Simón Álvarez Franco.
Al escribir el presente artículo lo hice con la intención de describir y justificar el arraigo que tiene en La Laguna y parte norteña de nuestro país la devoción a un personaje local desde hace 180 años. La antigüedad de este hecho y basado en hechos históricos, nos impide conocer con justicia lo sucedido, ya que impera la transmisión oral de los hechos por su misma vejez, por lo cual me basé relativamente en escritos, pláticas y comentarios recientes.
Lo anterior y en beneficio del espacio para su publicación me llevaron a basarme en literatura, charlas e informes actualizados. Así mismo pido disculpas a quienes con sus artículos y publicaciones que me permitieron utilizar, algunos con permiso oral, otros con su conformidad en entrevistas realizadas por internet y algún otro de quien no obtuve su autorización por la dificultad en localizarlos. A todos ellos expreso mi agradecimiento y también explico que de los artículos escritos me permití omitir parcialmente algunos conceptos que por otra parte son reiterativos en otros de los materiales utilizados y que aquí presento hoy.
EL SANTO NIÑO DEL TONGO
Maestra Silvia Castro Zavala
Las recientes fiestas navideñas y la ya cercana fiesta de la Candelaria, me llevaron a iniciar un trabajo largamente postergado, la búsqueda de referencias sobre el Santo Niño del Tongo, devoción netamente lagunera. En nuestro país, existe una gran devoción popular por varias figuras del Niño Jesús; entre las más conocidas están las del Santo Niño de Atocha, imagen venerada en Plateros, Zacatecas.
Toda vez que se trata de leyendas urbanas y rurales lo dicho sobre este tema es a través de terceras personas, la información se contradice constantemente y se deforma. Todo ello hace necesario la búsqueda de fuentes escritas, que no tuve la ocasión de encontrar en esta ocasión.
Inicié mi búsqueda en la hemeroteca de El Siglo de Torreón. Las primeras referencias al Niño del Tongo que encontré en sus páginas fueron en la columna Instantáneas al Vuelo, que con el seudónimo de Spivis, escribió desde 1939, Emigdio R. Gallardo; la primera de ellas es de 1941. En ninguna de las cuatro referencias que en distintos momentos hizo, nos dejó información sobre la historia de la imagen.
El último día del año de 1944, José de la Parra, articulista del diario, hizo una visita a la imagen. La encontró en una casona de Lerdo donde la señora Paula de Esparza, resguardaba al Santo Niño, en una pequeña habitación. Ésta era la capilla del Niño y a pesar de ser un domicilio particular se permitía el acceso de visitantes y devotos.
Según le comentaron a De la Parra, el Santo Niño se ausentaba por días para visitar a quienes lo necesitaban y cuando regresaba a su casa. Doña Paula se veía en la necesidad de cambiar su ropa, que en algunos casos venía desgarrada y cambiar sus huarachitos, llenos de lodo. Esta característica del Niño del Tongo de ser peregrino lo comparte con el Santo Niño de Atocha.
Una pequeña nota de sociales, publicada a principios de 1958, invitaba a la ceremonia que se celebraría el día 6 de enero, festividad de la imagen y que incluía el cántico de Las Mañanitas por parte de los fieles. Para ese momento la imagen ya había sido donad al Templo del Sagrado Corazón de Jesús de Ciudad Lerdo donde se encuentra desde entonces.
En la pequeña nota de sociales se asegura que dicha devoción viene desde tiempos de la Colonia. Pero según veremos un poco más adelante, la “aparición” de la imagen se dio hacia 1840, según atestiguan miembros de la familia de la persona elegida para custodiarla. En el libro de Jaime Soto Castro Apuntes Históricos de Cd. Lerdo, Dgo. 1594-1910, se apunta que la devoción al Santo Niño tuvo un rápido desarrollo “provocando … largas y penosas procesiones de todos los pueblos, de todas partes del México de ayer hacia el rancho de San Fernando”, hoy Ciudad Lerdo. Esta aseveración nos permite pensar que estamos ante una devoción popular que pareciera ir en declive.
El Dr. Manuel Terán Lira en una de sus columnas publicada en 1981, recuerda que en sus visitas a Lerdo lo llevaban a visitar al Niño en una casa de la cual ya no recuerda la ubicación. El lugar se encontraba lleno de “retablos, recuerdos y agradecimientos”. Terán Lira establece que el nombre de Tongo le viene del poblado duranguense que quedó sepultado por las aguas de la presa Francisco Zarco. Aunque él no lo aclara podemos deducir que doña Paulita le narró la forma en que la imagen llegó a su poder; a saber, que un ranchero se la había dejado en custodia mientras él hacía algunas diligencias y que nunca regresó a recogerla. Sus vecinas le regalaron ropita, mandaron a hacerle un sombrero de oro y la resguardaron bajo la cúpula de cristal de un reloj.
La población a la que se refiere Terán Lira es el de una congregación del Estado de Durango llamada San Pedro del Tongo, perteneciente al municipio de Nazas. Las primeras noticias que se encuentran sobre esta población sobre sobre el movimiento agrarista que en 1924 agitó dicha zona duranguense, junto con Cruces y Paso Nacional. San Pedro del Tongo casi desapareció en 1968 al ser cubierto por las aguas de la presa. Sobrevive un pequeño caserío en el borde de tal presa.
A la llegada de unos misioneros españoles que no estuvieron de acuerdo en que aquella veneración se hiciera fuera de la jurisdicción de la iglesia terminó con aquella situación ya que recogieron la imagen. Durante la Revolución, un empleado municipal, temiendo que la imagen fuera víctima de los saqueos que se dieron durante el movimiento revolucionario, se la llevó a su casa, ubicada por la calle Abasolo. Su hermana Tomasita le improvisó una capilla hasta donde llegaban toda clase de fieles a solicitar su favor o a agradecer su intervención.
Cuando Tomasita sintió cercana la muerte, entregó la imagen al presbítero Manuel Mireles, quien después fue obispo auxiliar de la arquidiócesis de Durango. Desde entonces se encuentra en el templo del Sagrado Corazón de Jesús , frente a la plaza de Lerdo, en una capilla anexa al lado izquierdo del templo. En este relato el nombre de la persona que tuvo a su cargo la custodia de la imagen, Tomasita, no concuerda con el nombre de la persona con la que habló de la Parra en 1944, Paulita.
La devoción al Santo Niño del Tongo debe haber estado muy extendida al principiar el siglo XX. Diversas fuentes relatan el hecho de que en muchos casos los revolucionarios llevaban en las copas de sus sombreros estampas piadosas que los protegieran durante el combate, según afirmó Francisco L. Urquizo en su libro Recuerdo que . . . Entre ellas estaban las de la Virgen de Guadalupe, el Señor de la Misericordia y el Santo Niño del Tongo, según el periódico Diógenes del16 de julio de 1911 cuando relató la verdad sobre los asesinatos de chinos en Torreón, según consigna Juan Puig en su libro Entre el río Perla y el Nazas.
En una búsqueda en internet encontré que el sitio de subastas de objetos de arte y antigüedades invaluables (http:/www.invaluable.com/auction-lot/exvoto-en-devocion-al-santo-nino-del-tongo.-mexic-108-c-c1e8896ce8) subastó un exvoto en devoción al Santo Niño del Tongo. El óleo, sobre lámina de zinc, está firmado por Severo Santillán en 1922. En la descripción de exvoto se habla de tres objetos dedicados a la devoción del Santo Niño. En la imagen el Niño lleva en una mano un guaje y en la otra un pequeño bastón, sombrero, túnica y capa, y es iconográficamente muy parecida al Santo Niño de Atocha.
En una visita al Templo del Sagrado Corazón de Jesús de la Ciudad Jardín, fui muy amablemente atendida por la Srta. Laura Martínez en las oficinas de la parroquia. Me obsequió un ejemplar de un texto sobre el Santo Niño del Tongo de la autoría de María del Socorro Reyes de Escobedo. El pequeño libro es una “narración de la devoción y tradición del Venerado Santo Niño del Tongo de Ciudad Lerdo, Dgo.”
La imagen se encuentra en una capilla anexa al lado izquierdo del templo. La capilla fue construida especialmente para el Santo Niño según se dio a conocer en las páginas de El Siglo y según lo consigna María del Socorro Reyes. La imagen es muy pequeña, no debe de pasar de los 30 centímetros. En ningún lugar encontré el material de que está hecha. El Niño se encuentra sentado, vestido de blanco y con un sombrero en la cabeza. Me fue imposible percibir los objetos que lleva en las manos debido a la gran altura en que se encuentra ubicada la imagen, aunque una posterior revisión de la fotografía permitió percibir que la imagen le faltan algunos dedos.
Al iniciar la lectura de la narración de María del Socorro Reyes caí en cuenta que ella es hermana de José Concepción Reyes Carrillo, autor del escrito aparecido en El Siglo en 1987 comentado anteriormente. Socorro relata la forma en que la imagen llegó a manos de Margarita Rojas, su tía abuela en 1840 y de como ella alentó la devoción popular designando un espacio de su casa como capilla en el entonces rancho de San Fernando y tanto en la narración de María del Socorro Reyes como en el libro de Soto Castro se consigna la versión de que en algún momento se hizo uso de otra imagen para sacarla a peregrinar y que es ésta la que se encuentra en el templo, mientras que la original se encuentra en posesión de una familia Lerdense.
El Santo Niño volvió a desaparecer en febrero de 2002, esta vez por poco tiempo y la imagen volvió misteriosamente a su sitio en julio de ese año.
La lectura del testimonio dejado por María del Socorro Reyes abre muchas puertas de investigación. Contrastar este testimonio contra otras fuentes permitiran en un futuro ahondar en la historia de esta devoción tan popular en nuestra región.
Nota: Santo Niño del Tongo, en la capilla en su honor en la Iglesia del Sagrado Corazón de Cd. Lerdo. En la mano derecha, trae ramo de flores, y nótese en la izquierda, la falta de algunos deditos, parte de su peregrinar.
EL MISTERIO DEL SANTO NIÑO DE TONGO
Leyenda de la Laguna.
Isis Rábago.
Lerdo, Dgo. Oct-12-18. Periódico Milenio Torreón
Se ha comentado que por las mañanas los zapatos del Santo amanecen manchados.
El Santo Niño del Tongo es una leyenda que da identidad a los lerdenses, su historia es tan estremecedora como atractiva para quienes no la han escuchado, pero una vez que lo hacen, terminan visitando su imagen resguardada en un altar al interior de la Iglesia del Sagrado Corazón de Jesús.
Aunque para los historiadores hay una que guarda un secreto aún más oscuro.
La leyenda se origina en 1840, cuando Margarita Rojas originaria de Lerdo, junto con un grupo de amigos, paseaba en un paraje de San Pedro del Tongo, Nazas Durango.
Al momento de regresar al en ese entonces Rancho de San Fernando, se encuentran a dos ancianos quienes les pidieron, cuidar un niño que se encontraba dormido envuelto en unas sábanas, porque debían salir de urgencia.
Las jóvenes aceptaron, sin embargo, la pareja nunca regresó y a la mañana siguiente al momento de pasar a retirarse acudieron con el niño y vieron que no era de carne y hueso sino sólido como de porcelana.
Se lo trajeron a Lerdo y se empieza a propagar la noticia entre toda la gente del Santo Niño del Tongo, el cual estaba en casa de Margarita Rojas donde lo veneraban en un altar al que acudía mucha gente, sobre todo los enfermos para que los “curase”, detalló don José Jesús Vargas Garza historiador oficial de Lerdo y quien ha estudiado el suceso.
De acuerdo a la historia original, en 1898 llegan unos padres católicos y los feligreses les informan sobre la existencia de este Niño, por lo cual deciden conocerlo, Margarita se opone a entregarlo, pero al final obedeciendo las leyes católicas, lo hace.
Aunque se dice que no entrega el original sino una réplica que había mandado a hacer, por miedo a que se lo quitaran durante las peregrinaciones, destacó Vargas Garza.
Debido a su desobediencia inicial, Margarita fue acreedora a una penitencia, la consistía en rezar Padres Nuestros y Aves María, mientras caminaba de ida y regreso al Panteón Municipal durante varios días, período en el que la gente empezó a rumorar que perdió la razón, pues al regresar del camposanto, lloraba y gritaba por su niño.
El historiador señala que desde ese momento, en la iglesia antes San Fernando Rey, ahora Sagrado Corazón de Jesús, se encuentra la réplica.
Pero los hechos más tenebrosos de la historia, surgen con los sucesos que han comentado los actuales dueños, quienes aseguran que a veces durante las mañanas, los zapatos del Santo Niño del Tongo, tienen fango o tierra, como si hubiera salido a recorrer la ciudad, lo cual ha asustado a más de un ciudadano.
Aunque en la iglesia del Sagrado Corazón de Jesús, no se encuentra la imagen original, de acuerdo con José Jesús Vargas, con el paso del tiempo los rumores se han extendido al grado de que la gente asegura que también sale de su altar durante las noches.
CONOCE LA HISTORIA DEL SANTO NIÑO DEL TONGO
Lucero Sánchez.
Marzo 23-19 Internet
Con más de 150 años de antigüedad, el Santo Niño del Tongo permanece en manos de la familia Reyes pasando de generación en generación, con una leyenda que forma parte de la identidad de los lerdenses.
La señora Margarita Reyes, recuerda la historia que por años les contaba su mamá y su abuela al tener en un altar la figura del niño con una hermosa sonrisa y una mirada que sentían que las seguía.
De acuerdo con la historia, en 1898 llegaron a Lerdo unos padres católicos y al conocer la historia del niño le piden a Margarita que lo entregue, pero hace una réplica y su familia se queda con el original. Ante la desobediencia de Margarita le fue impuesta una penitencia de usar ropajes humildes y rezar Padres Nuestros y Aves Marías mientras caminaba de ida y regreso al Panteón Municipal.
OPÚSCULO AL SANTO NIÑO DEL TONGO
María del Socorro Reyes de Escobedo.
Cd. Lerdo, Dgo. 13 de marzo de 2002
A sugerencia de mis hijos, y convencida de que debo plasmar en éstas páginas acontecimientos que nos han transmitidos nuestros padres, y como he pensado que nuestros hijos y nietos deben recordar lo sucedido años atrás, pues no hay nada escrito, lo que sabemos es por tradición oral, voy a narrarles lo que platicaban mi mamá y mi papá.
Mi mamá era la señora María Beatriz Carrillo Rojas y mi papá don Pánfilo Reyes Aguilar. Mi mamá era hija de don Martín Carrillo Muro y la Sra. Felipita Rojas, quien era sobrina de la señorita MARGARITA ROJAS, (recordar este nombre) a su vez hermana del Sr. JUAN PABLO ROJAS, papá de FELIPA ROJAS. En ese tiempo estudiábamos mecanografía en máquinas de escribir y escuchábamos canciones en radios de bulbos, los sábados eran días de puro juego, cuando era tiempo en que el agua corría por las acequias para regar las numerosas huertas, los álamos y pinabetes sombreaban las calles de la ciudad, ¡a bañarnos! Todos los chiquillos, hermanos, primos y vecinos de la manzana y el barrio, siendo favorecidos por la familia con dulces, panes o tortillas de harina que nos calmaban el hambre. Mis papás siempre generosos le daban de comer al hambriento y vestían al desnudo, o dando posada en su casa al que lo necesitara.
En las noches mi mamá se prestaba para platicar en familia, cuentos, de espantos de lo pasado en la revolución, y muchas anécdotas de su niñez. A nosotros nos gustaba que nos platicara de la tía Margarita a quien le decían la Llorona, porque decían que a veces, en noche pedía una carroza negra que la llevaran al panteón de Lerdo, en las orillas de la ciudad y volvía a pie llorando por sus hijos. Vemos aquí que la leyenda no es privativa de ninguna región de nuestro país sino que en muchos lugares se habla de La Llorona.
¿Por qué este interés? Porque a ella le había pasado algo extraordinario. Nos contaba mi mamá que un día invitaron a Margarita a un paseo por Nazas, Dgo. El viaje era en carros o diligencias, burros o caballos, pues ni carreteras había y se iban por el Camino Real, de tierra y piedras, camino que salía por detrás del panteón, y en San Isidro había una Posta que era en donde les daban de comer y beber, tanto a ellos como a los animales, al llegar a Nazas, pusieron campamento, ya descansados, se pusieron a jugar las señoritas y los niños y jóvenes, siempre vigilados por los adultos, cuando de pronto vieron llegar a una pareja con un niño recién nacido, y dirigiéndose a Margarita, le pidieron que le iban a encargar a su hijito, que por favor se los cuidaran, ella aceptó con mucho gusto, pues le pareció que estaba haciendo mucho sol, y como dijesen los señores que no se tardaban, que iban a un mandado cerquita, pues le dio lástima que el bebé se les fuera a enfermar.
Hablamos de 1840, los alrededores de la entonces Villa Lerdo o Hacienda de San Fernando eran rústicos y con maravillosos paisajes, frondas verdes en las casas y calles de a población y en los alrededores fauna de venados, gatos monteses, tigrillos, liebres y otros incontables pajarillos de toda clase y hermosas flores desde las de palma o yucas hasta las aristocráticas buganvilias.
Toda la región pertenecía al latifundista don Juan Nepomuceno Flores de quien se cuenta era el mayor propietario de tierras en el país, sin embargo, debemos reconocer el buen uso que hizo para desarrollar el riego y la agricultura en sus propiedades. Así las cosas, en la época de nuestra historia Los ríos Nazas, Aguanaval y sus afluentes corrían libremente hacia las lagunas que todavía existían en la comarca, todavía no existían las presas del Palmito ni la Zarco. Así que mi tía Margarita por ser recién llegada a nuestra familia, era invitada frecuentemente a que conociera el entorno de la población.
Cuentan que por 1840 siendo todavía el Rancho de San Fernando de la Laguna, mi bisabuelo Juan Pablo Rojas era dueño de una manzana ubicada en la calle Cororonado entre Allende y Progreso, con dos hijos tenía hermana llamada MARGARITA de 18 años, bonito físico y muy piadosa, de solvencia económica, vestía elegantemente se adornaba con joyas de oro, siendo muy apreciada entre las familias y sus muchas amistades.
Esta tía MARGARITA fue la que aceptó al Niño y nos narra: Pasan las horas, se hace de noche y nada, que los señores no regresan, el sol ya se metió. Margarita preocupada le da de comer al niñito, o envuelve, y lo acomoda y lo acuesta, en la mañana los señores preocupados, deciden ir a buscarlos, recorren los alrededores, y nadie les da razón, regresan con la noticia, ya para entonces, Margarita preocupada, decide ver al niño, porque ya se va haciendo tarde y el bebé, nada, que no llora, y al descobijarlo en lugar de un niño vivo, se encuentran al niño JESUS como se encuentra en la actualidad, algo extraordinario, y sorprendidos, gritan llenos de alegría; ¡MILAGRO, MILAGRO! Es tuyo Margarita, porque a ti te lo dejaron.
El regreso fue de gozo, con las peripecias del camino. Se detenían a comer, debajo de un huizache o mezquite, a calentar gorditas que habían llevado de bastimento. En cada parada que hacían se deleitaban en contemplar al niñito y a encomendarse a Él, pues en esa época se encontraban indios y bandoleros, gracias a nuestro Padre Dios no les pasó nada.
Regreso a Lerdo con el niñito
Gran alboroto entre los vecinos y curiosidad por ver al niño que ya desde luego lo empezaron a llamar el SANTO NIÑO DEL TONGO, pues creemos que estaban cerca de un rancho que se llamaba San Pedro del Tongo. Corren los rumores del Niñito, comienza a desfilar la gente, MARGARITA lo acomoda en una mesita para que la gente lo vea y lo empiezan a venerar, con sencillez y devoción, le empiezan a pedir favores y peticiones, y el Niñito les va concediendo lo que le piden, y comienzan a llegar personas enfermas y con necesidad de hallar remedio a sus penas, y el Santo Niño, misericordioso y con Amor de Padre se apiada de ellos y les va concediendo, para su mayor gloria sus milagros. Los fieles a su vez le prometen traerle los “milagritos” como se les llama a las figuras de plata que representan los favores recibidos; manitas, piernas, brazos, según la enfermedad o petición concedida.
Para que se den cuenta del porqué llevarlo a una casa era porque no había aún sacerdotes en el poblado que se llamaba Hacienda de San Fernando, era Villa Lerdo, con cabecera de Partido en Mapimí, fue hasta 1875 que hubo una Capilla llamada de San Fernando hasta que en 1895 fue erigida en Parroquia, en tal año se empezó la construcción del templo y se bendijo en 1897 con el nombre de Parroquia del Sagrado Corazón de Jesús.
Margarita, compadecida de los enfermos, destinó una sala grande para dar techo a los enfermos, pues ellos insistían en quedarse y no irse hasta que se les concediera la gracia de su sanación, y con las ofrendas les da de comer y dispone a señoras que le ayuden en ese trabajo.
Van pasando los días y meses, llegan más personas, pues el Niño se hace famoso y como no había Capilla ni Templo, la gente le pide a Margarita que lo lleve a sus ranchos, es cuando empieza a peregrinar con el Niño, Sus recorridos son en carromatos o burros, a veces tarda hasta un mes o dos en regresar, y cuando lo hace viene acompañada de bastante gente, en el camino le ofrecen al Niño, chivas, becerros y gallinas, se da el caso de que algunos malhechores le dan algo del producto de sus fechorías, tal vez se arrepienten de haber cometido algún delito.
Dice mi mamá que mi abuelita le contaba que cuando venía de regreso, mandaba unos guías para que avisara que ya iba llegando y la gente al enterarse corrían a su encuentro.
Pero a la gente ya no le parecía que se fuera con el Niño y le reclamaban y pedían que ya no se lo llevara, ante estas peticiones y ante la imposibilidad de seguir cargando al Niño, pues ella padecía dificultades por la edad y con miedo que se le fuera a quebrar el Niñito, vio la manera de que le hiciesen una réplica del Niñito, y así fue que comenzó a llamarse el Santo Niño del Tongo Peregrino.
Llegada de los misioneros
Por esas fechas llegaron unos misioneros y al darse cuenta de la existencia de un Santo Niño que hacía milagros, visitaron a Margarita y la trataron de convencer, para que lo entregue a la capilla el niñito PEREGRINO, ignorando que existe el Niño original, pues MARGARITA lo esconde. Margarita era una señorita bien vestida y enjoyada, por lo que los misioneros la regañaron, le impusieron una penitencia demasiado severa; tendría que rezar un rosario todos los días, a las once de la noche, en el panteón, que ya desde entonces estaba en el mismo lugar de hoy en día, no había casas en San Isidro, el camino era terregoso e intransitable, la acompañaban algunos niños, uno de los cuales era Juan Pablo, primo hermano de su papá Juan Rojas, a su vez papá de Juan Rojas Lugo, a su vez primo hermano nuestro, lo cual dio mayor credibilidad a lo platicado por mi abuelita sobre los rosarios nocturnos diarios en el panteón. En el día de finados mi abuelita, mamá de mi papá, nos llevaba al panteón, desde las ocho de la mañana y todo el día ahí donde comíamos gorditas preparadas por mis tías.
Continúa narrando mi mamacita: En el camino cuando iba caminando MARGARITA rezaba el rosario al tiempo que gritaba: “me quitaron a mi niño, me quitaron a mi niño”, eran tantos sus lamentos y sus gritos que la gente empezó a murmurar que “por la calle al panteón existía una Llorona y no era otra que mi tía MARGARITA, era tanta su desesperación que al regresar a casa tenía los ojos hinchados que inmediatamente se lavaba con agua serenada porque dicen que con eso se alivia, pero quizá por eso fue perdiendo poco a poco la vista hasta quedar totalmente ciega.
Como para remachar su penitencia, los misioneros la obligaron a usar solamente una túnica de jerga, en la cintura un mecate y una corona de espinas, nos consta porque tenemos en la familia una foto donde aparece vestida así y colgada al pecho una imagen de latón con el Divino Rostro.
Creemos que la tía MARGARITA murió como de 90 años, fue la primera paciente internada en el Hospital Zarco, donde hoy es la Escuela Benito Juárez.
Primera desaparición del Niño del Tongo
Llega la revolución … hay soldados por todas partes … los diferentes bandos toman la ciudad alternativamente … los saqueos se multiplican, hasta el Salón Azul de la Presidencia Municipal es saqueado. Y como no faltan los acomedidos, quizá de buena fe, un señor de apellido Esparza, temiendo que la Capilla fuera devastada y como ya para entonces el SANTO NIÑO DEL TONGO se veneraba dentro de ella, va y lo carga hasta su casa, junto con el atuendo de milagritos que lo adornaba, así evitó que fuera profanado.
Terminó la “bola”, llegó la paz y tal vez el señor Esparza olvidó que lo tenía en su casa y no lo regresó a la iglesia, oportunidad que se le presenta a su hermana Tomasita Esparza para revisar la casa de su hermano ysacar al Niño a la veneración y dice que se le “apareció” dentro de un baúl, pero no lo regresó a la iglesia, ahí permaneció varios años. Se animó a la gente a venerarlo y se volvió a la costumbre anterior de visitarlo y pedirle favores.
En 1944 en vista de la avanzada edad del Cura de la Parroquia, el Arzobispo José María Valencia envió a ayudarlo a dos curas jóvenes, el Pbro. Manuel Campos y Filemón Olivas Núñez, no habiendo donde alojarlos pues la habitación Parroquial se terminó hasta 1967, mi papá Pánfilo Reyes aceptó recibirlos en nuestra casa con la consiguiente alegría de la familia y por el ejemplo por sus virtudes a petición del señor Cura Joaquín Holguín. Durante su estancia en casa, los sacerdotes se dieron cuenta de la existencia del Niño que teníamos en casa, así como del Niño peregrino que estaba en casa de Tomasita y que los curas de la Parroquia no habían reclamado. El padre Campos le comentó la historia al Sr. Arzobispo e inmediatamente le envió una carta a Tomasita pidiendo que lo devolviera a la Parroquia, ella se niega a devolverlo, pasan los meses y ella se enferma de gravedad, pide le lleven el Santo Viático, y el padre Campos vio la oportunidad de volver a pedirle que regrese el Santo Niño Peregrino a lo que dijo la señora: “que alguien de nuestra familia saque al Niñito por una puerta y él entrará por otra con el Viático”. Mi papá, fue por el Niñito y así fue el regreso del Santo Niño Peregrino a la Parroquia.
Pasan los años y llega el padre Manuel Vaquera, ahora en calidad de obispo de El Salto, Dgo., y se da cuenta que el Niñito no tenía Capilla, aún cuando la devoción hacia el Niño era muy grande y decide promover la construcción de la capilla, tramitando ante las autoridades municipales la donación de un terrenito contiguo a la Parroquia, ese año de 1960 se hicieron diversas actividades para recaudar fondos, construyéndose así un anexo a la Parroquia que es la capilla en que actualmente está el Santo Niño del Tongo.
Segunda desaparición del Santo Niño del Tongo
El 25 de febrero del 2002 fue un día triste . . . tiene un accidente el Párroco de León Guzmán P. Jorge Frausto Becerril, queda muy mal herido, está en terapia intensiva y al mismo tiempo nos avisan que desaparece el Santo Niño del Tongo, es lunes, celebra misa el P. José Martínez a las 7 a.m. como es costumbre, terminando la santa misa se va a su casa a almorzar como a las 8.30 a.m. y no regresa sino hasta las 10, revisa y se da cuenta que ya no está el Niñito, alguien lo sacó del lugar al que lo habían cambiado.
El motivo de haberlo cambiado de lugar, fue que el Sr. Cura Gerardo Triana de la Cruz, queriendo darle más honores a Nuestro Señor en la Eucaristía, pensó que en esta Capilla del Santo Niño del Tongo, se le diera el culto debido con toda reverencia en la Custodia y fue así que con todo respeto puso un barandal cerrado en una esquina de la Capilla, pero desgraciadamente al cambiar la urna de cristal o capelo en que se encontraba la Santa Imagen del Niñito, se les cayó, quebrándose estrepitosamente, quedando un tanto desprotegida.
Ya colocada la imagen en el lugar asignado, probablemente alguien vio la oportunidad de llevárselo. Inmediatamente me avisaron la desaparición del Niño y junto con el Sacristán fuimos a denunciar su desaparición ante el presidente Municipal, Luis Fernando González Achem y enseguida fuimos a la inspección de policía, a la Procuraduría, en todas estas oficinas nos atendieron con prontitud y eficiencia. Nuestro Cura Gerardo Triana de la Cruz sumamente preocupado, pidiendo a Nuestro Padre Dios fuerzas para afrontar lo acontecido. Pasan 15 días y nada que aparece. Se confirma la sospecha … se lo robaron.
El Santo Niño del Tongo al que decimos el original
A nuestro Niño del Tongo siempre se le hace una fiesta en Navidad, con un nacimiento muy grande, figuras grandes, árboles nevados y el 6 de enero se hacían tamales en abundancia, venían hasta cuatro y cinco pastorelas a cantarle, tenía sus padrinos que “levantaban” al Niñito, don Pedro Reyes Flores y su esposa María de Jesús Landeros, invitados eran muchos más los contingentes de las “pastorelas”, a todo mundo se le daba de cenar y su bolo hasta que a las dos o tres de la mañana ya de cansada, la familia se retiraba a descansar.
Mi mamá tenía la costumbre cada navidad de tejerle zapatitos al Niñito, porque se los acababa y se llenaban de paja y tierra, decían que porque de noche se salía el Niñito a hacer milagros lejos, hasta que mi mamá lo regaló a una Capilla del Seis de Enero, ahora Cd. Juárez, Dgo.
Regreso del Santo Niño Peregrino
El 8 de julio del 2002, regresaron al Niñito, a las cuatro de la tarde, en una revisión que hacía Fernando del Toro, le avisa al señor Cura, e inmediatamente me lo comunica, así como avisa al señor Presidente Municipal Luis F. Fernández Achém quien avisa a los medios de comunicación, los que difunden la noticia, llega gente a verlo y comprobar que es el mismo y el templo se cierra hasta muy tarde porque la gente no deja de llegar.
El misterio por la segunda y temporal desaparición del Niño sigue siendo eso, un misterio, ya que hasta la fecha no tenemos noticias fidedignas que haya sido resuelto por las autoridades, tanto Eclesiásticas como Policiacas o Civiles.
¡Y ahí está, esperándolo que usted, estimado lector, se acerque a visitarlo!
Agradecimientos:
El autor reconoce y agradece la amable ayuda recibida de:
Maestra Silvia Castro Zavala, directora del Museo de la Revolución en Torreón.
Lucero Sánchez. Internet
Dr. Manuel Terán Lira, diversas publicaciones
Lic. Isis Rábago, Periódico Milenio de Torreón. Coah.
Prof. Jesús Vargas Garza, Cronista oficial de Cd. Lerdo, Dgo.
Ma. Del Socorro Reyes de Escobedo (Descendiente de MARGARITA, Cd. Lerdo
Autoridades eclesiásticas, que prefieren su anonimato.