Mitos y personajes mitológicos

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José C. Serrano Cuevas.

El doctor Enrique Federico Florescano Mayet, prolífico historiador mexicano, estudió la licenciatura en esa disciplina en la Universidad Veracruzana (UV), los estudios de maestría los cursó en El Colegio de México (Colmex) y el doctorado en la École Pratique des Autes Études de París, Francia.

Enrique Federico Florescano Mayet

En octubre de 1995 terminó de imprimirse el libro Mitos mexicanos, bajo el sello editorial Aguilar Nuevo Siglo. El coordinador de la obra fue el doctor Florescano, quien contó con la colaboración de 40 pensadores.

En la cuarta de forros del texto se puede leer: «El mito es una de las expresiones de la mentalidad coletiva. Manifiesta las aspiraciones más recónditas de los seres humanos, y transmite, por ejemplo, temores compartidos, o construye seres legendarios, héroes o villanos, y los convierte en personajes mitológicos».

México está poblado de mitos. El mito goza de gran popularidad, atraviesa todos los sectores sociales y se difunde por los medios más variados. Camina envuelto en mensajes políticos, religiosos e ideológicos que tienen una resonancia colectiva. Los mitos ponen en circulación concepciones del mundo profundamente arraigadas en el imaginario colectivo.

En contraste con la Historia, que se refiere a hechos verdaderamente ocurridos, el contenido del mito puede ser un acontecimiento real o imaginario, o un episodio que nunca ocurrió, pero que muchos piensan que efectivamente tuvo lugar. La verdad del mito no está en su contenido, sino en el hecho de ser una creencia aceptada por varios sectores sociales. Es una creencia social compartida, no una verdad sujeta a verificación. Su validez y eficacia residen en su credibilidad.

En el libro de 315 páginas desfilan mitos como: El político, El tapado, La izquierda, La derecha en México, El PRI, La nación y sus símbolos, Quetzalcóatl, La Malinche, La Virgen de Guadalupe, El pueblo, El ciudadano, La televisión, El licenciado, El indigenista, El narcotraficante.

A la lista enunciada le falta un mito extraordinariamente efectivo: el Ejército Mexicano. Las Fuerzas Armadas de México se diferencian de las de otros países de la región por su composición popular y su tradicional subordinación al poder político. Eso, al menos, en lo que sostiene el mito. Si se mira con más atención se descubre que los militares mexicanos han expandido sus funciones a la lucha contra el narcotráfico y otras cuestiones de seguridad interna, lo cual los expone a la corrupción y les impide desarrollar adecuadamente su misión fundamental de defensa nacional.

Actualmente, en el imaginario colectivo mexicano, las Fuerzas Armadas cuentan con una amplia aceptación, la imagen positiva de los militares oscila entre el 60 y 70 por ciento.

Además de la buena imagen, ha logrado sobrevivir la sensación de un Ejército Popular, lo cual es desmentido por una realidad institucional que reproduce en su seno abismales diferencias sociales: Existen en México dos ejércitos: el de los privilegiados (una minoría encarnada en los mandos superiores) cuyos salarios superan con mucho a los que perciben los subordinados (subalternos y tropa): 107 mil 133 pesos contra 11 mil 904 pesos.

La detención del general en retiro y ex secretario de la Defensa Nacional, Salvador Cienfuegos Zepeda, no es fortuita, sino un eslabón más de la cadena de ilícitos imputados a varios mandos de élite de las Fuerzas Armadas de México. A El Padrino, como se le conoce en el submundo del narcotráfico le antecedieron los generales José de Jesús Gutiérrez Rebollo, Humberto Quiroz Hermosillo y Mario Arturo Acosta Chaparro, los tres vinculados al Cártel de Juárez.

Sin adelantar vísperas, el ciudadano Cienfuegos Zepeda habrá de recibir una resolución judicial absolutoria o condenatoria, según el criterio del juzgador norteamericano en turno. ¿Sobrevivirá el mito?