. El papel del alcalde Manolo Jiménez, en estos meses, se ha limitado a posar para las fotos con un cubrebocas con el logo de su administración y eventualmente dar alguna declaración antiAMLO.
Así, el gobierno federal, en la carbonífera castigó a los políticos mineros que hacían negocios con los gobiernos anteriores. En Monclova, castiga al dueño de la acerera que era mecenas de proyectos políticos de todos los tamaños y que ganaba muchos millones de dólares en negocios con el poder. En la comarca, el acaparamiento del agua y los permisos por parte de los empresarios políticos llevó los daños al extremo y llegó la sanción luego de la torcida de brazos federal. Saltillo, al parecer no le interesa y ni siquiera la incluye en sus giras ni en sus apoyos.
El presidente, ha atendido a su modo los problemas regionales. Está tratando de sacar del negocio político a algunos miembros de su lista negra. Sus acciones tratan de destruir élites económico-políticas dominantes. Sin embargo, no aporta los recursos y las acciones indispensables para sustituir los clústers económicos que se van destruyendo. La peor parte la llevarán los más vulnerables. Serán miles los desempleados en medio de la peor crisis de la historia de México, como país. Esas decisiones fabricarían más pobres, como siempre.
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